La posición asumida recientemente por la Confederación Patronal de la República Dominicana es una burla más a los trabajadores dominicanos.
Lo que acaba de ocurrir en el último encuentro convocado por el Comité Nacional de Salarios y el Ministerio de Trabajo para fijar un nuevo salario mínimo en el sector privado es el comportamiento más revelador de los niveles de desprecio de ese sector a los que producen la riqueza nacional.
Parece que ese empresariado no termina de entender que es harto sabido que los trabajadores dominicanos necesitan de manera urgente un incremento general de salario que les permita vivir con un poco más de dignidad.
Es insoportable que la clase trabajadora de este país continué padeciendo los rigores de una situación económica tan difícil que cada día merma más su poder adquisitivo para demandar bienes y servicios.
Pero no, parece que ese sector empresarial entiende y cree que su situación de bienestar y acumulación es la de la mayoría de la clase trabajadora que ya no encuentra que hacer con los menguados ingresos que perciben los cuales no les alcanza para cubrir sus necesidades básicas.
Pero el colmo de los colmos, amigos lectores, es la propuesta hecha por el COPARDOM de sugerirles a las centrales sindicales, ha esta altura del juego, elaborar una reclasificación que le permitiría bajar a otra escala inferior el salario mínimo que se busca incrementar. Es la expresión más alta y acabada del cinismo y la justicia.
Para que ustedes tengan una idea de los niveles de injusticia de la propuesta empresarial; a los empleados de empresas grandes, con un capital sobre los RD$4.0 millones, con un salario mínimo de RD$11,292 le serían revisados y, según lo propuesto, explica la Confederación Nacional de Trabajadores Dominicanos CNTD podrían ser disminuido en más de un 25 por ciento. Insòlito…
Imagínense ustedes; como se haría un trabajador del sector privado que tiene que gastar en transporte 1 mil pesos para llegar a su lugar de trabajo; 4 mil pesos para cubrir desayuno y almuerzo; 6 mil pesos, de alquiler de una vivienda; 3 mil, en servicios de cables, energía y teléfono; y otros 4 mil, en educación y medicamentos.
Es una situación preocupante que debe llamar la atención de aquellos que en un momento inmanejable de explosión social que pudiera generar este estado de inequidad salarial tienen mucho que perder…