Opinión

El lunes de la pasada semana arribé a Guatemala para llegar al Parlamento Centroamericano, PARLACEN, y asistir a las reuniones de mi comisión, mi grupo ideológico y a la sesión plenaria. Durante la noche sostuve encuentros con algunos líderes políticos e individuos vinculados a organismos que forman parte del Sistema de Integración de Centroamericana, SICA. Con los políticos abordé temas como la seguridad ciudadana, la pobreza y los conflictos armados en Oriente y Euroasia, sin dejar de tocar el de la integración de nuestra subregión.

Con los amigos que forman parte de los órganos o instituciones ligadas a la integración conversé, obviamente, sobre integración. Y sobre ésta, los segundos y los primeros, afirmaron que el proceso atraviesa por un período de estancamiento que pone en riesgo el acuerdo de asociación con Europa, que exige como condición el establecimiento de la unión aduanera entre los miembros del SICA. Este condicionamiento incluía la obligatoria participación de Costa Rica en el PARLACEN, cuestión que los ticos ladearon con tal maestría que las primeras negociaciones se celebraron en aquel país sin que éste se comprometiera a participar en el órgano político del sistema.

Mi juicio sobre la cuestión fue más radical: “la integración centroamericana involuciona”. Hecha mi afirmación, políticos y técnicos, en las reuniones, que fueron separadas, recogieron la afirmación anotada sobre el estancamiento para suscribir la que evacué adornada de datos que la convertían en contundente, ya que muchos de los que participaron en los encuentros han sufrido en carne viva los golpes que se les dan a la facilitación de comercio, para solo referirnos a lo más simple y dejar de lado lo relativo los avances que en materia comunitaria se habían logrado y se pierden entre los caprichos de los presidentes, y los miedos de grupos empresariales, que no asimilan aún lo de las fronteras abatidas con todas sus complejas marañas comerciales manejadas por los grandes y los que se agrupan para blindarse y convertir la situación en oportunidades provechosas.

El martes, en mi comisión, la de integración, economía y comercio, introduje el preocupante tema. Dije que estábamos desperdiciando una magnífica oportunidad de integrarnos y utilizar este instrumento económico y político de última generación para hacerle frente a un reordenamiento geoeconómico que desorienta a países desarrollados, hundidos en los problemas estructurales que les causaron sus apuestas por la economía irreal, y pone a naciones emergentes a la vanguardia de los mercados mundiales con la consecuente crisis de hegemonía que esto genera abriendo espacio para los más hábiles.

El expresidente de Guatemala, Álvaro Colom, presente porque pertenece a esta comisión, asintió añadiendo que el estancamiento o retroceso se sufre debido a la falta de voluntad política. Al día siguiente se integró a los trabajos Ricardo Martinelli, quien hasta hace un par de meses fue el jefe de la administración pública panameña, y sin saber lo que yo había hablado con los políticos y los especialistas en integración; sin haber oído lo que dije en la reunión del día anterior y sin saber que el ex mandatario chapín tenía la misma opinión que el resto, se destapó diciendo que se integraba al PARLACEN para aportar a su fortalecimiento y ayudar a sacar al proceso de integración del estancamiento en que se encontraba.

La agenda para hacer avanzar el proceso, aunque sea a varias velocidades, se conoce: entrar en la unión aduanera y darle facultades vinculantes al PARLACEN; lo demás viene solo, porque con estos pasos se dinamizaría el comercio y se comenzaría a estructurar todo el armazón jurídico llamado a construir un espacio geoeconómico subregional comprometido a integrarnos además en lo político y lo cultural. A partir de entonces el instrumento podría ponernos en el carril del desarrollo si sabemos aprovechar las oportunidades que ofrece una economía global abierta que también es dura y despiadada.

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