Opinión

La Seguridad vial no se refiere exclusivamente a los accidentes de tránsito y conteo de los muertos por esta causa, sino a crear políticas eficaces, eficientes y sostenibles para evitar que ocurran.

Para ello, lo primero que tienen que hacer las autoridades y las comunidades afectadas, es reconocer que existe este problema epidémico que puede ser evitado. Y que como tales, no son accidentes sino siniestros, una forma de violencia multifactorial tratable, identificable, diagnosticable, prevenible.

A partir de esa premisa, se pueden establecer las reglas de juego para que se respeten las normativas de desplazamiento por los ciudadanos y autoridades.

Estoy hablando de legislación sobre seguridad vial específicamente, la cual no existe en República Dominicana. Dicha ley deberá contemplar la existencia de un órgano rector único, responsable de todo lo concerniente al tema, provisto de autoridad y con autonomía administrativa, gerencial y financiera.

En la República Dominicana, en los actuales momentos se requiere de iniciativas de Estado en materia de seguridad en la circulación que conlleve al fortalecimiento de la relación Estado – Sociedad – Gobiernos Municipales.

Los indicadores de siniestralidad sugieren la entrada en vigencia de un Pacto Inminente con incentivos para erradicar esta problemática, un Pacto Nacional que convoque a todos los sectores políticos, sociales y productivos hacia un fin común que sería el de trabajar simultáneamente sobre todos los factores de riesgos que predominan en la red viaria nacional, en principio, con un programa expandible hasta llevarlo en todo nuestro territorio.

Previamente, debe funcionar una oficina coordinadora, responsable de diseñar y ejecutar las políticas públicas del Estado Dominicano a través de un plan de seguridad vial sostenible y sustentable; que maneje una estructura organizacional conformada por un personal renovado, técnicamente preparado y con tecnología de última generación.

En este organismo tiene que predominar el ingenio, el talento y la creatividad, siendo una Agencia capaz de aplicar un Sistema de Gestión Interinstitucional transparente y funcional, con un liderazgo labrado sobre la base de una democracia participativa y con calidad y autoridad profesional para observar leyes y disposiciones referidas al tema.

La seguridad vial ha de comprenderse como un tópico de alta política con sentido ético y moral, contemplado en la Agenda de Desarrollo y en los programas de los Partidos Políticos. Integrarse a los presupuestos de la nación y de los ayuntamientos, además de las empresas públicas y privadas, por su nexo con la producción.

Comparto en esta oportunidad nuestra teoría que algunos expertos en seguridad vial llaman “Roseta de Holguín”, en donde promovemos desde el 2006 la relación Estado-Sociedad-Gobiernos Municipales en el mejoramiento de los factores de riesgo en las vías.

La seguridad en el tránsito debe desarrollarse de la mano con el sector comunicacional, consciente de que está íntimamente vinculada a los temas de justicia y respeto al estado de derecho y la Constitución; atado a salud, educación, medio ambiente, economía y desarrollo infraestructural; tecnologías.

e innovación. Pero también, tiene que ver con competitividad turística; disminución de la brecha de la pobreza; desarrollo de la juventud y de la mujer; ahorro energético; cohesión e integración de los pueblos y comunidades, tanto nacionales como internacionales; con la seguridad pública.

Y aunque nadie lo piense, mantiene una estrecha relación con las normas y políticas de importación de medios de transporte; con las políticas transfronterizas y los gastos de los organismos de defensa y protección ciudadana y territorial.

En una ocasión, en la que pretendía abordar el tema de las tragedias viales en nuestro país con un importante comunicador, este me sorprendió al decirme que él estaba convencido de que era un fenómeno que obedecía a un plan global de control del crecimiento poblacional, por eso el tema se dejaba al libre albedrío.

Hasta no comprenderse la complejidad, envergadura y gravedad de este asunto, la inseguridad en nuestras vías seguirá arrojando ESTADÍSTICAS INACEPTABLES sin que se tomen las decisiones necesarias y pertinentes para remediarlo.

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