Hablan los hechos

El presidente Barack Obama ha anunciado su estrategia para enfrentar al Estado Islámico (EI), la organización terrorista más peligrosa que se haya conocido jamás y que actualmente controla parte de los territorios de Irak y Siria.

La estrategia consiste en la realización de ataques aéreos contra las posiciones de los yihadistas y en brindar apoyo a las fuerzas iraquíes y a la oposición siria “moderada” para que se encarguen de hacerles frente sobre el terreno.

El anuncio del mandatario estadounidense se produjo justo cuando se cumplía el 13 aniversario de los atentados de del 11 de septiembre. Obama, como lo hizo su antecesor George Bush en el 2001, aprovechó el amplio repudio mundial provocado por los actos de crueldad cometidos por los terroristas para impulsar la conformación de una amplia coalición de países en respaldo a su estrategia antiterrorista.

Pero hoy, como en el 2001, existe la percepción de que en el plan antiterrorista de Estados Unidos se incluyen puntos de su agenda geopolítica. En aquel momento fue Irak, que se incluyó entre los blancos prioritarios de la campaña emprendida entonces sin nada que probara la existencia de vínculos de este país con la red Al Qaeda, a la que se le atribuía la autoría de los atentados del 11 de septiembre. Hoy es Siria, país víctima del EI, que por error fue armado y entrenado por Occidente para derrocar al gobierno de Bashar Al Assad y que se hizo tan fuerte que simultáneamente ha combatido en Irak con la idea de hacerse también con el control de ese país.

En septiembre de 2013 Obama hizo pública su intención de bombardear las posiciones del ejército sirio para facilitar el avance de los yihadistas, entre los cuales se encontraba el EI, bajo el alegato de que el gobierno de ese país había utilizado armas químicas. Hoy los ataques se realizarán, según lo que se ha anunciado, contra las posiciones del EI en territorio sirio y, al mismo tiempo, se le brindará apoyo a los grupos “moderados” que combaten a Al Assad.

Rusia, que ha sido por años un aliado del gobierno de Al Assad y que tiene una base militar en el puerto sirio de Tartus desde 1971, ha anunciado su enérgica oposición a este plan de la administración norteamericana.

Es curioso que en el plan de lucha contra el EI anunciado por Obama no se haya mencionado para nada a Libia, donde esa organización tiene uno de los tantos grupos armados que se disputan su control y donde actúa con la misma fiereza que exhibió al ejecutar salvajemente a Muamar Gadafi después de capturarlo vivo.

Además, llama la atención que Estados Unidos se haya inclinado por un plan idéntico al que sembró el caos en Libia y que al ser aplicado en Siria, aunque sin los bombardeos aéreos, dio como resultado la aparición del EI como la maquinaria terrorista más poderosa que se haya conocido jamás.

Es difícil imaginar cómo fue que en un país como Irak, que durante diez años fue ocupado militarmente por Estados Unidos y sus aliados como parte de una lucha sin cuartel contra el terrorismo, ocupación que terminó hace apenas tres años, de repente aparece un grupo terrorista que se hace con el control de una franja de territorio tres veces más grande que la República Dominicana, si a esta se le suma la parte del territorio sirio que tiene bajo su dominio.

El EI se creó en Irak como una rama de Al Qaeda para hacerle frente a esa invasión militar. Bajo la cobija de esta red terrorista el EI, que para entonces se denominaba Estado Islámico de Irak, logró establecer células en distintas ciudades iraquíes, protagonizando numerosos actos terroristas en los que murieron miles de civiles inocentes. Sin embargo, las fuerzas del gobierno lograron diezmarlo significativamente, dando muerte incluso a su líder Rashid al Gaghdadi. Pero, en el marco de la guerra civil siria este grupo logró renovarse, aprovechando la estrategia de occidente de armar a los grupos yihadistas dispuestos a combatir al gobierno de Al Assad.

El EI mantiene hoy bajo las armas a decenas de miles de combatientes. Informes de inteligencia de países árabes citados por respetados analistas dan cuenta de que no menos de 12,000 voluntarios extranjeros de numerosos países llegaron a Siria e Irak desde el 2011 para participar en el conflicto, siendo el EI el mayor receptor de esos yihadistas. Entre estos voluntarios se cuentan cuatro mil europeos y 500 estadounidenses.

