La protección de las fronteras de un país es un objetivo milenario, ya que la sociedades han procurado a lo largo de la historia cuidar el que sus fronteras con territorios colindantes sean respetadas como medio de garantizar la seguridad o el comercio de sus ciudadanos, o como en algunos casos, a la inversa, o sea para que sus ciudadanos o mercancías no crucen las fronteras sin el consentimiento estatal o el pago de los tributos correspondientes.
Es así como tenemos la magnífica obra de la gran muralla de China, construida en el siglo quinto para proteger la frontera norte del imperio durante los ataques de los nómadas de Mongolia y Manchuria. En tiempos más recientes vimos como la llamada Línea Maginot, la serie de fortificaciones construidas por Francia a lo largo de su frontera con Alemania durante los años 30 luego de la primera guerra mundial para repeler cualquier ataque, desafortunadamente resultó ineficaz cuando los ejércitos Nazi invadieron Francia, esquivando las defensas construidas, invadiendo por Holanda y Bélgica.
En esta era moderna, la protección de las fronteras continúa siendo un tema de amplia vigencia, pero hoy en día por razones diferentes. Durante la denominada guerra frio, etapa de congelamiento político entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de Norteamericana y sus aliados, se construyó la llamada cortina de hierro, una serie de muros, verjas y fortificaciones que mas que perseguir la detención de cualquier agresión hacia Rusia, tenía el propósito marcado de evitar que los ciudadanos contenidos tras dichas barreras no se fugaran hacia las ansiadas posibilidades de progreso y libertad que no percibían posible detrás de dicha “cortina”.
La razón principal del amurallamiento fronterizo radica en los esfuerzos de los estados soberanos en detener flujos migratorios ilegales que cada sociedad afectada considera incapaz de asimilar de forma desordenada.
Tal es el caso de de los Estados Unidos de Norteamericana y los de México, donde el país del norte (EE.UU.) ha construido mas de 1,075 kilómetros de verjas perimetrales, en un esfuerzo por cortar la inmigración ilegal y proteger sus fronteras sur. Caso este que no sucede con sus fronteras norte con Canadá, donde no se presenta un interés colectivo de canadienses de migrar al sur hacia Estados Unidos.
Esta fortificación en su mayor parte consiste en doble verjas metálicas, con alambres de navajas en sus partes superiores, con carretera interior para patrullaje y razones médicas, y cables eléctricos y de video enterrados, monitoreadas en algunos puntos de manera electrónica y patrullada por elementos humanos armados tanto por vía terrestre como área.
Otro caso es el del conflicto de España con sus vecinos de África del Norte y las zonas sub saharianas, específicamente en la ciudades de Melilla y Ceuta, reclamadas por Marruecos como parte de su territorio desde los años setenta. En el caso de Melilla se ha construido una verja perimetral para impedir cruce de fronteras indebidas, de unos 11 kilómetros de longitud y 3 metros de altura, con alambres de púas en su parte superior, acompañada de sensores de movimientos y ruidos, así como cámaras de video, para detectar cualquier posible intento de violación. Ceuta igualmente se separa con una impresionante valla. Se trata de una doble verja del lado español de 6 metros de altura, junto con una tercera verja de 2 metros de altura de lado marroquí.
En 2012, el gobierno Griego aplicó el modelo de Melilla y construyó una valla de más de 10 kilómetros a lo largo del rio Évros, para auxiliar a una fuerza de seguridad compuesta por más de 1,800 efectivos policiales para asegurar parte de su frontera con Turquía contra el ingreso de ilegales. Algo similar esta aconteciendo en la frontera de Turquía y Siria donde los desplazados por el conflicto militar en este último país alcanza las decenas de miles de refugiados.
Otra zona europea adonde se está incurriendo en la construcción de vallas y muros para intentar detener flujos migratorios ilegales, es la frontera entre Bulgaria y Turquía. Desde el 2013 se construye una valla de unos 160 kilómetros, al estilo norteamericano. Este acontecimiento ampliamente divulgado en un reportaje reciente del The New York Times que concluyó en que el plan de contención implementado en ese país tuvo un impacto significativo, reduciendo el número de cruces ilegales a menos de la mitad de las cifras de años anteriores.
La razón principal para la construcción de muros fronterizos sigue siéndola seguridad nacional y la contención de flujos migratorios. En el mundo hay muchos ejemplos adicionales de esta práctica, como el caso de la verja de 20 kilómetros que separa a Brunei de Malasia, la construida entre Malasia y Tailandia o la existente en la frontera entre China y la ciudad de Hong Kong, especialmente en el área circundante a la zona económica especial de Shenzhen.
También esta el caso de la India, uno de los países mas habitados de la tierra, que construye muros a lo largo de sus fronteras con Bangladesh y Burma, además de la construcción de una barrera a lo largo de su frontera norte en la denominada línea de control con el Kashmir.
En Republica Dominicana, muchas voces han clamado que como parte del Plan Nacional de Regularización de extranjeros en situación irregular radicados en el país, las autoridades nacionales emprendan un programa de protección fronterizo consistente en el levantamiento de una valla, similar a las que ya se han levantado o actualmente se construyen en países como Estados Unidos de Norteamérica, España u otras de las muchas naciones ya mencionadas.
Estas propuestas parece que no han recibido la atención debida, situación que podría obedecer a muchas razones, tanto de presiones recibidas en el ámbito de la política internacional, o hasta por un posible complejo social de que con ello lejos de proteger la nacionalidad, la seguridad y el comercio, estaríamos incurriendo en una especia de apartheid, inexistente por demás.
Sin embargo, conociendo el que esta práctica de amurallar fronteras no es un fenómeno aislado, el país deberá abocarse a una amplia discusión abierta acerca de las conveniencias o no de adoptar mecanismos adicionales de protección fronterizo terrestre frente a las crecientes traslados de inmigrantes y los problemas derivados de dichos traslados humanos ilegales.