Del 13 al 27 de septiembre estuve por China, invitado por el gobierno a través de la oficina de desarrollo comercial en nuestro país para participar en un importante seminario, en donde además hubo una importante representación de Cuba, Panamá, Guyana y Venezuela. A cada país que visito, siempre hago el ejercicio de interactuar con su población sobre el presidente y su liderazgo; en esta ocasión pregunté por Xi JinPing.
Convertido en el nuevo máximo defensor del multilateralismo, la mediación, el desarrollo sostenible y la diplomacia internacional, el presidente chino, Xi Jinping, se encamina este próximo miércoles 18 a una indiscutible renovación de su mandato, que anticipa un reforzamiento aun mayor de su poder dentro del aparato estatal de la segunda mayor potencia del mundo. Y es que habiendo celebrado en los últimos meses el 90 aniversario del Ejército Popular de Liberación y el 68 aniversario de la República Popular China, el Partido Comunista Chino ahora se dispone a llevar a cabo su XIX Congreso Nacional.
Este evento, el cual se celebra cada cinco años, constituye una ocasión de vital importancia, dado que el mismo definirá cuál será la nueva composición de la cúpula partidaria, en especial los 7 máximos dirigentes del Comité Permanente del Politburó del PCCh (el Partido Comunista Chino posee más de 86 millones de miembros), de cara al quinquenio 2017 – 2022.
En un ejercicio comparativo, algunos analistas han querido establecer claras diferencias entre el actual mandatario y el histórico líder Deng Xiaoping, quien para finales del 1978 e inicios del 1979 había trazado la hoja de ruta de lo que habría de ser China en las décadas venideras, basándose en la descentralización, liderazgo colectivo, la crítica extrapartidaria y el bajo perfil internacional. Dichas reformas instauradas por Xiaoping rindieron notables frutos en el devenir del gigante asiático, pero que sin embargo, como todo modelo económico, su ciclo de vida mostró agotamiento para finales de la pasada década, lo que coincidiría con la llegada de Xi al poder.
Las expectativas en torno al partido y el gobierno chino crecen, al tiempo que se crean conjeturas a nivel internacional sobre la posibilidad de que, ante el creciente poder de Xi, el liderazgo centralizado en torno a la figura del actual mandatario termine desplazando finalmente al tradicional liderazgo colectivo basado en decisiones colegiadas. Sucede que ante la necesidad de poder llevar adelante las transformaciones económicas y sociales emprendidas desde el inicio de su mandato en el 2012, el presidente chino, quien también es secretario general del partido, ha venido actuando con mano dura para romper con viejas prácticas, que se hicieron patentes entre la elite política y empresarial.
Sucede que durante las últimas tres décadas, la necesidad de crecimiento llevó a que se relajaran ciertos controles estatales, lo que devino en que el ascenso económico de China fuera proporcional al crecimiento en la brecha de desigualdad, aumento de la deuda, incremento de los niveles de corrupción y un considerable daño al medio ambiente. En lo referente a la corrupción, en una campaña de mano dura que le ha granjeado mucha popularidad al mandatario chino. Solo dentro de la organización han sido procesados más de 1,500 dirigentes, además de medio millón de miembros entre sancionados o expulsados.
A lo anterior se unen las reformas dentro del Ejército Popular de Liberación (el más grande del mundo con más de 2.2 millones de alistados), inmerso en un extenuante proceso de reforma bajo la supervisión de Xi Jinping, que comprende su modernización, y la extirpación de cualquier vestigio de corrupción e indisciplina interna, mientras se restaura la meritocracia para ganar eficiencia en los mandos. Esto va en consonancia con la necesidad de China de proyectar su poder militar, ante el liderazgo internacional que viene disputándole a Estados Unidos, a la vez que las fuerzas armadas comienzan a tener presencia en territorios de interés geopolítico.
Naturalmente, como es de esperarse, estas reformas emprendidas desde el momento mismo en que asumió en el 2012 y que han tocado grandes intereses, le han generado gran resistencia al mandatario chino entre líderes regionales, empresarios, miembros de la cúpula partidaria, e incluso algunos periodistas. Entre las acusaciones que argumentan los opositores a las directrices del mandatario, están el que ha debilitado al gobierno y los cuadros dirigenciales en aras de implantar un régimen basado en la férrea disciplina, centralización, lealtad, unidad de criterio y firmeza, todo lo cual obraría en su beneficio.
De cara a la cita que se le presenta a propósito del XIX Congreso del Partido Comunista Chino, Xi estaría entrando en su segundo y último mandato según las normas partidarias, que rigen también lo concerniente al límite de edad (68 años) para poder aplicar a uno de los principales cargos dentro de la cúpula partidaria, como son el Politburó, Comité Permanente, Comisión Militar y Comité Central. Para la elección de estos cargos, el PCCh ha optado históricamente por la negociación y el consenso, por lo que de la mano de una renovación del mandato de Xi, tanto al frente del Estado como en su rol de secretario general, la organización deberá elegir 5 de los actuales 7 miembros del Comité Permanente, así como 11 de los 25 miembros del Politburó.
A sabiendas de su misión de cara al futuro y la necesidad de establecer un legado que sobreviva a las próximas generaciones, el presidente chino tiene entre sus principales proyectos multiplicar para el 2021 la renta per cápita de la población, lo que ha de traducirse en una mayor capacidad de compra de los cerca de 1,400 millones de personas, que de hacerse de manera incluyente y equilibrada, contribuiría a erradicar la pobreza aun patente en el gigante asiático, creando una sociedad relativamente acomodada. Desde ya, Xi Jinping cuenta con el carril de adentro para seguir impulsando las transformaciones económicas, sociales y políticas que requiere la nación, al tiempo que proyecta un liderazgo cada vez más madurado en el ámbito internacional.
En cuanto a lo partidario, pues estará por verse tras los resultados del XIX Congreso.