Opinión

Al finalizar la primera década del presente siglo, los estudios sobre seguridad vial en la República Dominicana arrojaron datos espeluznantes, colocando al país en una situación internacional muy delicada en comparación con las demás naciones del mundo.

A partir de entonces, sin proponérnoslo, entramos a un proceso involutivo en esa materia pésimamente reprobada.

Las inversiones en infraestructura viales realizadas con el objetivo fundamental de hacer un país más competitivo turística y comercialmente, incidieron en la tasa de mortalidad por siniestros de tránsito.

Para el 2012 registrábamos una caída de 41.7 a 38.58 muertes por cada cien mil habitantes en carretera.

Una segunda iniciativa emprendida dos años más tarde, el nuevo Sistema Integrado de Emergencias 9-1-1, también ha impactado pese al ascenso en el 2013 que alcanzó la tasa de defunciones por incidentes viales los 40.38 por cada 100,000 pobladores.

Definitivamente, el 9-1-1 sin tener un año de operación al concluir el 2014, influyó de manera decisiva en la reducción de 3.31%.

(Gráfico Evolución Indice Riesgo de Muerte)

Tenemos que tener en cuenta que la atención a las víctimas no reduce los casos trágicos ni la morbilidad, aunque sí las defunciones después de la tragedia.

Los incidentes producto de la violencia en las vías se considera actualmente una epidemia que para combatirla se requiere de antibióticos, teniendo la complicación que obedece a un problema multifactorial. Si es por factor humano, uno de los antídotos es la educación vial.

Para que el descenso del factor de riesgo de muerte sea consistente, los antibióticos se traducen en aplicación de políticas públicas sostenibles y sustentables que se compadecen con los factores de riesgo identificados.

De manera que la posible aprobación del proyecto de ley en la República Dominicana que obliga incluir la Educación Vial en nuestro sistema escolar, resulta un paso positivo a largo plazo que debe contribuir a la formación de nuevos usuarios de la red viaria nacional.

Impartir esta materia en la educación primaria, intermedia y segundaria, no sería una quimera si se crea una plataforma que incluya los avances tecnológicos de estos tiempos.

La imaginación, el talento y la ciencia serán elementos interesantes que impregnarán dinamismo y calidad en la formación de valores renovados en nuestros jóvenes, para la sana convivencia en las vías públicas.

Sin embargo, ha de pensarse simultáneamente, en mecanismos de readecuación del comportamiento de las comunidades y de los conductores, peatones y pasajeros actuales.

El documento sancionado en la Cámara del Senado recientemente, es claro al precisar los siguientes objetivos:

“1) Generar hábitos, comportamientos y conductas seguros en la vía y la capacida de analizar el riesgo posible con determinadas conductas y hábitos.

2) Fomentar sentimientos de sensibilidad social, de aprecio y valor por la vida, las personas, y la naturaleza, que se proyecten más allá de la esfera individual.

3) Generar la toma de conciencia de cada individuo como agente de bienestar y seguridad y agente de riesgo en la vía.

4) Preparar al individuo para circular por la vía pública con reconocimiento pleno de los derechos y responsabilidades que le competen como ciudadano.

5) Fomentar actitudes de cooperacion y solidaridad con los demás y de reconocimiento de que sus actos tienen consecuencias tanto en sí mismo como en los demás.

6) Fomentar las actitudes de tolerancia y respeto hacia los demás.

7) Desarrollar competencias que permitan evaluar con claridad los riesgos a los que está expuesto y responder con comportamientos más racionales en la vía.

8) Propiciar actitudes de precaución y prevención permanentes manteniendo una constante atención del entorno.

9) Generar en el individuo la capacidad de evaluar las propias capacidades y

determinar que puede y que no puede hacer y el riesgo al que se expone frente

a situaciones que exigen habilidades y capacidades personales con las que no cuenta.

10) Preparar al individuo para participar de los debates que se generen con

ocasión de las medidas para la regulación de la circulacion y el tránsito.

11) Fomentar en el individuo una actitud de participacion crítica y creativa para

resolver los conflictos característicos del espacio público.”

Sin lugar a dudas, la aprobación de la Ley de Educación Vial, traerá como consecuencia, la revisión del anteproyecto de Movilidad, Tránsito, Transporte Terrestre y Seguridad Vial, fortaleciendo la urgente necesidad de que se someta a discusión legislativa una verdadera Ley exclusivamente de Seguridad Vial independiente de las otras materias, para que no se continúe postergando su debate sin frenar las estadísticas lamentables de siniestralidad.

Por los niveles de los indicadores de siniestralidad que se registran, República Dominicana demanda de un órgano rector de las políticas de Estado sobre Seguridad Vial de una estructura orgánica, administrativa y financiera autónoma y una gerencia con liderazgo.

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