Luego de hablarles acerca de los teóricos radicales, los que concibieron la administración interaccionista como antítesis de la administración funcionalista -la que se encontraba enraizada en el consenso positivista- quiero referirme a las ideas principales de los modelos constructivistas, como una forma de ir plasmando a grosso modo, los paradigmas educativos, a través del tiempo. Los teóricos del constructivismo sostienen que el individuo humano aprende a través de actividades, es decir, ellos afirman que el aprendizaje es esencialmente activo. Según el modelo, las experiencias previas son la base de lo que se aprende, lo que convierte el aprendizaje en una especie de eslabones que se entrelazan con las experiencias previas, formando una gran cadena de conocimientos fundamentados en las estructuras mentales de la persona en particular o del equipo en sentido general, cuando unifican los criterios básicos de lo aprendido.
Este modelo encarna las diferentes tendencias de investigación en las áreas de la psicología y la educación, desarrolladas por Piaget en los albores de la segunda mitad del Siglo pasado, en Suiza. Jean William Fritz Piaget se hizo famoso a través de sus estudios sobre la infancia, fue el creador de la epistemología genética y en el área psicopedagógica, su teoría constructivista del desarrollo de la inteligencia ha contribuido grandemente en los avances de la práctica escolar desarrollada en los procesos del aula. En ese mismo orden, Jerome Bruner, neoyorquino catedrático de Harvard, desarrollo entre los años 1960-1966 una teoría constructivista a la que llamó “aprendizaje por descubrimiento.” Entendemos por aprendizaje por descubrimiento, aquel que puntualiza en el hecho de que las personas aprenden por sí mismas, a través de un proceso en donde descubre y aprende. Esta posición metodológica entra en conflicto con el método de aprendizaje por recepción, en donde uno que sabe enseña a uno que no sabe.
Este “aprendizaje por descubrimiento” es una conceptualización basada en la psicología cognitiva. Asimismo, David Ausubel, neoyorquino de origen judío, enfatiza en sus ideas acerca de la metodología expositiva. Este método se fundamenta en la recepción, definiendo la exposición del catedrático como el método que más se adecúa al aprendizaje significativo. Bruner por su parte, enfatiza el aprendizaje por descubrimiento, en donde el docente proporciona materiales pertinentes, estimula el descubrimiento para aprender en un proceso de observación, comparación, ensayos, análisis, reflexiones, entre otros modos, aprendan en forma activa.
El “aprendizaje por descubrimiento” persigue, que el sujeto supere lo que él define como aprendizaje mecanicista, es decir, que se queda en la mecánica del conocimiento sin capacidad de entrar en el dinamismo de ese conocimiento, explicándolo al detalle, analizando los por qué y los para qué del mismo. En ese mismo orden, el “aprendizaje por descubrimiento” debe garantizar la conceptualización de lo aprendido. También J. Bruner afirmaba, que este aprendizaje debía estimular a los participantes hacia la formulación de suposiciones desarrolladas en la intuición, que posteriormente tratarán de confirmar en forma sistemática. En ese sentido, según el autor de estas ideas, deben potenciarse las estrategias metacognitivas y la actitud que pueda desarrollar una metodología para aprender a aprender. Esto así, debido a que el proceso enseñanza aprendizaje es tan importante como el producto que emana del proceso. Esto asi, debido a que el desarrollo de la comprensión conceptual y el desarrollo de las destrezas y las estrategias cognitivas, son el objeto básico de la educación y se encuentran por encima de la adquisición de información factual. El autor enfatiza la importancia de estimular la autoestima y la seguridad, es decir, que el individuo desarrolle positivamente la confianza en lo que sabe, en su capacidad de autodidacta y la plenitud de que sabe lo que tiene que hacer en el desarrollo de su profesión. en contextos funcionales, significativos y auténticos, en donde el docente asume la importancia de ceder su protagonismo a los alumnos, quienes asumen el papel fundamental en su propio proceso de crecimiento y desarrollo, en camino a su autoformación. En este modelo los alumnos se convierten en emprendedores responsables de su compromiso de aprendizaje, en un proceso participativo, colaborativo y de auto disciplina. La disciplina consciente, asumida como postura por los estudiantes, los pone en el camino de lograr con éxito, entender y comprender, para poder exponer la relación que existe entre el ámbito de lo teórico y el ámbito de la práctica.
No hay dudas en que el constructivismo concibe el hecho de aprender, como una actividad personal y muy particular, la que está enmarcada en contextos funcionales, significativos y auténticos. Es en este contexto que los profesores se convencen de la importancia de colocarse en segundo plano dentro del aula, para situar a los alumnos en el protagonismo del desarrollo de las clases. En el constructivismo psicológico, se auto aprende, mediante un proceso donde se desarrolla la existencia de un aprendizaje por el descubrimiento, la experimentación y la manipulación de realidades concretas. En este proceso, es importante destacar, el crecimiento humano, cimentado en un pensamiento crítico, en donde el dialogo y cuestionamiento continuo, son herramientas fundamentales. No podemos negar, que el origen del conocimiento se encuentra en la sociedad, la que inmersa en una cultura, dentro de una época históricas, produce los individuos que deberán responder a sus necesidades esenciales, garantizando perspectivas de progreso.
Es bueno enfatizar, que en el proceso de globalización de la educación y de la cultura, se produce un rompimiento progresivo de las unidades tradicionales de inserción colectiva, en un proceso de cambio en las comunidades e incluso en regiones enteras, emergiendo nuevas formas de poder, las que se presentan en el nuevo escenario en ámbitos como el deportivo, el cultural, el ámbito del entretenimiento, e incluso organizaciones no gubernamentales de múltiples formas e intereses, que van configurando la sociedad que genera la vida cotidiana en la contemporaneidad. De igual forma se van presentando grandes fenómenos urbanos, verdaderos conglomeradas de masas populares con necesidades educativas urgentes. Sin la formación debida, durante procesos de socialización, el Estado pierde el control social en forma objetiva. Este escenario, genera conflictos de identidad y de educación, debido a que el sistema pretende automatizar en el contexto nacional, aquellas culturas muy particulares, las que a veces están compuestas en diversidad múltiples, necesitando enfrentar necesidades pedagógicas especiales, las que se van convirtiendo en deuda social.
El surgimiento de formas nuevas de vidas sociales y nuevas maneras de expresión cultural, a veces fundamentadas en lo etnológico, necesita respuestas puntuales en la delimitación espacio-temporal en relación con la planificación educativa y del currículo. Lamentablemente, nosotros en República Dominicana hemos estado de espalda a estas realidades durante las últimas décadas, produciéndose un enajenamiento real del sistema con respecto a la complejidad del replanteamiento de las nociones de localidad y territorialidad, para la comprensión de los procesos de producción cultural y de los fenómenos étnicos que se desarrollan y complejizan el clima social.
En el contexto del marco de la producción histórica –sobre el concepto bochista de que la historia es memoria de los pueblos- y la afirmación contextual de las identidades en el exterior de los marcos culturales y sus estructuras, se puede dar una noción de identidad local o regional, que se podrían expresarse en las memorias y en los hábitos individuales, así como en el ámbito existencial de los colectivos y en su mundo mítico.