El pasado 7 de enero, el vocero de la Presidencia de la República hizo pública una carta del presidente, Luis Abinader, encomiando a la ministra de Cultura, Milagros Germán, y aceptando su decisión de concluir su labor al frente del ministerio.
La carta del mandatario está fechada el 18 de diciembre de 2024, aunque se oficializó por los medios de comunicación la renuncia de la señora ministra el mismo día 7 de enero.
Eso nos lleva a la conclusión de la existencia de un “trompo embrollado” en el Gobierno con la renuncia de la funcionaria, que ya era de dominio público.
Que trascendiera la admisión de la renuncia el mismo día que lo anunció la funcionaria, confirma que todo se preparó para que la señora saliera del Gobierno por la puerta grande, lo que no sucedió.
Todo el que obra de mala fe termina perdiendo derecho y más temprano que tarde, cae en el descrédito.
Es lo que ha sucedido en este caso, que quizás por agradecimiento, el gobierno ha querido maquillar, pero la verdad se impone.
Tras confirmarse la renuncia voluntaria de la Ministra de Cultura, se le enrostra a la otrora Diva de la televisión, una larga lista de actos y acciones económicas los que criticaba desde su rol opositor al Gobierno del PLD.
Uno de los primeros en hacerlo fue un colaborador de su programa de televisión quien dijo sentirse decepcionado luego de darle “funda” a un gobierno y cuando se cambió de mando, sucedió lo mismo que ellos criticaban.
Una comentarista quien también atacó al Gobierno Peledeísta, denunció que durante la gestión de la señora de Milagros Germán en el ministerio de Cultura, las nóminas paralelas crecieron significativamente, las escuelas de Bellas Artes, fueron dejadas de lado.
Denunció también el crecimiento desmedido de personal y recursos en áreas ajenas al bienestar cultural que se traduce en un abandono de las verdaderas necesidades de la cultura.
Se aumentó la nómina 35 millones a más de 36 y se crearon múltiples nóminas paralelas que incrementaron el gasto de manera significativa.
La cantidad de asesores, pasaron de seis a nueve, con salarios de hasta 220 mil pesos mensuales.
Todas estas irregularidades y dispendio contribuyeron al abandono de los programas culturales, la edificaciones y oficinas del ministerio, convirtiéndo aquello en un elefante blanco, muy distante de la “pasión inquebrantable por fortalecer la cultura dominicana”, como escribió el ciudadano Presidente de la República.