Opinión

Casi todos los periódicos de hoy están diseñados para que el lector termine la lectura en la página que comenzó. Los pases son escasos, lo que convierte el acto de leer en un rito menos complicado, más simple y fluido. Vanguardia del Pueblo, órgano de difusión del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, que fundó Juan Bosch en agosto de 1974, nació con estas características en un formato tipo tabloide, siendo el primero en ofertar la novedosa diagramación en el mundo.

El semanario se convirtió rápidamente en una escuela; los que trabajaban en su redacción, de la mano de su fundador, no solo aprendieron a usar pocas palabras para dar informaciones completas partiendo de la precisión, con lo que se hicieron maestros de la síntesis, sino que se formaron como periodistas pulidos en las técnicas más acabadas del ejercicio profesional, para luego salir a alimentar las salas de redacciones de los diarios comerciales de todo el país.

Pero Vanguardia era más que un órgano de difusión, más que una escuela para los redactores que trabajaban en él; era un formador para los militantes del partido que se alimentaban de las informaciones que publicaba, y los artículos de fondo que sirvieron de insumo para instruir ideológica e intelectualmente a los que integraban los Comités de Trabajo peledeístas, los círculos de estudio y a los que había adquirido la membrecía partidaria.

Este órgano escrito jugó un papel importante en el reclutamiento de financiadores y militantes, pues casi siempre resultaba que un lector terminaba cotizando para el partido, y luego pasaba a un comité de amigo o de trabajo, para entonces convertirse en circulista y finalmente en miembro. Tuve el privilegio trabajar en la redacción del periódico, de tener lectores que se convirtieron en cotizantes, en aspirantes a miembros y militantes partidarios, y la desafortunada experiencia de verlo languidecer como consecuencia de la masificación del partido.

La masificación, sin embargo, no fue la única responsable de su languidecimiento; el avance de las tecnologías de la información y la comunicación, con la masificación de la televisión, la aparición de los diarios, revistas y hasta libros en línea; además de la epidémica fiebre de las redes sociales que han puesto a los periódicos, las revistas y los libros físicos en crisis, tiene una inmensa parte de la culpa.

Pero como el PLD es una organización política que vigila los cambios que se producen en la sociedad, no solo dominicana, sino global, hace tiempo que entendió que no solo su forma de organización quedó rezagada ante las trasformaciones que había experimentado el pueblo dominicano desde 1973 a estos tiempos, sino que su principal órgano de difusión ya no respondía a las necesidades comunicacionales de una comunidad de individuos conectados a velocidades que un semanario del siglo XX no podía resistir.

Es por ello que Vanguardia del Pueblo se relanza para, con las nuevas formas de informar en el siglo XXI, retomar su original misión de orientar desde la óptica ideológica y programática de la organización política que ha venido transformando y seguirá transformando a la sociedad dominicana, hasta convertirla en más próspera y justa. Hacerlo desde un periódico digital dinámico, fresco y de hermoso diseño, añade una felicitación adicional a su relanzamiento.

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