Hablan los hechos

La evolución politica de la República Dominicana es similar a la de otros países del continente, excepto que desde 1966 no se produjo una irrupción militar para la toma del poder, aunque la influencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional se expresó en acciones violentas que marcaron los primeros doce años de los 22 que gobernó Joaquín Balaguer y el Partido Reformista.

Desde las primeras elecciones realizadas bajo la observación y presencia de los Estados Unidos en 1966 hasta las elecciones de 1978, cuando Balaguer es derrotado en las urnas por el Partido Revolucionario Dominicano y Antonio Guzmán, el sistema electoral estaba marcado por la participación militar en las actividades políticas.

Después de la división del Partido Reformista en 1968, por el tema de la reelección, las elecciones de 1970 se realizaron bajo un clima de represión y señales de participación militar en la campaña electoral, con el uso de pañoletas rojas (color del partido oficial) en la boca de los fusiles y el cuello de los miembros de los cuerpos armados.

El PRD, principal partido de oposición se abstuvo de participar en el proceso electoral, por lo que el PR y Balaguer ganaron fácilmente esas elecciones.

La alianza de “maco con cacata”

Para el año 1974, la situación se tornó mas complicada, puesto que después de fracaso del Bloque de la Dignidad Nacional, la división del PRD a finales de 1973 y la presentación de una extraña alianza entre los extremos.

El llamado Acuerdo de Santiago de José Francisco Peña Gómez, quien había quedado como dirigente máximo del PRD, se conformó para enfrentar al Balaguer, que aspiraba a su segunda reelección consecutiva.

En un escenario bipolar, porque el naciente Partido de la Liberación Dominicana no tenía ni siquiera seis meses de fundado para la época de las elecciones, el Acuerdo de Santiago se constituyó en un serio rival para vencer al Partido Reformista y a Balaguer.

Solo que la composición y origen de los partidos que constituían la alianza anti-Balaguer, no era garantía para los poderes fácticos, que ejercían una influencia decisiva, en tratar de evitar la desestabilización del país en medio de la guerra fría y la amenaza de exportar su revolución de parte de Cuba.

El Acuerdo de Santiago reunía, ademas del PRD, al Partido Quisqueyano Demócrata (PQD) cuyo líder, Elias Wessin y Wessin, se encontraba exiliado en Panamá después de haber sido acusado de conspirar contra el gobierno de Balaguer en 1972.

También al Movimiento Popular Dominicano (MPD), que no era un partido reconocido por la Junta Central Electoral, al estar prohibidos por ley los partidos de confesión comunista.

Es decir, se unieron la extrema derecha representada por Wessin, que a su vez fue proclamado como candidato a la Vicepresidencia, y los miembros de la extrema izquierda que mantenían una posición de enfrentamiento armado con los cuerpos represivos dentro de las fuerzas armadas.

Ademas de estos partidos, se agregaron los minoritarios el Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC) y una facción de la casi desaparecida Unión Cívica Nacional (UCN).

El resultado fue una campaña con múltiples enfrentamientos armados y varios muertos, que provocaron el retiro del Acuerdo de Santiago, un día antes de las elecciones, y la reelección de Balaguer enfrentado al Partido Demócrata Popular (PDP), encabezado por Luis Homero Lajara Burgos, quien sirvió de comodín para validar ese proceso electoral.

La crisis electoral de 1978

Otra crisis se presentó para las elecciones que se celebraron en 1978, cuando Balaguer se presentó para una tercera reelección consecutiva y el PRD logró convertirse en la fuerza política interna capaz de retar a Balaguer, que junto a la modificación del escenario internacional pusieron a este contra las cuerdas.

Con la presencia de todos los partidos políticos reconocidos se realizaron las elecciones y en la madrugada del 17 de mayo, cuando el conteo estaba claramente inclinado en contra del Partido Reformista, los militares intervinieron en la Junta Central Electoral, deteniendo los cómputos y, en la practica, provocando una ruptura del orden constitucional.

Solo la presión internacional sobre el gobierno, especialmente del Presidente del Partido Demócrata Jimmy Carter, y la realización de una salida negociada evitó que los militares impusieran su decisión de impedirle a Antonio Guzmán convertirse en Presidente de la República.

