Editorial

Ha sido la reacción de los sectores nacionales lo que ha dejado en entredicho lo expresado por el Presidente de la Republica el pasado 27 de febrero en la reunión conjunta de senadores y diputados.

Son los hechos los que demuestran la difícil situación que mortifica al pueblo dominicano, que se manifestó con la desaprobación de la rendición de cuentas del mandatario, que más bien fue una rendición sin cuentas.

La misma tarde del feriado de la proclama de la Independencia Nacional el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se hizo sentir con una reacción sopesada, con una lectura objetiva de lo dicho por el jefe del Gobierno, presentando la verdad y develando lo que el gobierno pretendió esconder con una larga perorata con la que se pretendió maquillar la desconsoladora realidad que a diario deben enfrentar los dominicanos.

Con datos en las manos el Partido de la Liberación Dominicana demostró lo insoportable que resultan para el pueblo dominicano el costo de la vida y la crisis alimentaria, el abandono del campo, el desempleo y las numerosas obras inconclusas, el endeudamiento y falta de transparencia, el desplome del sector eléctrico, el desorden del transporte y la lamentable situación en Educación y Salud.

Al poner en contexto el discurso presidencial, el PLD en pocas palabras presentó el estado de inseguridad que domina todas las demarcaciones del país, que está robando la tranquilidad de los hogares dominicanos.

“El país vive con miedo. No hay un solo dominicano que no haya sido víctima de la delincuencia o conozca a alguien que lo haya sido, mientras el gobierno del PRM da tumbos con políticas poco efectivas”, declaró oficialmente el Partido de la Liberación Dominicana, y los hechos del fin de semana le dieron la razón.

En menos de veinticuatro horas dos vigilantes privados fueron asesinados en sendos asaltos, incontables los reportes de robos y atracos así como noticias de hallazgos de cadáveres en matorrales, con visibles signos de violencia.

Sin duda alguna lo apacible de la vida que ha caracterizado a los dominicanos y las dominicanas, inclinados a ver el aspecto divertido de las situaciones más dramáticas, se ha transformado en la gestión de gobierno del presidente Abinader y el PRM.

Ahora esa cualidad ha sido sustituida por el miedo. El miedo a que nuestros hijos no regresen a la casa, el miedo a comprar más caro lo adquirido el día anterior, el miedo a no poder pagar el préstamo en el banco o el alquiler de la casa, el miedo a no poder comprar la medicina, el miedo a seguir figurando en las estadísticas de desempleados, en fin, el miedo a qué nueva situación producirá en el país la incapacidad de un presidente y un partido indolente, que casi cinco años después, no han dejado de dirigir el país como aprendices.

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