Los medios masivos de comunicación dominicanos, evadiendo la invasión que representa el descomunal gasto de publicidad del Gobierno, han dado un paso adelante denunciando el resurgir de malestares que habían sido superados.
Impactados han quedado los lectores de dos reconocidos diarios que en su portales digitales y ediciones impresas publicaron los reportes de la ubicación de montones de basura en barrios y residenciales del Distrito Nacional.
Ha sido la población, que al decir de las reelectas autoridades les apoyaron, la que ha salido al ruedo con un llamado urgente para que los desperdicios sólidos, que es el nombre acomodado que se le da a la basura, se recojan.
Basura, con lluvias y un ardiente sol, constituyen un caldo de cultivo para la proliferación de bacterias, insectos, ratones y microrganismos productores de enfermedades.
El mal olor enrarece el aire que respiramos, una gran amenaza a la salud ciudadana y una agresión al medio ambiente.
Los improvisados vertederos de la ciudad capital también se avistan en los municipios Santo Domingo Norte, Este y Oeste, de acuerdo con los reportes periodísticos de los mismos medios que despliegan en sus portadas las noticias gubernamentales que acentúan la muy manoseada frase “nunca antes o por primera vez”.
Si a la basura agregamos los molestos apagones con facturas caras, desplome del 9-1-1, el caos en el tránsito, el alto costo de la comida y las medicinas y el regreso de los buscones en las oficinas públicas, nos hacemos con facilidad la idea de que en nuestras ciudades se vive un tormento continuo, con la consecuente desesperanza predominante en ciudadanos y ciudadanas.
Lo descrito son realidades que no se ocultan con anuncios, publicidad o invadiendo las redes sociales con notas en las que se intenta hacer ver lo que no se ve en la realidad.
Vendieron un cambio que fracasó. Están conduciendo a República Dominicana al despeñadero; el cambio de reversa nos ha llevado a los tiempos de Conchoprimo.