La política norteamericana de la época, se centraba en el protección de los derechos humanos y la vuelta al sistema democrático de los países bajo regímenes dictatoriales, por esto fue clave la intervención de Jimmy Carter, Carlos Andrés Pérez, quien era el Presidente de Venezuela y aliado político del PRD, junto con la Organización de los Estados Americanos, para dar paso a una salida negociada a la crisis post electoral de ese año.

Todo se saldó con el llamado “fallo histórico”, que varió el resultado en las elecciones para las Senadurías de El Seibo, Maria Trinidad Sánchez, La Altagracia y Bahoruco; lo que daba al PR la mayoría en la Camara Alta y la posibilidad de nombrar al Poder Judicial, mientras se reconoció el triunfo de Antonio Guzmán, quien sustituyó a Balaguer en 16 de agosto de ese año.

La reelección del PRD y el suicidio de un Presidente

Los procesos electorales, a pesar de ser contínuos, siguieron provocando fuertes tensiones en la sociedad dominicana, aún cuando se repitiera el mismo partido gobernante, cual es el caso del PRD de las elecciones en 1982.

El fraccionamiento de ese partido condujo a una elección del candidato que los representaría en 1982, llena de acusaciones por el uso de los recursos del estado, que los condujeron a una irremediable división.

Jacobo Majluta, vicepresidente en funciones, se presentó contra Salvador Jorge Blanco, quien, bajo la consigna de “manos limpias”, una acusación directa de corrupción en contra del gobierno, ganó la elección interna y posteriormente las elecciones nacionales.

Como resultado de la campaña de denuestos y acusaciones a su familia, Antonio Guzmán, se suicidó en la barbería del Palacio Nacional, en la madrugada del 4 de julio de 1982.

La crisis de 1986 y los votos observados

Otra crisis se presentó para las elecciones de 1986, cuando un resucitado Balaguer se presentó por el Partido Reformista Social Cristiano, Jacobo Majluta como candidato del oficialista PRD y Juan Bosch por el PLD, quien comenzaba a dar muestras de un fuerte respaldo electoral.

Todavía al dia de hoy se discute quien obtuvo la mayoría de los votos en ese proceso electoral, aunque Balaguer fue declarado ganador después de un largo proceso de impugnaciones y discusiones sobre la validez de los votos con doble rayado emitidos a favor de Majluta.

El sistema electoral del país estaba tan desacreditado, que Balaguer, en ese entonces candidato de oposición, pidió a Jorge Blanco que nombrara una comisión de asesores para velar por la validez de los resultados de los comicios, la solicitud fue complacida y se nombró a los Monseñores Nicolás de Jesús López Rodríguez, Agripino Núñez Collado, al empresario José Miguel Bonetti, al director del Listin Diario Rafael Herrera, al Dr. Nicolás Pichardo, Lic. Luis Taveras y al Historiados Frank Moya Pons; para realizar esta encomienda.

Al final, ante una crisis sin solución, Majluta visitó a Balaguer en su casa de la Maximo Gómez en la Capital y fue el que declaró a este como ganador de las elecciones.

Antes de apersonarse donde Balaguer, declaró a la prensa que: “si no hay una solución ante el problema de la JCE que permita establecer cual ha sido verdaderamente la voluntad popular, estoy dispuesto a declarar a Balaguer ganador de las elecciones”, lo cual hizo ese mismo día.

El PLD entra en el juego: la crisis de 1990

En un ambiente marcado por una profunda crisis económica, con una tasa de inflación de cerca de 100% anual, escasez de combustibles, huelgas, aumento del desempleo y gran inquietud social, se realizaron las elecciones de 1990, que para una gran parte de la población ganó Juan Bosch pero fueron adjudicadas a Joaquín Balaguer, quien buscaba la reelección.

El PLD sustituyó al dividido PRD como el contendor directo del PRSC y obtuvo el que sería el mejor resultado electoral del Bosch desde las elecciones de 1962.

De nuevo llovieron las dudas sobre la composición de la Junta Central Electoral, la cual presidía el abogado Froilán Tavarez, ya que este fue designado en una sesión del Senado de la República sin la presencia de los partidos de oposición.

La noche del 16 de mayo al iniciar el conteo de votos el PLD realizó una rueda de prensa donde, su jefe de campaña Felix Jimenez, junto al jefe de prensa Leonel Fernández y el jefe de cómputos Victor Grimaldi, dieron a conocer los resultados que hasta ese momento daban como ganadores a Juan Bosch a la presidencia y Jose Francisco Hernández a la vicepresidencia.

