Humberto Almonte

La fama y la fortuna prodigadas por la industria Hollywoodense llevan adjuntas niveles de exigencias apenas soportables para los habitantes de este conglomerado de artistas, técnicos e inversionistas.
El glamur que despide una ciudad atascada en el tránsito y las luces rutilantes, cobra su precio en la sanidad mental de las estrellas, pues no todas están preparadas para triunfar, mucho menos acostumbrarse a la rutina extenuante de actuar dentro y fuera del escenario.
El camino al éxito en las pantallas alrededor del mundo está sembrado de cadáveres y esto no es una metáfora, es la realidad de las oportunidades, muchas veces para su propia perdición.
Los suicidios recientes de varios actores y directores no son más que un tributo a los dioses del espectáculo, sacrificios humanos que necesita la inclemente maquinaria del gran espectáculo fílmico de la costa oeste para mantener funcionando el mágico entramado de sueños interminables y placenteros.
La muerte de Marilyn Monroe, el 5 de agosto de 1962, por la ingestión de una dosis elevada de barbitúricos, representa uno de los más famosos casos de una persona que decide terminar con su vida, agobiada por la presión.
Al margen de las teorías conspirativas de siempre que ligan a la familia Kennedy en este caso, dándole ribetes de crimen de estado, se ha demostrado un patrón de conducta en la Monroe, que dan verosimilitud a su suicidio.
Marilyn provenía de un ambiente y un hogar que lo menos es que puede catalogarse es de disfuncional, y así mismo fue su vida, agudizada por métodos de trabajo que aniquilan a las personalidades frágiles como ella.
Billy Wilder dijo: “El problema de Marilyn era que se enamoraba con mucha rapidez, no era la clase de mujer que se supone debe ser un símbolo sexual, y eso la mató…era una mezcla de pena, amor, soledad y confusión”. El típico caso de una personalidad asesinada por la fama, si nos vamos al significado mas profundo de las palabras dichas por este genial director.
El actor australiano Heath Ledger, falleció cuando estaba en el pináculo de su carrera, con actuaciones notables en films como Brokeback Mountain y I´m Not There y personificó al notable personaje del Joker en The Dark Knight, por el cual ganó póstumamente el premio como Mejor Actor de Reparto.
Algunos catalogan su muerte a los 28 años, como producto de una sobredosis accidental de medicamentos recetados, pero están plenamente registrados los testimonios aportados por varios de sus colegas acerca del consumo excesivo de píldoras para dormir y las quejas de Ledger sobre lo exhausto que lo tenia el trabajo.
La autopsia da como causas de su fallecimiento una intoxicación aguda por el consumo de varios medicamentos combinados, aunque las circunstancias no fueron debidamente aclaradas y aun hoy existen muchas dudas sobre estas explicaciones dadas por las autoridades.
El camaleónico Philip Seymour Hoffman fue encontrado muerto en su apartamento en Manhattan debido a una sobredosis de cocaína y heroína. En su brazo encontraron una jeringuilla y a su lado un sobre con heroína.
Hoffman tenía una historia de adicciones que lo llevaron en mayo del 2013 a internarse en un centro de rehabilitación para tratarse por el consumo excesivo de medicamentos y heroína.
Visionando la película La Familia Savage (2007), podemos concluir que su personaje, Jon Savage, compartía características con Seymour Hoffman, y me atrevería a decir, que el actor se interpretó a si mismo en este filme, desnudando sus problemas, sus fobias y dejando en claro que muchas veces es la vida la que imita al arte y no lo contrario.
Una verdadera conmoción provocó la noticia del suicidio de Robín Williams en forma pocas veces vista, y esto, debido a la forma de este payaso, fue amado por la interpretación de múltiples personajes, que lo situaron de manera perenne en el imaginario colectivo.
Las causas de tan desafortunada decisión pudieron ser el descubrimiento, como lo anunció su esposa, de que padecía Parkinson, o como lo asegura su amigo, el comediante Rob Schneider y algunos relacionados, de que el coctel de medicinas que tomaba para el tratamiento de la enfermedad provocó el deterioro del estado mental del actor que había padecido de depresión y adicciones a las drogas.
Williams, cuyo manierismos e improvisaciones deleitaron al publico durante años, sufría de bipolaridad, pero también poseía un nivel de inteligencia de 135, certificado por Mensa , la asociación internacional de superdotados.
El nivel de stress y los requerimientos laborales y artísticos son elementos imprescindibles para darse cuenta de la realidad diaria que enfrentan estos individuos que viven en un estado de acoso permanente por los medios de comunicación, afectando seriamente su estabilidad emocional.
La decisión de terminar con sus vidas puede parecer a simple vista como a dos desesperadas o sin explicación, si la miramos con los ojos de la gente común o de las especulaciones periodísticas, o como una compleja acumulación de hechos que afectan al individuo, si hacemos caso a los profesionales de la salud mental.