Discursos, proclamas, manifiestos y arengas centrados en la búsqueda urgente del retiro de las tropas norteamericanas se hacían cada vez más altisonantes en las ciudades del país a partir del 1920, y ya en 1922 el objetivo que unificaba a los dominicanos de todas las capas sociales, el retorno a la Soberanía Nacional, se veía al doblar de la esquina.
Nuevos vientos soplaban también en la Casa Blanca de Washington, D.C, al finalizar el régimen del Presidente Wilson, predominando entonces nuevas ideas en torno a las relaciones internacionales con los vecinos auspiciadas por el gobernante Warren Harding.
En montañas y serranías, en cambio, seguían batiéndose a tiros con los invasores los escasos remanentes de la resistencia en armas, bautizados por los extraños y sus alcahuetes locales como “gavilleros”. Para el 1922 persistían guerrillas en Salcedo, región Norte o Cibao; en el lejano Este, y en San Juan, de la región Sur del país.
Como prometimos en una entrega anterior, es pertinente ofrecer detalles particulares sobre la personalidad del líder guerrillero de San Juan de la Maguana, debido a que su figura trascendió la mera resistencia frente al extranjero para convertirse en un ser mesiánico, hasta el punto de que algunos investigadores llegaron a describirlo como “el Dios de los pobres”.
Como otra de las tantas paradojas de la historiografía nacional, Olivorio Mateo (Liborio) fue ignorado por los autores dominicanos de mayor renombre que publicaron obras sobre el período en cuestión, hasta que pasadas cuatro décadas de su muerte, su culto resurgió en Palma Sola, San Juan de la Maguana, justamente después de la caída de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Como acertadamente refería la filósofa y socióloga dominicana Lusitania Martínez en su exhaustiva obra Palma Sola (Su Geografía Mítica y Social), publicada en 1991, “no hay muchas fuentes o estudios para reconstruir, así sea teóricamente el movimiento mesiánico de Liborio; actualmente, la investigación de campo del movimiento es escasa y si existe no está publicada”.
Se quejaba la investigadora de que el único libro que conocía sobe Liborio era una obra del periodista y escritor sanjuanero E. O. Garrido Puello, la que califica de “prejuiciada y no científica”. Reconoce que se trata de un trabajo completo “pues el autor está cerca de la época del personaje y así pudo disponer de innumerables datos que hubiera ya borrado el tiempo; pero la visión que tiene del Mesías es racista y clasista”.
Garrido Puello fue intendente de Educación en San Juan de la Maguana bajo el Gobierno yanqui en 1920, por lo que no es de extrañar sus coincidencias con quienes calificaban al mesías guerrillero como brujo, curandero, moreno, galeno infalible, dios moderno, campesino insignificante, dios silvestre, pobre jornalero, anormal cerebral, loco, borracho, hechicero, “iluminado”, etc.
¿Quién fue realmente Olivorio Mateo?
Documentos oficiales de San Juan de la Maguana dan cuenta de que Olivorio o Liborio nació en un paraje conocido como El Naranjal en el año de 1874, en cuyas inmediaciones se ganó la vida como jornalero, logrando destreza en el levantamiento de cercas divisorias de las fincas agrícolas y ganaderas.
Generacionalmente, Olivorio era un joven de 25 años al producirse el asesinato del dictador Ulises Hereaux, etapa en la que surgieron un sin número de caudillos y “caciques” en todo el país, en cuyos territorios imponían el orden y la moral de su conveniencia.
Fue una época marcada por prédicas milenaristas que profetizaban el fin del mundo y la llegada del juicio final, mientras el país era presa de desórdenes sociales, levantamientos, gobiernos efímeros, hambrunas, pestes, sequías, movimientos telúricos y tormentas.
La historia oral sostiene que Liborio cobró notoriedad por primera vez cuando en el 1908 un ciclón azotó el municipio de San Juan con torrenciales aguaceros que parecían interminables, percatándose los familiares del futuro mesías que éste no se encontraba en el hogar.
La misma versión asegura que “después de una infructuosa búsqueda de sus familiares y amigos le dieron por muerto, dándose paso a los famosos nueve días de rezos” y que “durante el último de esos rezos llegó al poblado diciendo: yo vengo de muy lejos, y contó que un ángel en un caballo muy grande lo condujo al cielo ante Dios, quien lo ungió con poderes divinos, como la prédica religiosa y la curación de las enfermedades”.
Sus seguidores, a propósito de la leyenda, le cantarían luego:
“Liborio subió al cielo
Quien fue que dijo que no,
Pregúntenle a San Antonio,
Que fue que se lo llevó”.
La fama de Olivorio como dechado con la virtud de la sanación se regó como pólvora entre los pobres y campesinos de todo el país, y San Juan de la Maguana desde entonces, se convirtió en el centro de peregrinaje para los que buscaban recuperar la salud y la suerte con los poderes del mesías. Establece su “Reino” en el paraje El Palmar. “Salga el mal y entre el bien”, era su credo.
En 1910, el avistamiento del Cometa Halley en los cielos de la República Dominicana llena de pavor a muchos de sus habitantes, quienes temen que definitivamente se produzca el anunciado fin del mundo. Al ocultarse el fenómeno, los seguidores de Olivorio proclaman que fue su maestro quien lo obligó a retirarse con “sus poderes”.
Fue entonces cuando sus fieles le alabaron con las siguientes coplas:
Si mentamos al santo/ nos prende la ley,
Líbranos señor, del cometa Halley.
Ya Papá Olivorio/ compró su escopeta,
Apuntó pal cielo/ y tumbó el cometa.
