Celebramos un nuevo 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo, en recuerdo y homenaje a los llamados Mártires de Chicago, quienes fueron ajusticiados por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas al día. La huelga, iniciada el 1 de mayo de 1886, se transformó en la revuelta de Haymarket, reprimida violentamente por las fuerzas policiales, y a partir de entonces, por decisión del Congreso Obrero Socialista celebrado en París en 1889, este día es celebrado en casi todo el mundo en reconocimiento a la lucha denodada de la clase obrera.
Recuerdo haber visitado hace ya algunos años la hoy plaza del Haymarket, en la ciudad de Chicago, y allí se levantaba –no sé si todavía estará en pie- una estatua dedicada a la “heroica” policía del Estado de Illinois, que con su valor y denuedo había puesto fin a la insurrección y la anarquía, así rezaba la placa adosada a su base. Sobre la misma una figura en bronce de un policía, con su cabeza cercenada por la cólera del movimiento estudiantil de los años 60.
En la República Dominicana los obreros han vuelto a marcha por las calles de Santo Domingo y Santiago para recordar a sus predecesores y exigir el respeto al Código de Trabajo y el aumento de salario. Hoy, más que nunca, este 1 de Mayo encuentra a los obreros dominicanos embarcados en una lucha titánica para la preservación y mejoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo.
Desde hace dos años el sector empresarial ha reclamado con insistencia una reforma para flexibilizar al Código de Trabajo aprobado y promulgado en 1992, con la cual persigue reducir derechos que fueron consagrados en beneficio de los asalariados, cuando en aquel año mencionado se abolió el Código de la tiranía. Hasta ahora las pretensiones del patronato no han prosperado, pero los trabajadores se mantienen alertas, y este 1 de Mayo, a todo pulmón gritaron su defensa por el auxilio de cesantía, por la jornada de trabajo de ocho horas al día y cuarenta y cuatro horas a la semana, por el descanso semanal, por la participación en los beneficios de la empresa, por el respeto al derecho de sindicación, huelga y negociación colectiva.
Conjuntamente con esta ardorosa defensa a la legislación del trabajo, los obreros reclamaron un aumento de salario. En sus declaraciones y escritos han explicado que la República Dominicana todavía paga un salario mínimo inferior al que abonan varios de los países de Centroamérica; que su poder adquisitivo se ha ido reduciendo cada año y que hoy es igual al que tenían en el año 1979; que más del setenta por ciento de los trabajadores afiliados a la seguridad social devenga un salario inferior a los diez mil pesos al mes; que sus reducidas remuneraciones le impiden una vida digna para ellos y sus familias.
Un día 1 de Mayo para respaldar a la clase obrera en sus reivindicaciones, para reclamar que el crecimiento económico que el país ha experimentado en estos últimos años se traduzca en bienestar y justicia social, para exigir una sociedad más inclusiva y participativa.
Solidaridad con los obreros dominicanos.