Margarita Cedeño

Las tendencias del mercado laboral indican que una condición absolutamente necesaria a la hora de contratar a un recurso, lo es el dominio de las Tecnologías de la Información y Comunicación.
Esto así porque, como ha planteado la Universidad de Valencia en un informe sobre el mercado laboral “la revolución de la información y el surgimiento posterior de la Sociedad de la Información han tenido un efecto de fundamental importancia en la forma de organizar la producción de bienes y servicios”, en consecuencia, impactando las capacidades requeridas a los recursos humanos.
Esto requiere que pensemos en la necesidad de introducir tecnología en las aulas de todo el sistema educativo, de manera que los estudiantes tengan contacto con las herramientas tecnológicas desde la primera infancia.
Esto es vital en un mundo donde existe un flujo de información de dimensiones incuantificables, lo que pone al profesor en una situación difícil, dado que no es el dueño del conocimiento, sino que el estudiante tiene, a la distancia de un click, distintas fuentes de conocimiento.
Los expertos plantean que la disponibilidad actual de tecnología, a bajo costo, plantea un escenario caracterizado por una nueva relación con el saber y con nuestras prácticas de aprendizaje. A su vez, esto demanda proveer a los estudiantes del acceso al amplio rango de recursos que están disponibles en la internet; la participación de los estudiantes en experiencias de aprendizaje que aprovechen la tecnología; al igual que la interacción con recursos que desarrollen su capacidad de innovación y emprendimiento.
Todas estas habilidades a ser desarrolladas con apoyo de la tecnología, permitirán a nuestros estudiantes integrarse a un mercado de trabajo de puestos calificados.
Muchos países ya se han embarcado en la tarea de llevar la tecnología a las aulas. En el caso nuestro, enfrentamos los retos que el sistema educativo arrastra desde hace años y que están siendo atendidos por este Gobierno, mediante la Revolución Educativa.
Sin embargo, debemos evaluar las experiencias de países como Venezuela, Argentina, Estados Unidos, Finlandia, Noruega, Corea del Sur, Suiza, entre otros; países que han implementado distintas soluciones tecnológicas en la escuela con diferentes resultados. De esa manera, una vez estemos en condiciones de realizar la inversión que requiere un proyecto de esa envergadura, podamos tomar una decisión correcta.
Esto requiere analizar los resultados de proyectos como “One Laptop per Child”, pasando por los que han desarrollado Apple, Microsoft, Samsung, Google, Cisco, Schoology y otros más, muy innovadores como soluciones tecnológicas para centros educativos.
Integrar tecnología en las aulas es parte de la respuesta hacia un mercado laboral cambiante y cada vez más competitivo, que exige de los recursos humanos una mayor y mejor formación.
Pero además, este objetivo también beneficia al sistema educativo en cuanto a eficacia y eficiencia. Permitirá al profesor un mayor aprovechamiento de los contenidos, un mejor uso del tiempo y una relación más productiva con el alumno, desde la individualidad. Para el estudiante, redunda en formas más creativas de obtener conocimientos, utilizando herramientas que forman parte de su día a día.
Los padres, por su parte, podrán involucrarse más en la formación de sus hijos, recibiendo informaciones constantes sobre el progreso y los retos que ellos enfrentan. El sistema educativo, como un todo, se beneficiará en una disminución de los costos de impresión de materiales y en una mayor eficiencia en el proceso de formación.
La UNESCO, en un informe titulado “Trusting the Unknown: The Effects of Techonology Use in Education (Creer en lo desconocido: Los efectos del uso de la tecnología en la educación)” afirma que la necesidad de invertir en tecnología para la educación radica en que los modelos económicos preeminentes están basados en la sociedad del conocimiento y que los procesos productivos están basados en herramientas tecnológicas.
De igual manera, la escuela es el escenario ideal para el cierre de la brecha digital, una brecha que amenaza con profundizar los efectos negativos de la desigualdad social existente. Además, como afirma UNESCO, “el concepto de cultura ha evolucionado, no solo porque la tecnología ha impactado los contenidos culturales, sino porque también se exige de la escuela una atención a la cultura que está alimentada por lo digital”.
Finalmente, el funcionamiento mismo de la sociedad está condicionado por el desarrollo tecnológico. Los ciudadanos del futuro cercano tendrán que utilizar medios electrónicos para participar de los procesos políticos (e-democracy) y de la conducción de las políticas públicas (e-administration).
En definitiva, todo esto debe iniciar con la integración de la tecnología a las aulas, para que las siguientes generaciones estén preparadas para los retos que se ciernen sobre el mundo en el que vivimos.