Cronología de la persecución del mesías
En 1911, el gobierno decidió acabar con el culto olivorista, ante denuncias de que el mismo chocaba con las sanas costumbres y la religión tradicional. El Presidente Ramón Cáceres (Mon) encomendó esa labor al general Juan de Dios Ramírez, jefe comunal del pueblo. Detenido y conducido a la ciudad, Olivorio se escapó en el camino, acrecentándose la creencia de que estaba dotado de poderes sobrenaturales.
Un hermano del general Ramírez logra recapturar a Olivorio y conducirlo a una celda de la cárcel de Azua, donde luego es puesto en libertad. Es cuando decide cambiar de morada, trasladándose de El Palmar a El Naranjo. Hasta allí lo persiguen las tropas gubernamentales, le queman sus ranchos y los de sus seguidores, quienes terminan convertidos en nómadas.
De acuerdo con Garrido Puello, Olivorio tuvo en sus inicios una marcada influencia de un brujo llamado Juan Samuel, originario de la isla de Guadalupe, cuyas prédicas sincréticas oscilaban entre el voudú, el catolicismo y el protestantismo.
Al iniciarse la persecución contra el mesías, al parecer el guadalupeño no quiso tener problemas con las autoridades dominicanas y se extrañó del país. “Juan Samuel asistió, quizás como padre espiritual, al nacimiento del olivorismo. Le dio aliento y ayudó en organización de sus prácticas, pero cuando Olivorio se vio en manos de la Justicia, se esfufó como sombra pasajera, dejando un vago rumor como recuerdo”, dice el autor.
Sostiene que Olivorio, ante la persecución gubernamental creó un ejército o pueblo, “al cual se unieron criminales y prófugos de la justicia. En un serio Reino, creó santos y una Corte Celestial”, y que “a ese reino se trasladaban muchas personas de todo el país en búsqueda de solucionar sus problemas”.
Consolidación del culto y la guerrilla
El asesinato del Presidente Cáceres en 1911 provocó el retorno del caos a la sociedad dominicana, con gobiernos efímeros que no podían desatender el enfrentamiento a enemigos más peligrosos que Olivorio Mateo, lo que le permitió años de sosiego, sin el acorralamiento a que lo tenía sometido “la Guardia de Mon”.
Prestigiosos investigadores extranjeros aseguran que los gobiernos que siguieron a Cáceres “llegaron a utilizar los servicios del olivorismo para satisfacer sus intereses políticos”.
El periodista venezolano Horacio Blanco Fombona, exiliado en el país en los tiempos de gloria olivorista, dice que “Olivorio probó en más de una ocasión ser un guerrillero de gran valentía y arrojo, a lo que ningún jefe militar de la época, aunque le solicitaron ayuda, confió en él, debido a que nada ni nadie le haría abandonar sus predios”.
Todo comenzó a cambiar peligrosamente para Liborio, su “corte celestial” y multitud de seguidores con la Ocupación Norteamericana del 1916, que tenía entre sus principales puntos de agenda el desarme total de la población y la eliminación de los levantamientos armados.
Un hecho imprevisto agravó la situación del mesías popular. Frente a la costa de Santo Domingo se produjo el naufragio del Memphis, buque de guerra estadounidense, en el que murieron decenas de soldados de las huestes interventoras. Fanáticos olivoristas hicieron circular la especie de que había sido obra de su maestro con sus poderes divinos, indignado por la presencia extranjera en tierras dominicanas.
Sin demostrar el menor respeto por la especie, el gobierno interventor creyó de suma importancia demostrarles a los dominicanos que Olivorio Mateo no era ningún dios, ni mesías y que tampoco tenía los poderes que le atribuían sus seguidores. De ahí que la persecución a que fue sometido el sanjuanero no tuvo cuartel ni descanso. Durante seis años debió vivir como un forajido trasladando constantemente sus destacamentos y escondites, que sus persecutores destruían y quemaban.
Un sangriento 27 de junio de 1922 se produjo el último choque de Olivorio con sus persecutores al mando del capitán Williams, norteamericano, y el teniente Luna, de la Policía Nacional Dominicana, creada por la Ocupación. El mesías cayó combatiendo junto a un hijo y otros miembros de su “ejército”. El cuerpo exánime fue traslado a la ciudad en parihuelas envuelto en yaguas para exhibirlo a la población, debido a que en la zona se aseguraba que a Olivorio no le entraban balas.
Un telegrama en donde Williams y Luna informan la caída en combate de Olivorio Mateo dice escuetamente:
“Director departamento Sur P.N.D. Santo Domingo. He tenido un encuentro con el grupo de Olivorio, compuesto por 12 hombres en el campo de Arroyo del Diablo, aproximadamente a 35 millas al Norte de San Juan, a las 7:00 A.M del martes 27, resultaron identificados cuatro bandidos muertos, incluyendo al Dios Olivorio, jefe de los bandidos de este Distrito. El cadáver del Dios Olivorio ha sido identificado. Capturamos 8 revólveres, 3 carabinas y 150 cápsulas. Ninguna baja de la Policía Nacional Dominicana”.
Olivoristas de ayer y de hoy creen, sobre todo en La Maguana Arriba donde está su calvario adornado con una colosal Bandera Dominicana, que su líder se levantó de la muerte y subió a los cielos. De ahí que el finado artista e investigador Luis Días les tomara prestada su coplilla:
“Dicen que Liborio ha muerto/
Liborio no ha muerto na/
Lo que le pasa a Liborio/
E que no come pendejá.”