El aumento de los feminicidios en el país tiene alarmada la población y a pesar de los esfuerzos de las autoridades para evitar que más mujeres pierdan la vida por la violencia machista, la epidemia no se detiene. Solo en el mes de octubre de este año se registraron al menos dos feminicidios por semana, para un total de nueve casos y en lo que va de año suman 85 víctimas.
En el 2016, según una investigación del Observatorio Político Dominicano (OPD) de la Fundaciòn Global Democracia y Desarrollo (Funglode), 111 mujeres perdieron la vida en casos tipificados como feminicidios.
Ese mismo estudio se establece que el 48.8 % de las armas empleadas en los feminicidios registrados era ilegal, sin ningún tipo de documentación o permiso para portarlas. Igualmente, señala que el 29.3 % correspondió a armas de reglamento de militares o seguridad de empresas privadas, mientras que del 21.9 % restante los investigadores no aportaron datos sobre el tipo de armas.
En el caso de los militares que asesinaron a una o más mujeres, el estudio establece que todos corresponden a feminicidios íntimos o feminicidios por conexión y que además utilizaron sus armas de reglamento para cometer el delito.
“Respecto de esto último es importante reseñar que los miembros de las instituciones castrenses no tienen un seguimiento psicológico continuo y obligatorio, sino más bien, que el Estado garantiza la existencia de un grupo de psicólogos y psiquiatras. Los hombres que entran a las fuerzas armadas y policía están obligados a visitar un psicólogo en su primer año en la academia de entrenamiento, a partir de allí el servicio es opcional. Resulta significativo que hasta hace cerca de dos años a los militares no se les daba capacitación en torno a la violencia de género”, comenta el estudio de Funglode.
Las denominadas armas blancas ocupan el segundo lugar de las armas utilizadas y la causa de muerte forense de los feminicidios. “Llama la atención que el 13 % de las muertes por armas blancas las cometieron nacionales haitianos sobre ciudadanos de su misma nacionalidad.
Las “armas corporales” hacen referencia a aquellas en las que la causa de muerte fueron golpes contusos o estrangulamiento. Estas representaron el 23 % de los feminicidios.
“A diferencia de otros países de la región donde se alegaron “las infidelidades” como uno de los motivos principales para tratar de “justificar” el feminicidio, de los casos registrados en el país, solo en tres el victimario alegó esto”, comenta el análisis de la Funglode.
Feminicidios dejaron 144 huérfanos en el 2016 y 81% son menores
Las víctimas invisibles de los feminicidios son los niños, niñas y adolescentes, menores de edad, que sufren la pérdida de uno o de ambos padres por causa de la violencia de género. En el 29 % de los feminicidios registrados en el 2016, el dato sobre los hijos de la víctima no estuvo disponible. Empero, en el 71 % restante, se observó que la mujer víctima tenía entre uno a ocho hijos, para un total de 144 personas que perdieron a su madre.
Aproximadamente en el 81 % de estos casos hay menores de edad sufriendo una o las dos pérdidas. “Es importante señalar que de los 91 hijos que tenían los victimarios, 75 perdieron, al mismo tiempo, a sus madres. Del total de 144, 116 son menores de edad y comprenden edades entre 20 días de nacido hasta los 17 años”, establece la investigación.
El estudio resalta que, a finales del año 2015, la Vicepresidencia de la República elaboró en conjunto con otras instancias gubernamentales, un protocolo para los niños que quedan huérfanos por feminicidios. Se trata del Protocolo del Programa de Atención a Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) Huérfanos por Feminicidios, una iniciativa que busca fortalecer la protección social mediante políticas públicas dirigidas a garantizar los derechos de las víctimas invisibles de los feminicidios. Actualmente, el programa protege y ayuda a 180 huérfanos.
Dentro de los objetivos principales del programa que implementa la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, figuran garantizar la aplicación de acciones que permitan la protección de estos menores de edad que quedan huérfanos por el feminicidio y buscar la integración de estos menores de edad a una familia de acogida o su familia ampliada, asegurando siempre que estos tengan los medios y las condiciones para asegurar una vida plena.
También ofrecer acompañamiento sociofamiliar, otorgando monetarias condicionadas y vinculación de capacitación y generación de ingresos mediante el programa “Progresando con Solidaridad”, por lo que no solo se garantiza la ayuda a los menores, sino más bien a la familia que se encargue de su custodia; y finalmente, ofrecer a estos menores ayuda sicológica y socioeducativa.