En la República Dominicana desde la caída del régimen de Trujillo y el posterior triunfo del Profesor Juan Bosch sin riesgos a la equivocación podemos afirmar que han existido gobiernos y oposición política legalmente constituida; por lo que es un índice inequívoco de democracia política.
Sin embargo, conforme al nivel de madurez democrático que pueda presentar un país, el partido de gobierno con frecuencia es presentado como una negación de la democracia cuando este ha permanecido varios periodos presidenciales consecutivos, sin que antes medie el entendimiento de que se llega a la presidencia en democracia por medio al voto de las mayorías y que el resto llega a minoría como oposición.
En el caso dominicano la oposición se divide en dos, la mayoritaria y la minoritaria. Cuando la oposición mayoritaria no es capaz de relanzarse y se empeña en auscultar sus problemas internos más que en hacer oposición para alcanzar el poder, se maximizan sus problemas sobre los externos, y quien debe jugar el rol más importante de la minoría en oposición se atomiza y en consecuencia se debilita.
Se podría alegar asunto de estrategia, por un lado una parte de los que forman la mayoría de la oposición entiende que desplazando a quien se le atribuye su derrota o porte de ella, es el objetivo prioritario de su accionar político; por otro lado, la otra parte, en aras de mantener el control casi absoluto de la dirección del partido no cede ni un ápice de espacio, entonces ambos no juegan su papel de minoría frente a la mayoría que gobierna.
Luego, el resto de los más pequeños de la minoría de la oposición al no de determinar claramente cuál es su verdadero adversario, coincidiendo de esa forma con una parte de la mayoría de la oposición, perfilan sus tiros a una parte del partido de gobierno como si esta lo fuera el todo, entonces también se debilitan.
El rol democrático de la oposición no se observa ni en el estamento del control que es el ámbito legislativo; ni tampoco en el contestarlo en las partes del por qué, para qué y el cómo, procurando con ello vigencia por medios alternativos, lo que se aprecia son acciones obstructoras del entendimiento.
En una aproximación interpretativa, tal vez la oposición mayoritaria y minoritaria en su accionar ha estado prevaleciendo más el criterio de que la democracia no es un asunto de razón sino de tripas como aquello de que el político no tiene hiel, quitándole de esa forma el límite a la política, al propiciar los mayoritarios de la oposición casi un haraquiri con la autoliquidación política de la mayoría de la oposición.
La oposición política dominicana en la actualidad ha distorsionado su rol de critico contestatario constructivo y de control, por eso las más recientes encuestas lejos de medirla como cercana a la conquista del poder, la presenta más alejada que en mayo del 2012, una consecuencia de que las tripas han sustituido a la racionalidad.
La oposición más que procurar alternancia en el poder en dominicana han estado agenciando alternancia en la dirección política dentro de sus parcelas, pero no para presentarla como fuerza renovadora capaz de ser nueva opción de poder; sino para alimentar egos donde prima él te gané, más que el que nos unimos.
En cambio, una parte de la mayoría que gobierna al no entender el fenómeno de continuar en el poder no con el mismo presidente, y por otro lado, un sector de la otra parte tampoco comprender que se han mantenido en el poder gracias al concurso de la otra, ambos han producido ruidos que eventualmente podrían hacerle daño a la unidad, a las ejecutorias gubernamentales, y hasta a la permanencia en el poder, aunque esta última está aminorada por la debilidad de la oposición.
Una actitud respetuosa y de comprensión de las partes de la mayoría en el poder político podría derivarse en un fortalecimiento de la gestión gubernamental y también de la unidad interna para seguir obteniendo nuevas victorias electorales y de realizaciones en favor de los que más las necesitan.
Otra aproximación interpretativa acerca del ejercicio gubernamental continuado de la mayoría que ostenta el poder, es que los dos liderazgos que hoy día gravitan en forma importante en esa mayoría sabrán sobreponerse a lo interno a las personas aisladas de ambos lados, pero con grados de influencia, que promueven desplazamiento y con ello distanciamiento; al tiempo de no dejarse llevar de los piropos externos envenenados de quienes siempre han sido sus adversarios.
Entender las partes de la mayoría que esos dos liderazgos es como la noche y el día que en su condición de dualidad se necesitan para que en el planeta tierra la vida en toda la dimensión de la palabra se mantenga, porque la noche complementa al día y este a la noche; de esa misma forma para preservar con vida la unidad de la mayoría, ambos liderazgos deben hacer uso de la racionalidad más que las tripas, en aras también de continuar una cada vez mayor eficiencia gubernamental.
Como la tentación de las tripas ha superado a la racionalidad en la minoría de la oposición, el espejo de ellos está cerca, verse ahí no es tan difícil para evitar caer en la misma tentación por parte de cualquiera de las partes de querer dominio absoluto en menoscabo de la unidad como herencia política colegiada que dejó el maestro Bosch cuando entendió que su mayor obra política es haber dejado un instrumento con dirección colegiada como negación de lo que fue el partido de la esperanza nacional.
No permitamos que se obstruya la obra de Juan Bosch y que muera la esperanza.