Opinión

El boicot, porque no otra cosa es, emprendido por la oposición política a la declaratoria de emergencia sometida por el Poder Ejecutivo al Congreso es un error político. Y como dijo alguien hace muchos años, en política los errores son en realidad crímenes.

La declaratoria del estado de emergencia no es una formalidad. Es el reconocimiento legal para que el Ejecutivo pueda disponer de manera expedita, libre de cortapisas, trapisondas y condicionantes medalaganarios de medidas como el toque de queda y su duración y el desarrollo del amplio programa de asistencia emprendido en favor de los más menesterosos del país.

Afectada por la línea ascendente que ha tomado la candidatura de Gonzalo Castillo, conforme lo registra la mayoría de las encuestas realizadas recientemente, la oposición ha agotado su última dosis de sensatez. Al parecer esto la ha llevado a pensar que atando de mano al gobierno su situación electoral (la de ellos) podría mejorar.

Creen que los aciertos del gobierno obran en su contra (de la posición). Consideran que forzando la entrada del país a una normalidad forzada, fuera de tiempo, evitarían por un lado que los dominicanos sigan apreciando las ejecutorias acertadas del gobierno, y por el otro lograrían que Gonzalo Castillo deje de ser percibido por la población como se le ve ahora: la gran diferencia.

Y lo peor: procuran todo eso sin reparar en la cantidad de muertes que su insensatez pueda causar. Estos líderes sin visión actúan en esto como los propietarios de funeraria, que supuestamente no quieren que la gente muera, pero desean que sus negocios prosperen.

Si la oposición logra imponer su propósito estaríamos antes dos posibles escenarios. Primero, que por azar del destino e intervención de la Providencia, a la que acuden los creyentes en estas circunstancias, no tengamos otros picos de contaminados y muertos. En este caso no habrá problemas. Todos felices.

Pero en cambio si las cosas salen mal habrá que buscar un responsable, un culpable, un chivo expiatorio, que indudablemente será el gobierno.

En ese escenario funesto los que se desgañitaron reclamando la organización de elecciones pedirán su posposición.

Precisamente esto último es lo que quieren. ¿Por qué? Poque son conscientes de que el actual escenario político les es adverso. Tienen los números, los reales, no los maquillados que preparan para el consumo de su militancia y los que aún se mantienen como indecisos.

La oposicion cree que volviendo a la «normalidad», así sea una normalidad forzada, podrían lograr que las condiciones vuelvan en términos electorales a «su estado original» (enero-marzo).

Sin embargo, les tenemos malas noticias: NO SE VA A PODER.
Primero, habrá elecciones el 5 de julio. Y segundo, el PLD y Gonzalo Castillo saben administrar, gerenciar, el enamoramiento revitalizado del pueblo dominicano y la oferta electoral de su Partido de la Liberación Dominicana.

30 de mayo de 2020

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