Daris Javier Cuevas

El economista y sacerdote Robert Thomas Malthus, 1766ñ1834, centró su análisis económico en la población, cuyo pensamiento lo expuso en su trascendental libro “Ensayo sobre el Principio de la Población”, en el cual sustentó que la población tiende a crecer de acuerdo a una progresión geométrica, en tanto, los medios de subsistencia lo hacen en progresión aritmética. Estas advertencias de Malthus le generaron críticas y descalificaciones contundentes por los métodos de regulación poblacional que sugería. Pero si se excluyen estos, es comprensible la preocupación cuando la población crece a una velocidad mayor que la producción de alimentos.
En los primeros 14 años del siglo XXI, la realidad de la crisis alimentaria, el calentamiento global, la crisis energética, las huellas ecológicas, las enfermedades, la desigualdad socioeconómica y la migración internacional han obligado a dar un regreso a los planteamientos de Malthus. Con una población mundial alrededor de 7.200 millones de habitantes y que se proyecta a 8,300 para el 2025 y a 9.700 millones de habitantes en el 2050, en ambos casos, significa un incremento espectacular en la población, mientras en otras regiones del mundo, millones de personas están subalimentadas, recibiendo menos de 2000 calorías diarias.
En contraposición a esto, en las grandes economías como EE.UU, Francia, Bélgica, Holanda y Alemania la población tiene una sobrealimentación de más de 3500 calorías diarias por habitante, mientras que el 80% de la población mundial recibe y consume el 20% de los recursos disponibles en el planeta, generándose así una injusticia económica, social y alimentaria. En adición, según el PNUD, en el mundo existen 2,800 millones de personas que viven en condiciones de pobreza, 1000 millones son indigentes, 448 millones de niños sufren de bajo peso por falta de alimentación, 876 millones son analfabetos, la tercera parte son mujeres, 30 mil niños mueren a diario por enfermedades evitables, mil millones de personas no tienen acceso al agua potable y 40 millones de niños son huérfanos.
Este malestar que vive la humanidad puede ser resuelto, si se destinara tan solo el 5% de la deuda mundial y el 6% de la riqueza de los 1,645 billonarios y millonarios que existen según la revista Forbes que representan el 20% de la población mundial y concentran el 90% de las riquezas del mundo. Pero también si se utilizara un 1% de los 800,000 millones de dólares que en el 2010 salieron desde los mercados desarrollados hacia los mercados emergentes con vocación especulativa.
Pero todo parece indicar que el mundo tendrá que acostumbrarse a cohabitar con este flagelo socioeconómico que genera desigualdad e inhabilita a los países para implementar políticas orientadas a superar tal malestar. Esto encuentra su fundamento en el hecho de que existen tres elementos que reduce el accionar de los gobiernos para enfrentar esta pesada problemática; en primer lugar está el decrecimiento económico; en segundo lugar, el peso específico del endeudamiento externo, y en tercer lugar, que el mundo vive la era de los déficits fiscales, el cual impacta en todos los indicadores socioeconómicos con tendencia al deterioro.
Para tener una idea de la situación económica mundial solo hay que observar la desaceleración en la tasa de crecimiento del PIB y como prueba irrefutable está el caso del primer semestre del 2014 donde España registra un anémico 0,2%, Francia 0,7%, Italia 0,5%, Portugal -0.4%, EEUU 2,1% y Reunido Unido 1,5%. En cuanto al endeudamiento externo, la situación es peor ya que ocho países europeos, tienen una deuda externa superior al PIB, mientras que Francia y Alemania su deuda externa duplica el PIB, al igual ocurre en Irlanda, Holanda y Bélgica, en tanto la deuda externa del Reino Unido gira alrededor de 5 veces el PIB.
Por otro lado, tanto EEUU como Japón, registran un endeudamiento externo que supera al PIB de manera que las grandes economías no son un ejemplo a seguir por las economías emergentes, sin embargo, estas siguen dependiendo de la dinámica de las economías desarrolladas. En adición, está la presencia de los déficits fiscal y de balanza de pagos, denominados déficits gemelos, los cuales representan entre un 6 a un 10%, en el primer caso, y de un -4.5% a un 9.8%, en el segundo, respectivamente. Por tanto, técnicamente estamos frente a una situación de quiebra de la economía mundial.