Opinión

Condiciones y caracteristicas del director de cine

Asumir la jefatura creativa de un proyecto artístico tiene una aureola atractiva para la masa de espectadores que imagina a los directores en olor de multitudes, obviando el parto con dolor que supone la hechura de cualquier obra.

La primacía mediática en una película no corresponde al director, quien mas bien va ganando espacios en la sombra, pues la atención se desplaza a los actores, que metidos en la piel de los personajes, acaparan todos los focos de atención.

Un director cinematográfico es lo más alejado de una Rock Star o de esos líderes carismáticos de masas, y aunque no llega a ermitaño, se siente a gusto en el anonimato social.

El esfuerzo sobrehumano que comporta la creación de un filme desde la idea inicial hasta su distribución final es un proceso mental y físicamente demandante, que exige unos altísimos niveles de resistencia muy parecidos a los de un líder militar.

Este creador debe manejar una cantidad de conocimientos técnicos y estéticos, mucho mas diversos que en otras disciplinas artísticas, para lograr finalizar su sueño de ver proyectada en una sala el fruto que proviene de su imaginario, logrado en colaboración por un equipo al que convierte en cómplice de sus delirios expresivos.

La imagen de súper técnico que nos ofrecen personajes como Hitchcock, Kubrick o James Cameron, no es la media, más bien es la excepción; el director que abunda es el informado de los medios técnicos para expresarse, pero no el experto manejador de gadgets electrónicos que nos quieren vender mercadológicamente.

Conocer las capacidades de los diferentes lentes, desde el gran angular, el normal o el teleobjetivo, no lo hacen un director de fotografía, ni ese intrépido émulo de Indiana Jones, como lo es Cameron. Siendo más precisos, lo real es un tipo como Martin Scorsese, Mike Nolan o Akira Kurosawa, mentes de un poder creativo y analítico ilimitado.

Las nociones o conceptos a manejar suelen ser útiles como herramientas estéticas, pues si ignoran los tipos de películas o los filtros, la corrección de color o los nuevos factores digitales en la grabación, pueden convertirse en dependientes de la visión de los técnicos, cediendo la soberanía creativa.

La edición pone a prueba la capacidad de mantener el foco y la coherencia de lo planteado en un proyecto, porque entre lo pensado, lo filmado y lo que finalmente tienes delante de tus ojos, necesita ser claramente entendido para evitar un naufragio en ese mar de imágenes.

En donde se requieren grandes dosis de tolerancia, flexibilidad y dotes de persuasión, es en el manejo de los actores, seres especiales que son los portavoces de ese universo imaginario. Esto implica negociar, seducirlos, sonsacarlos y hacerles sentir que eres la autoridad creativa, pero que ellos son tus cómplices para lograrlo.

Más de una película ha fracasado por no manejar el director las relaciones con los actores o con el equipo creativo o técnico, quienes necesitan ser comandados por un líder dialogante que tenga conciencia de todos los detalles, pero que no se deje abrumar por ellos.

El tiempo /El Implacable /El que pasó… Dice el texto de una canción de Pablo Milanés. Y este factor es vital en la producción de una película, porque la frase “el tiempo es dinero” es una norma en nuestra industria. Si el tiempo no es manejado con mesura, llevando un control preciso de él, terminarás con grandes pérdidas por el abultamiento del presupuesto.

No es inteligente forzar los procesos, porque montar un set, iluminarlo, ajustar el sonido, maquillar y peinar a los actores, entre otras cosas, tiene su tiempo exacto, ni más ni menos. Violar esos códigos perjudica la realización, pero si usas esa temporalidad sabiamente, los resultados en pantalla serán notables.

El director es el jefe de estado de un país donde el equilibrio entre la normalidad y la locura es muy tenue por la lógica confrontación de moverse entre el arte y la industria; es el Ulises que tapona sus oídos para no escuchar los cantos de sirena que vuelven locos a sus marineros.

La cantidad de energía necesaria para soportar las largas jornadas de trabajo requiere una buena condición física, evitando el colapso por el cansancio, que primero desmorona el cuerpo y más tarde los procesos mentales. Por lo que hay que administrar los descansos que mantienen el cuerpo en funcionamiento y conservan la estabilidad mental.

Los elementos necesarios para dirigir correctamente un film se concentran en mantener la capacidad de tomar decisiones, muchas veces no muy populares o simpáticas, pero necesarias para mantener un orden y una disciplina que aseguren la continuidad del rodaje hasta su finalización.

La combinación mágica de persuasión, seguridad en sí mismo, flexibilidad para ver las cosas de manera panorámica y una paciencia a prueba de balas, hacen la diferencia entre un director y un artesano fabricante de productos en serie.

El elemento infaltable, cuya ausencia conduce a la nada, es la cultura artística, pues usted puede ser un técnico dotado, un gran estratega fílmico, pero si carece de sensibilidad necesaria para convertir universos mentales en imágenes trascendentes, dedíquese a otra cosa, pero no a dirigir una película.

El conjunto de cualidades que se necesita para ser considerado director de cine van desde lo físico hasta lo técnico, agrupando habilidades de comunicación, manejo de la compleja interacción entre grupos humanos de diversas procedencias e intereses, y una cultura artística que sirva de argamasa, que una todos esos elementos y los conduzca en una en una sola dirección, con una sola idea: hacer una película.

Un director de cine lleva sobre sus hombros una carga más pesada que la de Sísifo y desarrolla trabajos más peligrosos que los de Hércules, es un estratega y un ejecutor, el demiurgo de las imágenes cinematográficas.

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