Definitivamente –para seguir avanzando como vamos- todos los sectores de la vida nacional, especialmente las autoridades gubernamentales en su conjunto, las universidades, los empresarios y los diversos gremios, tienen que redoblar sus esfuerzos en aras de continuar respaldando, incentivando y fomentando de manera firme y decidida la creación, fortalecimiento y desarrollo de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas.
Ni el sector público ni el sector privado pueden, en lo adelante, escatimar el más mínimo esfuerzo para estimular a las MIPYMES y propiciar la creación de al menos una Incubadora de Empresas de Base Tecnológica en cada Región del país en el corto y mediano plazo, así como un Centro de Acopio o Red de Proveedores.
El impuso a la creación de nuevas empresas, a la generación de una cultura de emprendedurismo en las universidades y en toda la nación, y sobre todo, los esfuerzos a los fines de garantizar una abierta, amplia y profunda cultura de asociatividad empresarial y encadenamientos productivos han de ser tareas constantes y permanentes de todas las fuerzas vivas de la República Dominicana.
Sin unidades productivas de menor tamaño fuertes, sostenibles, de calidad, preparadas, organizadas y bien respaldadas; sin una amplia y contundente Red Nacional de Incubación de Empresas, y sin la puesta en marcha de un ambicioso programa general de Asociatividad Empresarial –que integre Parques y Distritos Industriales, clústeres de producción, grupos de eficiencia colectivas y cooperativas- las empresas del país no podrán ser real y efectivamente competitivas.
Y, en vez de ganar, indefectiblemente perderíamos mercados, incluso en nuestro propio territorio. Pensemos nada más en todo lo que representa, en términos económicos, abastecer con artículos elaborados en el territorio nacional –alimentos, bebidas, prendas de vestir, calzados, artesanía, entre otros- a los más de 5 millones de turistas que nos visitan cada año. Sin dudas e inequívoco, es un volumen de exportaciones extremadamente significativo.
Tenemos todo por delante para lograr estos propósitos. Poseemos la visión, el conocimiento y la preparación. Tenemos las herramientas necesarias: la Estrategia Nacional de Desarrollo (END), el Plan Nacional de Competitividad Sistémica (PNCS) y el conjunto de leyes y disposiciones oficiales que a favor de estas iniciativas ya han sido aprobadas por el Congreso Nacional y anunciadas por el Poder Ejecutivo.
Tenemos la voluntad y decisión del Presidente, las organizaciones empresariales, las universidades y los organismos gubernamentales con la visión y la responsabilidad de hacer viables y exitosas esas tareas. De eso no cabe la menor duda.
Procuremos seguir estimulando, con mayores bríos, el desarrollo del espíritu emprendedor a los fines de que un mayor número de compatriotas constituyan nuevos negocios, generando así más empleos y riquezas para los dominicanos.
Continuemos impulsando el desarrollo de una plataforma productiva diversificada, integrada a la economía mundial, basada en el desarrollo de eficientes cadenas productivas nacionales, auspiciando una cultura de competitividad que propicie cambios de comportamientos e incorpore practicas de gestiones empresariales capaces de determinar dónde y cómo competir exitosamente.
Avancemos en mejorar los factores de competitividad industrial que posibiliten el sostenimiento de las actividades existentes y la creación de nuevas industrias en sectores de futuro.
Tal y como se plantea en el Plan Nacional de Competitividad Sistémica, en la Estrategia Nacional de Desarrollo y en la Ley 392-07 de Competitividad e Innovación Industrial, propiciemos la creación y calificación de nuevos Parques y Distritos Industriales donde se puedan configurar los clústeres o enclaves productivos sectoriales, así como los programas de emprendimiento e Incubación de Empresas.
Redoblemos el estímulo para la creación de nuevos productos y servicios financieros al sector MIPYME y manufacturero, los cuales permitan un mayor acceso al crédito, a tasas más competitivas y a plazos más largos.
Tratemos de implementar, y que se haga una realidad, la ejecución de un novedoso Programa Nacional de Formación Empresarial y Asistencia para mejorar la capacidad de gestión de empresas con miras a incrementar la productividad y competitividad.
Procuremos que las universidades –con áreas o carreras de negocios- implementen programas de vinculación (capacitación, asistencia técnica, diplomado, entre otros) con las MIPYMES.
Avancemos en la creación de los mecanismos tecnológicos de información y orientación para las PYMES, que les permitan a estas tomar a tiempo y con seguridad sus decisiones de negocios, y encaminemos acciones sobre mecanismos que faciliten la innovación y actualización tecnológica del sector.
Pongamos en práctica cuanto antes un pujante, coherente y permanente programa que estimule la vocación exportadora de las PYMES.
Impulsemos la formalización de contactos y acuerdos con el Centro de Coordinación de la Pequeña y Microempresa del MERCOSUR y Latinoamérica, para que MIPYMES del país se beneficien de sus objetivos de fomentar el comercio entre las naciones de la región.
Por último, se hace necesario que en la República Dominicana se ponga en vigencia un programa específico de asesoría, asistencia técnica y orientación para el rescate financiero de las MIPYMES. Para ello, tanto en el Ministerio de Industria y Comercio, como en Proindustria, Promipyme, el CNC y otras para empresas que requieran asistencia en materia de capacitación, crédito y finanzas, formalización, organización en clúster y otras.