¿Que es un alexitimico? Vamos a definir y a entender este término. El profesor emerito de la universidad de Harvard, Peter Enmanuel Sifneos (Grecia 1920), acuñó el término griego alexitimia -que significa etimológicamente «sin palabras para los sentimientos». El concepto de Alexitimia había sido estudiado durante varias décadas por diferentes autores. Polavsky, Ruech y Groen y Bastiaans, entre otros, estudiaron el fenomeno, pero tal y como lo conocemos actualmente fue introducido por Sifneos en 1973.
El mismo describía un conjunto de síntomas observados en pacientes con diferentes tipos de enfermedades psicosomáticas. Este tipo de enfermedades son las que se producen o agravan debido a fenómenos como el estrés, la tensión, los cambios radicales en el estilo de vida y las emociones, entre otros. Nos sorprendería saber lo frecuente que son. Para tener una idea, casi un 12% de la población europea sufre este tipo de molestias, y se considera que una cuarta parte de las personas que acuden a consultas médicas de atención primaria presentan este tipo de enfermedades.
Definiremos pues Alexitimia como la ausencia de palabras para expresar las emociones: la dificultad en identificarla y describirla, al igual que poseer una vida pobre de fantasía interna. El nacimiento de la Alexitimia se da como concepto en la medicina psicosomática, incluyendo un conjunto de rasgos de personalidad. Segun Sifneos, entre estos podemos mencionar la dificultad para identificar sentimientos, la confusión frecuente entre señales emocionales y síntomas de enfermedad. Igualmente la dificultad de expresar de forma verbal las vivencias afectivas; pobreza de la fantasía y un pensamiento centrado en detalles externos, sin contacto con el mundo vivencial interno.
Pero no será hasta la década de los ochenta, que el concepto pasa a concebirse como un factor de riesgo en trastornos relacionados con la regulación de las emociones: la depresión; el trastorno de estrés postraumático; el trastorno por angustia; los trastornos alimentarios y las adicciones, entre otras.
La Alexitimia ha recibido diversas explicaciones, psicoanalíticas, neurofisiológicas, socioculturales y genetistas. Pero más que en sus explicaciones, centrémonos ahora sus síntomas y consecuencias.
Dificulta enormemente las relaciones interpersonales en la vida diaria de un individuo. Su incapacidad para mostrar alegría o entusiasmo ante una buena noticia les etiqueta como personas frías y pragmáticas. La incapacidad para regular sus emociones, simplemente porque no saben identificarlas, ni expresarlas, ni siquiera reconocerlas, esto eleva el nivel de sufrimiento.
Son personas con baja capacidad de introspección y fantasía. Por tanto, una vida interior muy pobre. Tienen una mínima empatía, lo que no les permite reconocer emociones en los otros, ni por supuesto identificarse con ellas. Son individuos que hablan poco, se muestran serios y aburridos, demasiado prácticos y racionales. Su forma de pensar se dirige hacia lo externo y lo concreto.
Presentarán una gran dificultad en el manejo de sus afectos, lo que se reflejará indefectiblemente en sus vínculos afectivos. Tanto las relaciones personales, familiares, como de pareja se verán muy afectadas. Podrán llegar a la dependencia emocional de una pareja y paralelamente al aislamiento social del resto. Su vida sexual reflejará el producto de todo lo anterior: falta de deseo, disfunción eréctil, entre otros fenomenos. Sus reacciones serán desproporcionadas ante emociones que no identifican ni manejan. Se mostraran impulsivos pero conformistas.
Esto nos lleva a cuestionarnos si regulamos adecuadamente nuestras emociones. Sí en ocasiones nos hemos sentido con alguno de los síntomas descritos. Según diferentes investigaciones, al final de nuestro segundo año de vida debemos desarrollar el orgullo de nuestra autonomía, en caso contrario comenzará nuestro tortuoso camino viviendo bajo el peso de la vergüenza.
Nos enfrentamos a dos tipos de posturas: los que no han tenido capacidad para desarrollar sus propias habilidades para enfrentarse a las tormentas emocionales. Estos individuos trataran de controlar sus emociones, pensando que esa es la mejor solución. Pensar, pensar y pensar. Mientras que la posición contraria seria espontaneidad: sentir, sentir, sentir, son mas intuitivas y apasionadas, exaltan las virtudes.