Los primeros cómputos oficiales de la JCE confirmaban este resultado, hasta que el conteo comenzó a hacerse muy lento y en la mañana del 17 de mayo, fue emitido el boletín numero 10, donde se otorgaba una ventaja mínima al PRSC, partido que inmediatamente se proclamó ganador de las elecciones dando inicio a la crisis post electoral de ese año.

Bosch se declaró víctima de un fraude colosal en su contra y llamó a la población a defender en las calles el triunfo en las urnas, mientras se comenzaba a negociar una salida a la crisis con la intervención del ex Presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter, quien se encontraba en el país en calidad de observador.

Se decidió hacer un cotejo de las actas de parte de la Junta Central Electoral, sin embargo, los argumentos del PLD fueron desmontados por su propio jefe de cómputos, Victor Grimaldi, quien envió el mismo día que se inició la comparación de las actas, una carta al presidente y candidato de su partido, Juan Bosch, donde admitía que el PRSC había derrotado al PLD.

Según los cómputos publicados por Grimaldi, faltando 225 mesas electorales, el PRSC tenía 638,248 votos, el PLD 634,343 votos y el PRD 432,039 votos.

Nunca se realizó el cotejo de las actas y por lo tanto nunca se sabrá el resultado real de ese proceso electoral y las dudas permanecerán para la historia.

Al final la JCE presidida por Froilán Tavarez declaró ganador a Balaguer con un total de 669.073 votos contra Bosch y el PLD a quienes les computaron 647,038 votos.

Con este resultado se dio fin a la crisis política y se abrió paso a un nuevo periodo de gobierno presidido por Balaguer, pero que contaba por primera vez con una alta presencia de legisladores y síndicos del PLD.

1990: Crisis del presidencialismo proporcional

Este proceso electoral dio muestras de hasta donde se profundizaba el sistema de elección presidencial proporcional en la República Dominicana.

En esas elecciones, el PLD tuvo un aumento significativo de votos, pasando de los 387,381 obtenidos en 1986 a 647,038, es decir un incremento de mas del 80%, que junto a los 600,000 votos obtenidos por el PRD, que postuló a Peña Gómez y el PRI que presentó a Jacobo Majluta, daban una amplia mayoría a la oposición política en contra del PRSC.

El PRSC en cambio disminuyó sus votos en 217,802 con relación a su resultado en las elecciones de 1986, es decir a pesar de haber disminuido el 20% de sus votos, fue declarado ganador de las elecciones, de acuerdo a las reglas de esos comicios, donde la primera mayoría proporcional otorgaba la presidencia de la República.

Sin dudas, este resultado, en medio de las reformas constitucionales que planteaban presidentes por mayoría absoluta, y se efectuaban en diferentes países de América Latina, condicionó lo que sucedería cuatro años mas tarde cuando se presentó la crisis mas complicada que ha soportado, hasta el día de hoy, nuestro sistema democrático.

La madre de todas las crisis

Múltiples factores se unieron en 1994 para que se planteara el escenario de crisis electoral que estuvo al punto de romper con nuestra tradición de realizar elecciones cada cuatro años.

Sin dudas la realización de estos comicios estuvo condicionada por los cuestionados resultados de las elecciones de 1990 y los Estados Unidos a través de la USAID, la OEA, los partidos de oposición y la opinión publica, estuvieron atentos a que no se realizara un fraude electoral.

Sin embargo la composición de la JCE electoral fue cuestionada por la militancia política reconocida de algunos de sus miembros, especialmente el proceso de integración de Leonardo Matos Berrido, quien era miembro de la dirección política del PRSC.

Cuando al mediodía del 16 de mayo de 1994, José Francisco Peña Gómez, el candidato del PRD hizo la denuncia de el dislocamiento de miles de sus posibles votantes, los observadores internacionales se movilizaron para tratar de comprobar y resolver la situación, lo que se logró con una resolución dictada por la JCE para permitir que se votara en el lugar que indicaba la cédula de identidad y electoral, que fue emitida casi a la hora del cierre de las votaciones y que por lo tanto no tuvo ningún efecto sobre los resultados.