Bien armado, organizado y financiado, el EI rompió sus nexos con Al Qaeda y proclamó su soberanía sobre Irak y Siria bajo el nombre de Estado Islámico de Irak y el Levante. Su líder, Bakr al Baghdadi, se proclamó “Califa Ibrahim del Estado Islámico”. Este es el Frankestein de la estrategia antiterrorista de Occidente, que tiene presencia no solo en Irak y Siria, sino también en Líbano, Gaza y Libia, como ya dijimos, y cuyo control se revela hoy como una tarea muchas veces más difícil que la propia invasión militar a Irak que se produjo en el 2003, pues de lo que se trata aquí es de combatir grupos cuya existencia no necesariamente está vinculada a un territorio y que pudieran desconcentrarse con cierta facilidad y mezclarse nuevamente con la población civil si las circunstancias lo exigieran.

Aunque hoy la atención se centra en el EI, lo cierto es que como resultado de la invasión de Irak se han constituido numerosos grupos terroristas, algunos de los cuales tienen presencia actualmente en Siria. Quiere decir que la posibilidad de que nuevos grupos radicales aprovechen la estrategia occidental contra el gobierno de Al Assad, de que Estados Unidos y sus aliados terminen armando y entrenando otra vez a sus propios enemigos y se originen nuevos conflictos, como ha ocurrido en Libia, es sumamente alta. En el contexto de la situación que se vive actualmente en la zona resulta una tarea sumamente difícil identificar quiénes son los “moderados”.

Un riesgo claro es el que deriva de la activa participación que actualmente tienen los kurdos en este conflicto. En el nuevo diseño político de Irak que se hizo después de la intervención militar los kurdos lograron autonomía en la parte norte. De hecho el Kurdistán funciona como un país independiente, sobre cuya extensión territorial no existen, sin embargo, acuerdos definitivos. En el marco de la actual campaña militar contra el EI los kurdos han actuado con gran resolución y su ejército se ha ido haciendo cada vez más poderoso, logrando ampliar el territorio bajo su control. Esto plantea una complicada discusión en el futuro sobre los límites territoriales del Kurdistán.

A pesar de que el EI es la mayor amenaza terrorista de toda la historia, la estrategia de Obama para hacerle frente es manos resuelta que la desarrollada por su antecesor en Irak, pues esta no incluye el despliegue de tropas terrestres, una debilidad que hoy le critican los especialistas en asuntos militares, que entienden que los ataques aéreos pueden restarle movilidad al enemigo pero no aniquilarlos. Para eso, dicen, hay que emplear unidades que los combatan cuadra por cuadra, algo que las tropas iraquíes no están en capacidad de hacer por sí mismas. Sin ser especialista en asuntos militares, esa observación ya la habíamos hecho en un trabajo anterior al estudiar lo que ha estado ocurriendo en Libia.

La efectividad limitada de los ataques aéreos y las dificultades de las tropas iraquíes para aprovecharlos en su beneficio se ha evidenciado en la práctica misma. Desde el pasado 8 de agosto la aviación militar norteamericana ha realizado unos 150 ataques aéreos contra agrupaciones del EI en suelo iraquí, donde el Pentágono mantiene, además, 1,200 efectivos militares. Pese a eso, el territorio bajo control de los yihadistas se ha seguido expandiendo.

La lucha contra el terrorismo nunca será exitosa mientras no se ataquen paralelamente sus raíces, mientras no se trate con respeto a los pueblos árabes, sus creencias, cultura, tradiciones y su milenaria historia. Las bases de sustentación del EI está en el descontento que impera en las provincias suníes de Irak, entre otros factores, por la brutalidad de las fuerzas del gobierno iraquí, mayoritariamente chiita.

El mundo entero se estremeció por el cruel asesinato de dos periodistas norteamericanos protagonizado por yihadistas del EI. La reacción de Occidente ha sido airada y razones no le faltan.

Pero, de la misma forma la comunidad internacional se sintió consternada por la muerte de centenares de palestinos, incluidos niños, mujeres y ancianos inocentes, como consecuencia de los bombardeos despiadados del ejército israelí en la franja de Gaza. Mientras eso se producía, Estados Unidos aprobaba nuevas ayudas militares a Israel por cientos de millones de dólares y los países europeos disimulaban la mirada.

La lucha es también ideológica y en este campo Occidente, que ha proclamado arrogantemente la superioridad de sus valores, tampoco está ganando la guerra contra los el terrorismo. Sorprendentemente, las ideas de los violentos han penetrado también las sociedades occidentales sin contar con influencia alguna en los medios masivos de comunicación, lo que se evidencia con la increíble cifra de ciudadanos europeos y norteamericanos que toman parte en el conflicto y que en el ambiente de la guerra se manifiestan como fieras salvajes sedientas de sangre.

Al parecer, el yihadismo abreva también en el descontento que hoy prevalece en las sociedades occidentales, en donde los indicadores sociales se han deteriorado significativamente y en donde hasta los sentimientos separatistas parecen multiplicarse.

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