Al conmemorarse el 130 aniversario del nacimiento del escritor y humanista dominicano Pedro Henríquez Ureña, el Ministerio de Cultura realizó una serie de actividades en las que se rindió tributo a la vida y obra de este gran intelectual criollo.
Los actos se efectuaron el pasado 26 de junio. Entre las actividades esta una ofrenda floral en el Panteón Nacional, donde descansan los restos del escritor, quien murió el 11 de mayo del 1946, en Buenos Aires, Argentina.
Las actividades conmemorativas contaron con la presencia de la destacada periodista y escritora argentina, Leila Guerriero, redactora del diario La Nación, colaboradora del periódico El País, El Universal y Excélsior, entre otros diarios.
Además, Guerriero participó, junto al escritor Andrés L. Mateo, en el coloquio “Pedro Henríquez Ureña; extranjero en patrias”, efectuado en la sala Aída Bonnelly de Díaz, del Teatro Nacional Eduardo Brito.
Pedro Henríquez Ureña nació en Santo Domingo el 29 de junio del 1884. Hijo de Francisco Henríquez y Carvajal, destacado médico y educador, que ocupó la presidencia de la República en 1916, y de Salomé Ureña, consagrada educadora y poeta, pionera en promover la participación cultural de la mujer.
Escribió las obras: “La utopía de América”, “La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo”, “Corrientes Literarias en América Hispana”, “El Español en Santo Domingo”, “Plenitud de España”, entre otras.
Henríquez Ureña fue un reconocido crítico literario, ensayista, lingüista y poeta dominicano. Vivió en Cuba, donde realizó sus primeras publicaciones, luego en México. Viajó a Francia, donde en 1910 publicó en París «Horas de estudio», una recopilación de sus trabajos. Continuó su labor de investigación y docencia en los Estados Unidos y también en Buenos Aires y La Plata, Argentina.
Fuera del país desempeñó importantes cargos relacionados con la enseñanza y la cultura. Siempre como maestro y literato impartió cátedras en universidades de Cuba, Argentina, Puerto Rico, Estados Unidos, México, Uruguay, Chile y en las principales ciudades europeas.
Vivió la última etapa de su vida en Argentina, donde fue conferencista, ejerció la docencia y colaboró en actividades literarias, y en la organización de bibliotecas. Falleció en mayo de 1946, víctima de un sincope cardiaco.