Desde el comienzo de la historia se han contrapuesto la pasión y la razón. Dicen que la emoción moviliza y la razón guía. Descartes decía: “pienso luego existo”. Hemos recibido mensajes un tanto contradictorios donde en ocasiones se le da prioridad a los pensamientos y en otras se nos indica que confiemos en nuestros sentimientos.
¿Cómo saber sí somos demasiado racionales o demasiado impulsivos?
Si nos centramos en cuestiones de género, el hombre por naturaleza, cultura y creencias inadecuadas se ha visto obligado durante toda su vida a encubrir sus emociones. Por ende no mostrará sus verdaderos sentimientos, ya que pudieran parecer poco adecuados. Existe el temor a ser catalogados como demasiado sensibles, excesivamente amorosos, miedosos o llorones. Esto les ha obligado a crearse una coraza y mantener todas esas emociones guardadas en lo más hondo de su ser. Fingiendo de esta forma ser lo que no son. Pero en contraposición, del otro lado se sienten cómodos y libres de mostrar una ira desmedida, un fuerte enojo, un bajo autocontrol. Esto les etiqueta como hombres fuertes y decididos, empoderados, muy masculinos. En eso las mujeres llevamos ventaja. Se nos ha permitido mostrar una gran parte de nuestras emociones y sentimientos abiertamente, sin temor a la critica.
Esto nos hace preguntarnos, ¿dónde nos lleva esta alexitimia? ¿Qué supone en nuestra vida? Antes éramos mas afectivos, nos vinculábamos más y mejor, nos mostrábamos más humanos. Ahora somos más tecnológicos, menos gregarios, más colectivos, buscamos el reconocimiento y los apegos con un número elevado de “likes” en Facebook, Instagram o twitter, o cualquiera de las redes sociales.
Antes, la familia completa compartía. Se disfrutaba de la pareja, de los hijos, existía el apego, el sentido de pertenencia. Sabíamos, nos preocupábamos y disfrutábamos con los amigos, los vecinos, la familia. Conocíamos de sus inquietudes, sus sueños y sus frustraciones. Éramos solidarios, altruistas, nos involucrábamos y eso nos llevaba a una convivencia afectiva. Ahora somos impersonales, distantes y así enseñamos a nuestros hijos. No nos miramos a los ojos. No identificamos el lenguaje no verbal, que supone un 93% de nuestra forma de comunicarnos.
Cada vez realizamos menos esfuerzos para entendernos, lo que lleva consigo una pobre comunicación, una inadecuada forma de interactuar con las personas con las que nos relacionamos. Un 50% o más de divorcios es una cifra a ser considerada. Hemos disminuido de forma alarmante nuestra capacidad para expresar y vivir la pasión. Hemos olvidado la ternura de palpar y olfatear el olor de la piel. El sentir la respiración, los pasos, los ruidos personales que nos proporcionan tanta información y satisfacción de las personas con las que vivimos y compartimos, a las que amamos. Sencillamente, es una vida fría, distante. Somos analfabetos afectivos, y emocionalmente pobres.
Ahora cada miembro de una familia aspira a poseer su propia televisión, su propio celular, su propia laptop, su habitación individual, sin necesidad de espacios familiares compartidos. Sí se sientan juntos en una mesa en un restaurante no intercambian palabras, su atención está centrada en sus celulares. Igualmente en el vehiculo, en el avión, en un hotel. No hay tertulias familiares, no hay juegos compartidos, no hay risas en familia. Vivimos solos, aislados. Las áreas de nuestro cerebro que se relacionan con las emociones van a pasar a un estado inactivo.
¿Cómo vivir una vida en la que no sientes? El alexitimico acaba desarrollando una fobia social, se aísla, se vuelve huidizo, se encierra en sí mismo. Su autoestima baja, su desempeño laboral es inadecuado, carece de proyectos de vida, no sabe manejarse ante situaciones ordinarias de su diario vivir. Su vida emocional es prácticamente inexistente. Una persona hueca, indiferente, desvinculada, desmotivada.
La Alexitimia ya forma parte de nuestro presente y toda apunta que será parte de nuestro futuro. Un futuro oscuro carente de emociones.