Lo ocurrido posteriormente fueron actos de intervención directa de parte de los Estados Unidos, la OEA y distintos gobiernos de la región, que pidieron a Balaguer la realización de nuevas elecciones o buscar una solución política a la crisis.

Después de discusiones interminables, siempre con la presencia de observadores extranjeros, se firmó el denominado “Pacto por la Democracia”, con la presencia de Balaguer, Bosch, Peña Gómez; donde se incluían una serie de reformas a la constitución que modificaría el cuadro político de la República Dominicana hasta nuestros días.

Dentro de las reformas, la mas importante para nosotros, era el planteamiento de que para ser electo Presidente de la República, se hacia necesario obtener la mayoría absoluta de los votos en la primera vuelta electoral, y si ningún candidato alcanzaba esa cifra, los dos que obtuvieran mayor cantidad de votos tendrían que medirse en una segunda vuelta electoral.

Perdiendo también se gana

Lo ocurrido con la reforma constitucional y las pretensiones del PRD y Peña Gómez de imponerle a Balaguer una solución que garantizara en el corto plazo la realización de un nuevo proceso electoral, se vieron entorpecidas por la actitud del PLD, que aunque había perdido gran parte de su apoyo en las urnas, se erigía como la tercera fuerza y por lo tanto participaba de las reuniones que buscaban solución a la crisis.

El PRD propuso elecciones en el plazo de un año, nombrar una nueva JCE y establecer un sistema de doble vuelta si es que ninguno de los que participaban obtenían el 40% de los votos validos.

El PLD por su parte hizo la propuesta de extender el periodo de Balaguer por dos años, realizar elecciones en 1996 estableciendo el sistema de doble vuelta electoral con el 50% mas uno de los votos como requisito.

Al final se firmó realizar elecciones en 18 meses (lo cambió la Asamblea Revisora a 24 meses), doble vuelta electoral con el 50% mas uno de los votos como piso de votos para obtener la presidencia de la República, lo que evidentemente fue acordado entre el PLD y Balaguer, porque favorecía al partido morado que era el mas pequeño de los tres partidos grandes y el que en ese momento tenía menos posibilidades de obtener el 40% de la votación popular.

Es decir, a pesar de que solo obtuvo cerca del 13% de los votos en las elecciones de 1994, el PLD con la negociación de la crisis se convirtió en una opción electoral valida al aliarse con Balaguer en el momento de las presiones internacionales, lo que le valdría para obtener el triunfo electoral con el nuevo sistema de elección presidencial de mayoría que se asumió en la reforma constitucional de 1994.

Dejando atrás las crisis post-electorales

Esta larga historia electoral de la era democrática de la República Dominicana, donde el signo de las crisis era lo usual y no la excepción, quedó atrás al cambiar el sistema por el que se elige a los Presidentes de la República.

Este cambio no es la única razón, para la estabilidad de nuestra democracia, que ha mostrado señales de madurez y a nadie se le ocurriría que alguien va a gobernar el país apoyado en las fuerzas de las armas.

Sin embargo, el cambio de metodología de elección ha obligado a la construcción de grandes bloques electorales, lo que se puede calificar como un bipartidismo multipartidario, expresado numéricamente en los resultados de los diferentes procesos realizados a partir del año 1996.

Si como recordamos, uno de los factores en los que descansa la estabilidad del sistema electoral norteamericano es el bipartidismo, pues en la República Dominicana, al igual que en otros países del continente, lo hemos logrado mezclando las siglas de diferentes fuerzas políticas con el fin de construir alianzas estables que se enfrenten en cada proceso electoral.

Dentro de la dispersión de ideas, partidos, posiciones, ideologías y hasta egos inflados; en nuestro país tenemos la conciencia de que el 50% mas un voto para ganar una elección obliga a los partidos con posibilidades de ganar a pactar antes o después de la primera vuelta electoral, lo que a su vez disminuye el nivel de confrontación personal y evita la destrucción de los puentes de entendimiento, que es necesario construir, entre fuerzas políticas al parecer contrarias.

El mas exitoso de todos es el Bloque Progresista, ideado por el presidente del PLD Leonel Fernández en el año 2006, pero antes de eso analizaremos las políticas de alianzas y construcción de mayorías políticas que han hecho de ese partido el ganador en 6 de los últimos procesos electorales realizados en el país, cinco de ellos para elegir al Presidente de la República, a partir de los 18 años que comenzaron en 1996.

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