«Nuestro mundo nunca ha estado tan dividido», fue la frase con la que el presidente francés, Emmanuel Macron, hizo hincapié en 2017 ante el creciente proteccionismo y falta de compromiso de algunas de las principales potencias, para enfrentar los retos del siglo XXI, entre ellos el controversial cambio climático.
Tal llamado de advertencia tendría lugar durante la Cumbre del G20 en Hamburgo, Alemania, donde quedó marcada la creciente distancia que Estados Unidos tomaría del resto del mundo, a propósito de la agenda de la administración Trump que pone a su “América primero”. De hecho, a partir de aquel momento comenzó a percibirse una rotura en la agenda global, que ha dado como resultado que en las cumbres subsiguientes confluyan de manera paralela dos agendas, la dictada por Washington y la agenda mundial.
Sin embargo, comencemos por ahondar un poco sobre el G20 y su importancia, toda vez que el mismo reúne a los países “más ricos del mundo” (más adelante explicamos el porqué de las comillas), cuyas economías representan el 85% del PIB mundial, el 75% del comercio y el 66% de la población mundial. El organismo fue creado para el 1999, con la intención de establecer un espacio de cooperación y consultas entre países industrializados, sobre los principales temas económicos globales, incluyendo a su vez temas relacionados con las economías emergentes.
Inicialmente funcionó como un foro de bancos centrales y ministros de finanzas, pero esto cambiaría en 2008 cuando las tensiones producto de la crisis económica global crearon el escenario ideal, para que los líderes de las principales potencias acordaran darle categoría a esta cumbre. Actualmente el G20 está conformado por Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, Francia, Canadá, Japón, Reino Unido, India, Corea del Sur, Turquía, Indonesia, Australia, Italia, Arabia Saudí, Sudáfrica, México, Brasil y Argentina.
A estos se unieron en las discusiones multilaterales España como país invitado, así representantes de la ONU, del FMI, Banco Mundial y del Foro de Estabilidad Financiera. Sin embargo, a pesar de estar conformado en teoría por los países más industrializados, lo cierto es que no existen parámetros oficiales para decidir quién integra y quién no este grupo, más allá de características comunes como el hecho de que todos tienen categoría de potencias económicas o son economías medianamente grandes.
La aclaración anterior, sobre la carencia de parámetros oficiales, va de la mano con la condición de países más ricos que tienen los miembros del G20 y que pusimos entre comillas inicialmente, puesto que a pesar de que en conjunto sus PIB suman US$69.2 billones de los US$80.6 billones de dólares que totaliza el mundo, lo cierto es que no a todos les va tan bien. Ese es el caso de los países latinoamericanos, cuyas economías en conjunto apenas suman unos US$3.84 billones de dólares.
Además, Argentina en particular posee la mayor inflación dentro del conjunto del G20, seguido por Turquía y México. Brasil por su parte, ocupa el puesto 7 en inflación y 4to. lugar en desempleo. No obstante, es en el renglón de endeudamiento externo donde estas naciones sudamericanas presentan datos alarmantes, ubicándose entre las 10 economías más endeudadas de la región.
Lo importante, sin embargo, es que más allá de dichas debilidades, Argentina como país anfitrión ha logrado poner a Latinoamérica y especialmente a su nación en el centro del debate, sirviendo de anfitrión en una Cumbre que se anticipaba desafiante y poco prometedora, dada las diferencias entre Estados Unidos y varias de las principales potencias. Realizada entre los días 30 de noviembre y 1ro de diciembre, esta Cumbre comprendió quizás el acontecimiento diplomático más relevante de la historia Argentina, capitalizado astutamente por el presidente Mauricio Macri, que busca relanzar su imagen con miras a su reelección.
Temas en tapete como comercio, terrorismo, cambio climático, crecimiento económico, futuro de las fuentes de energía, constituyeron parte de las discusiones centrales abordadas en 28 reuniones de finanzas, 14 ministeriales y 7 cumbres de grupos de afinidad. Además de ausencias en el debate de temas como el “proteccionismo”, un aspecto sobre el cual Donald Trump parece tener incidencia, durante el evento otros aspectos llamaron la atención, como sería el caso de la presencia del príncipe saudí, Mohamed bin Salman, quien ha sido centro del repudio y desconfianza internacional luego de la desaparición y asesinato del periodista Jamal Khashoggi, así como la sangrienta guerra en Yemen.
Por otra parte, en el que se convertiría en el primer viaje de Donald Trump a Latinoamérica, tras cancelar su participación en la pasada Cumbre de las Américas, el mandatario estadounidense no dudó en ratificar su postura a propósito de la guerra comercial contra China, prometiendo otra ola de aranceles por US$267,000 millones de dólares. La misma postura asumiría contra Rusia, esta vez invocando las tensiones desatadas en fuerzas rusas y ucranianas, aunque se especula que su discurso responde más a una estrategia de distanciamiento, como resultado de las investigaciones sobre vínculos entre funcionarios estadounidenses y rusos, en torno a la trama de las elecciones del 2016.
No obstante estas singularidades, podríamos concluir que el deseo de Mauricio Macri de superar la inestabilidad económica y retornar a Argentina “al mundo”, como expresase en su toma de posesión, recibió un espaldarazo con la celebración de esta Cumbre. De ahí que a pesar de ser, en términos reales, la economía número 21 del mundo (detrás de Suiza y Holanda), Argentina siga formando parte de tan distinguido grupo, sustentándose sobre todo en su condición de uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo.
A pesar de que por primera vez no se acordó una agenda contra el proteccionismo, lo cierto es que esta Cumbre del G20 logró superar ciertas asperezas ventiladas en la pasada Cumbre del G7, cuando no se pudo firmar un comunicado conjunto. Estará por verse en lo adelante si ciertamente se dará seguimiento al compromiso contra el cambio climático, el narcotráfico y la discriminación de género, pues la retórica suele brillar con esplendor en estos escenarios, pero en los hechos es mucho el cumulo de compromisos que no vieron acción.
Como dijo Fidel Castro en la ONU: Basta ya de palabras, hacen falta hechos.