Opinión

Conversando con el amigo Frank Tejada sobre el último de sus libros titulado “Política Agrícola”, donde entre otros cultivos hay un análisis completo de la producción y la política arrocera nacional, éste me confirmó lo que yo he sabido siempre y que las autoridades del sector agropecuario han preferido ignorar, se trata del al alto costo que representa “la tara” en el sistema arrocero nacional.

El asunto viene al caso porque ahora el tema se ha convertido en noticia al confirmarlo en la prensa nacional nada más y nada menos que el Presidente de la Federación Nacional de Arroceros (FENARROZ), el señor Cesar Espaillat, quien señala que la famosa tara no debería exceder el 10%.

En el diccionario tara es “un defecto o mancha que disminuye el valor de una cosa” y también “parte de peso que se rebaja en las mercancías por razón de los embalajes en que están incluidas”.

Hasta ahí todo bien. Pero en el caso dominicano la tara se ha convertido en el método por medio del cual los molineros le reciben con descuento a los productores de arroz su cosecha. Es decir, al momento del pesado y entrada a la factoría, se hace una medición unilateral de la humedad e impurezas del arroz y se estima un porcentaje en kilogramos que se suma como descuento a la llamada “fanega” como unidad de medida.

De esa manera una fanega, que cuando yo era estudiante se decía pesaba 100 kilogramos, termina siendo de 120, 130, 135 y no es de extrañar que llegue hasta 140 kilogramos. Estamos hablando de entre un 20 a un 40% del volumen de la cosecha, probablemente toda la ganancia del productor, que se la lleva la factoría con el truco de la tara.

Y es ahí donde deben intervenir los organismos del Estado, haciendo las investigaciones de campo necesarias, tanto desde el punto de vista de establecer parámetros realistas para cada variedad de arroz, como acompañando a los productores en el sistema de pesaje.

Pero más aun, es tiempo ya de que el Ministerio de Agricultura haga un estudio de las unidades de medidas que se usan en nuestro país, la mayoría de las cuales perjudican a los productores, para que definitivamente desaparezcan esas fanegas o sacos o cajones o cargas o latas, o bidones o botellas, etc., y se trabaje con verdaderas unidades de medidas universalmente aceptadas. Ese sí que sería un gran aporte a la agropecuaria nacional que entraría dentro de “lo que nunca se ha hecho”, aunque haya que romper algunos corotos.

Cesar Espaillat es una autoridad entre los productores de arroz y es de los que hace tiempo tomó medidas contra el engaño afiliándose a Coopyarroz, la mayor y mejor cooperativa arrocera y del sistema agropecuario nacional, donde no aplican esa estafa contra sus socios.

Aquí surge una pregunta que quiero contestar en la segunda parte de este trabajo. ¿Por qué los arroceros de la Reforma Agraria vis a vis son más pobres?.

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