Julio César Santana

“No creo que haya otra cualidad tan esencial para el éxito de cualquier tipo que la perseverancia. Supera a casi todo, incluso a la naturaleza”.
John D. Rockefeller
En esta segunda parte se abordarán dos temas fundamentales: primero, la historia de la construcción del modelo teórico final del SIDOCAL, sus diferencias y características fundamentales; segundo, de manera breve, se incursiona en las diferentes vertientes del concepto de calidad y de Infraestructura de Calidad, con ayuda de la literatura especializada sobre estos temas.
2.1. El Mérito de Hugo Rivera Santana
En los primeros días de mi gestión en la DIGENOR, me visitó el dilecto amigo, fallecido a destiempo (3 de noviembre de 2005), Ing. Hugo Alberto Rivera Santana. En ese momento era director de Comercio Exterior del Ministerio de Industria y Comercio y antes se destacó como uno de los principales técnicos dominicanos en materia de negociaciones de tratados comerciales; además de profesor emérito de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) de vieja data. Rivera Santana fue director de la DIGENOR en el período 1996-2000, institución en la que acumuló amplios conocimientos especializados en los más diversos temas relativos a la calidad.
Dada su vasta experiencia en temas de comercio exterior y siendo docente en varias disciplinas vinculadas a la calidad, a Hugo no le costó mucho esfuerzo conocer a profundidad la importancia de las competencias técnicas que tenía entre manos la DIGENOR.
Cabe reconocer, que la gestión de Hugo Rivera al frente de la DIGENOR fue una de las mejores hasta ahora conocidas. En apenas cuatro años hizo un esfuerzo loable para modernizar al organismo de normalización del país en términos institucionales y técnicos, además de rescatar en esos años su imagen internacional mediante su activa participación personal en los más importantes eventos regionales y mundiales sobre normalización, metrología y acreditación, temas que constituyen los ejes nodales de los sistemas nacionales de la calidad.
Desplegó enormes esfuerzos para establecer criterios de reclutamiento del personal y garantizar su formación técnica; logró la compra e instalación de nuevos equipos; creó y puso a funcionar el Centro de Información y Documentación y definió una serie de programas permanentes asociados a las atribuciones legales de la institución.
Otras importantes iniciativas fueron:
a) Creación y reactivación de innumerables Comités Técnicos de Normalización.
b) Reestructuración del Comité Nacional del Codex Alimentarius.
c) Inicio de las gestiones para acreditar a la DIGENOR como entidad de certificación de la calidad (un objetivo realmente ambicioso e incomprendido en esos momentos).
d) Despliegue de los primeros esfuerzos orientados a aplicar el Reglamento sobre rotulado de alimentos preenvasados.
e) Implementación del Programa de Seguridad en las envasadoras de GLP y las estaciones gasolineras.
También introdujo y comenzó a ejecutar programas especiales de notable interés público. Entre los más importantes debemos señalar la Organización del Subsector Gases Licuados de Petróleo (GLP), verificación del cumplimiento de los Requisitos de Seguridad por parte de los tanqueros que transportan combustibles y aprobación de modelos de instrumentos de pesar (asunto contemplado desde el año 1954 por la Ley 3925 sobre Pesas y Medidas).
Además, logró las primeras membrecías internacionales de importancia de la DIGENOR (ISO, COPANT y Sistema Interamericano de Metrología-SIM) y, precisamente desde las gradas de una institución gubernamental, intentó ensayar un interesante modelo de colaboración horizontal con las más diversas instituciones nacionales, tanto públicas como privadas.
No sería justo dejar de mencionar que el Ing. Rivera ejecutó los primeros proyectos con los auspicios o el financiamiento de organismos internacionales enfocados a la implantación de una cultura de mejoramiento continuo en las organizaciones. En este sentido, se destacan dos de esas iniciativas: el proyecto OEA-GTZ concebido para mejorar el desempeño de los sectores de cárnicos y lácteos y propiciar la transferencia de tecnologías y buenas prácticas, y el proyecto con el Fondo Argentino de Colaboración Horizontal (FO-AR) que culminó beneficiando a 235 empresas con entrenamientos sobre gestión empresarial y financiamiento, procesamiento de lácteos, manejo de exportaciones y Evaluación de Riesgos y Puntos Críticos de Control (HACCP).
Lamentablemente, su admirable obra, realizada bajo enormes restricciones presupuestarias y una muy escasa aprobación política, fue virtualmente destruida en la administración siguiente (2000-2004) en la que fueron designados, por lo menos, cuatro directores durante ese período constitucional.
