Hablan los hechos

La Santa Sede acaba de anunciar que próximamente firmará un acuerdo mediante el cual reconocerá formalmente como Estado a Palestina. El Vaticano se suma así a los 135 Estados que han dado tan importante paso, que trasciende los ámbitos moral y simbólico.

Según explicó el subsecretario vaticano para las Relaciones con los Estados, Antoine Camilleri, jefe de la comisión que tuvo a cargo las negociaciones en representación de la curia católica, el documento tendrá el equivalente de un concordato general y regulará los aspectos esenciales de la actividad de la Iglesia en Palestina.

La decisión implica un reconocimiento del derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y, al propio tiempo, lleva implícito un cuestionamiento a la política de ocupación y cerco que durante más de 50 años ha puesto en práctica Israel contra el pueblo palestino.

Camilleri lo dijo sin ambages: “Sería positivo que el acuerdo alcanzado pudiese de alguna manera ayudar a los palestinos a ver establecido y reconocido un Estado de Palestina independiente, soberano y democrático que viva en paz y seguridad con Israel y sus vecinos”.

El funcionario eclesiástico no ocultó el deseo de la Iglesia Católica de que el reconocimiento del Estado de Palestina pudiera servir “para alentar de algún modo a la comunidad internacional, en particular a las partes más directamente implicadas, a emprender una acción más decisiva para contribuir a alcanzar una paz duradera”.

Queda claro, pues, que la Santa Sede apuesta por una solución al conflicto israelo-palestino en base a la fórmula de dos Estados, lo cual es conforme a las resoluciones 242 y 338 de Naciones Unidas.

De hecho el Vaticano se viene refiriendo al Estado Palestino desde que Naciones Unidas, en noviembre de 2012, admitió a Palestina como Estado observador, el mismo estatus que tiene la Santa Sede en el organismo mundial.

En aquella ocasión la Asamblea General, pese a la férrea oposición y las presiones de Estados Unidos e Israel, que entendían que el reconocimiento de Palestina como país debía producirse luego de alcanzado un acuerdo con Israel, adoptó la trascendental decisión por 134 votos a favor, nueve en contra y 41 abstenciones.

A finales de 2012 Kasisié Isa presentó sus cartas credenciales al Papa Francisco como embajador extraordinario y plenipotenciario de Palestina ante la Santa Sede. Eso significa que el aspecto novedoso del anunciado acuerdo bilateral es que al reconocimiento de facto se le añade ahora la formalidad jurídica.

Debemos recordar que el primer encuentro entre un Papa y líderes palestinos se produjo en 1979 durante la visita de Juan Pablo II a la sede de la ONU en Nueva York. Más tarde, en 1982, Yasser Arafat hizo su primera visita al Vaticano.

En 1994 el Vaticano estableció formalmente relaciones con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y en el año 2000 se produjo la firma de un acuerdo que elevó el nivel de las relaciones con la Autoridad Nacional Palestina al mismo rango de las relaciones con Israel. Ese acuerdo fungió como declaración de principios que sentó las bases para la elaboración de las normas que regirán la presencia de la Iglesia Católica en Palestina, plasmadas en el convenio que acaba de anunciarse.

En lo sucesivo el Estado Vaticano incluirá en sus documentos oficiales la denominación Estado Palestino, acorde con lo pactado, lo cual ha provocado una dura reacción del gobierno israelí, que se ha declarado “decepcionado” al tiempo de calificar la decisión vaticana como “un acontecimiento que no adelanta el proceso de paz y distancia a la dirigencia palestina del retorno a las negociaciones”. Advirtió, además, que “Israel considerará su próximo paso”.

La Santa Sede, sin embargo, ha presentado su decisión como una contribución a la paz y la justicia, enviando un claro mensaje al mundo de que el pueblo palestino merece el derecho a la estadidad.

La decisión del vaticano, sin duda, contribuye a estrechar el cerco diplomático contra Israel, cuyo gobierno de extrema derecha se empeña en ignorar el creciente reclamo de la comunidad internacional para que reconozca los derechos del pueblo palestino y ponga fin a su política de terror en los territorios ocupados.

La diplomacia palestina se ha propuesto inteligentemente utilizar la decisión de la Iglesia Católica como punto de inflexión de una gran ofensiva diplomática que empuje a las naciones del mundo que aún no lo han hecho a reconocer formalmente al Estado Palestino, entre ellos algunas de América Latina, como México, Colombia y Panamá.

Los éxitos de la diplomacia del jefe de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, dejan también al desnudo a los ultra radicales del grupo Hamas, que gobiernan en la franja de Gaza.

La decisión de la Santa Sede de reconocer al Estado de Palestina no puede ser más oportuna, pues se produce cuando Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, termina de armar un gobierno integrado mayoritariamente por individuos con las posiciones más cerriles en relación a la cuestión palestina.

Ni siquiera las presiones del gobierno de Barack Obama han logrado morigerar las posiciones de Netanyahu, que ha llegado al extremo de intentar un boicot a la política de Washington de negociar con Irán los alcances de su programa nuclear.

El paso dado por el Estado Vaticano, que intervino con éxito para poner fin a un diferendo de más de 50 años entre Estados Unidos y Cuba, coloca al pontificado de Jorge Bergoglio en el camino de la búsqueda de soluciones inteligentes a los problemas más complicados de nuestros tiempos.

La humildad, firmeza e inteligencia con que el Papa Francisco ha abordado los distintos problemas, incluidos los de casa, le dan una gran autoridad moral. Como dijo el presidente Obama al término de una visita oficial al Vaticano, la del Papa Francisco “es una voz que el mundo debe escuchar”.

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