Por: Daniel Cruz | Desde siempre se ha dicho que los ganadores escriben la historia, y gracias a ese «privilegio» imponen el relato oficial. Así ha sido siempre y seguirá siendo. LOS peledeístas estamos viviendo eso en carne propia en este momento. Ya lo habíamos vivido en otras ocasiones. Ahora nos encontramos con la realidad de que nuestra marca, nuestros símbolos y hasta nuestra trayectoria como institución están pasando por mal momento.
Realizamos los mejores gobiernos que partido alguno ha podido hacer, en un contexto nacional de tantas dificultades como es el manejarse con presupuestos con ingresos por debajo de los egresos y en un contexto internacional muy desfavorable. Sin embargo, pese a todo eso el PLD gobernante logró sacar a miles, decenas de miles, centenares de miles de personas de la pobreza, realizar una obra de infraestructura extraordinaria (logros tangibles) e institucionalizar diferentes aspectos de la vida nacional (logros intangibles). Pero el desencuentro irracional de las dos principales figuras del Partido, por un lado, y la sobreestimación y errores tácticos, por el otro, facilitaron nuestra salida del gobierno.
Salimos del poder de muy mala manera, con la cabeza principal de esas envidiables gestiones de gobierno desacreditada por el hecho de tener familiares acusados de actos de corrupción junto a otros funcionarios que aunque no eran dirigentes del PLD son reconocidos como colaboradores del Partido.
El tiempo reivindicará a Danilo Medina y al PLD ante la opinión pública y ante la Historia; ¿pero cuándo? No lo sabemos y NOS parece que nadie lo sabe. Lo que sí podemos asegurar es que ese tiempo será más corto o más largo dependiendo de nuestra habilidad para comprender el proceso en que vivimos y nuestra disposición para obrar con tino en beneficio del Partido. Y una tarea muy importante: saber sobreponernos a la tendencia natural de idealizar el pasado –esa idea de que todo tiempo ido fue mejor–, satanizar el presente y, por ello, desentendernos del futuro.
Por más que se empeñen los promotores del discurso oficial en hacernos creer que el PLD, sin Juan Bosch, desde el gobierno no hizo nada bueno, llegará el momento para que se entienda que tenemos más luces que sombra; que los Lidio Cadet, los Ramón Ventura Camejo, los Carlos Segura Foster, los Jaime David Fernández Mirabal, las Altagracia Guzmán Marcelino, los Quilvio Cabrera — a quien después de manejar cientos de millones de pesos en las instituciones que administró lo veíamos llamar por un taxi desde la Casa Nacional–, en fin, que los que no se deshonraron ellos ni a su familia ni a su partido son inmensamente más numerosos que los dos o tres o cinco sinvergüenzas que se nos estruja en la cara desde fuera o desde dentro de nuestro propio PLD.
No somos DETERMINISTAS. Simplemente somos conscientes de que del mismo modo que nadie puede gobernar a un pueblo tan mal –como lo está haciendo esta gente– sin que llegue el momento de pagar algún precio por ello, una buena obra de gobierno no puede permanecer oculta a la vista de todos todo el tiempo.