Al confesarle mi sorpresa ante el inverosímil grado de abandono en que se encontraba la institución hacia finales de 2004 y confiarle que estaba sinceramente arrepentido de haber dejado mi cómodo puesto en el sector privado, me dedicó aquella sonrisa que le distinguía tanto y que era una de sus más potentes armas personales.
Con esa sonrisa, su humildad y su sólida cultura técnica, Hugo se ganó el afecto de toda persona que tuvo la dicha de conocerlo personalmente.
En una de las tantas reuniones sostenidas en esos meses de 2005 (siempre lo llamaba cuando me sentía confundido o en aprietos en relación con algún asunto técnico) me entregó un valioso documento en versión original titulado “Resumen de una Gestión: octubre 1996-agosto 2000”. Se trataba de una síntesis detallada de sus ejecutorias al frente de la DIGENOR en ese período.
En las primeras páginas de esas memorias se produjo mi primer encuentro con el concepto del Sistema Nacional de la Calidad o Infraestructura de la Calidad (IC), que es como se ha dado a conocer en los últimos años.
Sorprendido pude constatar que… ¡Ese sistema constituía la visión de la DIGENOR en la gestión de Hugo Rivera!
Veamos lo que escribió en el punto 2 de la página 3 del valioso documento (las negritas y las cursivas son mías):
“Una visión, normalmente, está conformada por elementos que siempre son la base de la mejora continua de una empresa. Lo lógico, lo que se espera, es que la propia Visión genere una espiral que conduzca, gradiente a gradiente, a una dinámica de mejora incesante en todos los órdenes de una organización. Y, si eso es verdad a nivel de una entidad finita como es una empresa, mucho más lo es a nivel de una entidad mayor como lo es el país. Para mantener el ritmo de desarrollo de un país, una vez que se descubre el secreto de cómo lograrlo, se necesitan instrumentos que hagan menos dependiente de factores exógenos la velocidad alcanzada, solidificando las fortalezas y minimizando las debilidades.
“Tres instrumentos son claves: Sistema de Innovación y Tecnología, Sistema de Capacitación y el Sistema Nacional de Calidad… “De los tres en el que más podemos y debemos colaborar es en la implementación del SISTEMA NACIONAL DE LA CALIDAD que justamente, es una de las tareas de la DIGENOR. Este deberá establecer las bases para la gestión y desarrollo del aseguramiento de la calidad en las empresas, paralelo al control de la calidad, así como de la evaluación de la conformidad y la metrología. Asimismo promoverá y establecerá mecanismos para que las empresas puedan incorporar Normas internacionales en sus procesos, al presentar y fomentar la calidad y los sistemas de calidad como parte de verdaderas estrategias gerenciales”.
Esta fue la parte de sus Memorias que más llamó mi atención, quizá porque, en realidad, era la que en esos momentos menos entendía. Llamé a Hugo a mi oficina nuevamente y le pedí explicaciones adicionales. Entonces, con aquel sosiego inteligente que caracterizaba todos sus actos, solicitó una hoja de papel y garabateó en ella un extraño esquema con rectángulos interrelacionados por firmes flechas.
Inmediatamente comenzó a explicarme lo que significaba cada bloque, sus relaciones con los restantes, destacando los outputs resultantes. Cuando percibió que yo seguía sus explicaciones con el entusiasmo del neófito, dibujó en la parte superior un cuadrado grande en cuyo interior fue dibujando varios compartimientos identificados con las siglas de las instituciones mundiales de la calidad, como las de la ISO, Comisión Electrotécnica Internacional (IEC), Buró Internacional de Pesas y Medidas (BIPM), Organización Internacional de la Metrología Legal (OIML), la Cooperación Internacional de Acreditación de Laboratorios (ILAC) y el Foro Internacional de Acreditación (IAF).
En tres rectángulos pequeños colocados paralelamente a lo que podemos definir como la superestructura mundial de la calidad, ubicó las extensiones regionales representativas de estas organizaciones: la Comisión Panamericana de Normas Técnicas (COPANT), conectada a la ISO y a la IEC; la Cooperación Latinoamericana para la Acreditación de Laboratorios (IAAC), vinculada con la ILAC y la IAF, y el Sistema Interamericano de Metrología (SIM), entidad que, en el explícito esquema de Hugo, se asociaba con el BIPM y la OIML.
