El año 2014 será recordado entre muchos otros eventos mundiales, por la estrepitosa caída de los precios de los hidrocarburos, los cuales han visto descender sus precios de más de US$100 dólares el barril, a menos de US$ 60. Esta caída de casi un 60% desde junio pasado ha repercutido en todos los mercados globales, donde los importadores como Republica Dominicana lo han visto como una bendición, y productores como Irán, Rusia o Venezuela, están sufriendo los efectos negativos de la caída en sus ingresos.
La gran reducción en los precios de los hidrocarburos se acentuó desde noviembre pasado cuando la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEC, en ingles) rehusó recortar sus niveles de producción en respuesta a los crecientes niveles de inventarios y frente a un futuro sombrío para un aumento marcado en la demanda. Esta posición, encabezada por Arabia Saudita, fue interpretada como un esfuerzo para evitar que productores de más altos costos, como los que extraen el petróleo por método del fracturación hidráulica, principalmente en los Estados Unidos de Norteamérica.
Estos movimientos continuos de precios hacia la baja han provocado diversas reacciones, sobre todo de voces autorizadas vinculadas a la industria de los hidrocarburos. Al cerrar el pasado mes de enero, el Secretario General de la OPEC, Abdulla al Badri dio declaraciones a la prestigiosa agencia noticiosa Reuters en las cuales exponía su criterio de que los precios están al punto de repuntar hacia el alza. En sus declaraciones reveló que a su criterio sería posible ver a los precios del crudo incrementarse hasta más allá de US$200 el barril.
Estos comentarios fueron contrastadas con las declaraciones del príncipe Saudi, Alwaleed bin Talal, miembro de la familia real de su país y su más prominente empresario, poseedor de una fortuna estimada sobre los 33 mil millones de dólares, quien razonó que si la oferta permanece a sus niveles actuales y la demanda débil, las expectativas son de que los precios podrían reducirse aun mas. Dejo entrever que los precios solo volverían a subir si la producción mundial se redujera de sus niveles actuales, y aun así, aseguraba que no se volverían a ver precios por encima de los US$100 el barril.
Expreso que si su país, Arabia Saudita, redujese su producción en 1 ó 2 millones de barriles, seguramente dicha reducción fuese asumido por un aumento de producción de otros países. Ello significa que disminuir sus niveles actuales de producción conllevaría no tan solo menos hidrocarburos producidos, sino también menos ingresos por los precios reducidos que se viven actualmente.
Así mismo, el principal ejecutivo de la petrolera British Petroleum (BP), una de las seis mayores empresas de gas e hidrocarburos del mundo, productor de unos 3.2 millones de barriles diarios, ha ratificado que no volveremos a ver petróleo por encima de los US$100 por un largo tiempo. Según sus estimaciones, el mundo puede esperar precios por debajo de los US$60 el barril al menos por los próximos tres años. Comparó el estado actual de precios con el escenario reinante en el 1986, cuando se redujo el precio de US$30 el barril a US$10, y dicho nivel de precios no se alteró hasta el 1990, cuando Irak invadió a Kuwait.
Mientras estos escenarios se cumplen, nuestro país recibe el alivio que nos representan los actuales niveles de precios, sobre todo en una necesidad de un menor subsidio al sistema eléctrico interconectado, donde estimaciones calculan que el ahorro anual podría alcanzar los US$800 millones, y el ahorro global del país ascendería a los us1,200. Así mismo, los precios reducidos de los combustibles refinados como la gasolina y gasoil le representan un alivio al consumidor, al comercio y la industria, aunque los precios de bienes y servicios finales poco reflejan estas reducciones, y el transporte publico se comporta como si aun estuviéramos comprando petróleo a U$ 106 el barril en vez de los US$48 actuales.
El país debe seguir aprovechando la situación actual de precios para introducir y seguir profundizando cambios estructurales que podrían prepararnos mejor para cuando los precios reboten y comiencen a subir. Infraestructuras como el Metro y sus faltantes líneas alimentadoras, así como las disipaciones y acciones para el cambio de la matriz energética son ejemplos específicos de tales acciones.