Entonces me comentó más o menos lo siguiente:
“Mi experiencia me indica que esto es lo que necesita el país (dijo señalando su esquema): una nueva institucionalidad asociada al aseguramiento sistémico de la calidad para beneficio de los consumidores, las empresas, el gobierno y el comercio exterior. Esta nueva estructura tiene un organismo que prepara las materias primas para todas las demás, el de Normalización; tiene otro para asegurar que las mediciones sean confiables y equivalentes a las de los socios comerciales del país, el de metrología, y, por último, uno más, el de acreditación, que asegura que los organismos que evalúan el cumplimiento de Normas y reglamentos sean realmente confiables y reconocidos en las funciones técnicas que les corresponde a cada uno. La acreditación deviene así en la confianza del Sistema”.
“Estos institutos tienen que estar debidamente reconocidos por las organizaciones internacionales y regionales mencionadas. Si te pones en esto harías una gran contribución a la competitividad dinámica de nuestras empresas, a su adaptación rápida a los cambios del entorno y a la construcción paciente de un nuevo tipo de inserción a la economía global. “Julio, no pierdas de vista que, en un sistema de coordenadas, mientras la curva de las Normas tiende a cien, las de los aranceles tiende a cero”.
Lo que Hugo Rivera me explicó en un sencillo papel en 2005 no era otra cosa que el concepto moderno de infraestructura de la calidad (IC). Luego me visitó nuevamente y me llevó una versión más acabada del esquema garabateado en el papel (que lamentablemente no pude conservar) en aquella memorable reunión, muy parecido al que reproducimos en estas páginas (Fig. 1).
2.2. Primer Acercamiento al PTB de Alemania
Hacia finales de 2006 conocí a Reinhard Schiel, Coordinador de Proyectos para la Región Centroamericana del Physikalisch-Technische Bundesanstalt –“Instituto Federal de Física y Tecnología” (que ya en la región conocemos como Instituto de Metrología de Alemania-PTB).
Reinhard estaba en una misión en Centroamérica y ante mi insistencia decidió hacer escala en Santo Domingo en su ruta hacia Europa. Como deben suponer los lectores, el tema central de nuestra conversación, luego de repasar los planes que teníamos en agenda con la DIGENOR, fue el del Sistema Nacional de la Calidad.
Explicación de la Fig. 1: Arriba aparece el Consejo Nacional de la Calidad, órgano rector y coordinador de todo el Sistema. Este Consejo es asesorado por una Comisión Nacional de Calidad, especie de Consejo Directivo, integrada por todos los grupos de interés del país. El Consejo ejerce sus funciones orientadoras, coordinadoras y vinculantes a través de una instancia de Coordinación Ejecutiva que, como se verá más adelante, en el caso dominicano, es la Secretaría General. Luego, en la segunda línea de mando, aparecen los tres institutos: el de Normalización (extremo izquierdo) encargado de la elaboración, adopción, adaptación y armonización de Normas de consenso; el de la metrología, que en sus tareas como Instituto Nacional de Metrología (NMI) tiene la responsabilidad de custodiar los patrones nacionales de medición y de diseminar su exactitud hacia abajo, esto es, hacia los patrones secundarios, los laboratorios industriales, los laboratorios de ensayo y calibración, así como hacia los patrones de trabajo de la metrología legal.
Por último, en el extremo derecho, tenemos la entidad de acreditación que declara, aplicando las Normas internacionales correspondientes, la competencia técnica de los organismos de evaluación de la conformidad (del cumplimiento), tales como las entidades de certificación, los laboratorios de ensayo y calibración, los organismos de inspección y las personas. El sistema es inconcebible sin Normas: Normas para la metrología, Normas para acreditación, Normas para todos los organismos evaluadores de la conformidad y Normas para el mercado.
Reinhard, un técnico afable y con un gran dominio del idioma español, profundo conocedor de las realidades de nuestros países, me explicó detalladamente cómo el PTB concebía estos sistemas y cuál había sido -y seguía siendo- la contribución de este prestigioso Instituto a la difusión y desarrollo de los mismos en la región hispanoamericana y del Caribe anglosajón.
Abordó los detalles más importantes del funcionamiento de una IC con la maestría que sólo emana de la vasta experiencia vivida y los conocimientos más firmes. El encuentro confirmó mi opinión sobre los técnicos alemanes: didácticos, altamente especializados en temáticas específicas, precisos y racionales.
En esa ocasión, además de entregarme valiosos materiales explicativos de los proyectos e iniciativas del PTB en varios países de la región, me regaló varios ejemplares, en inglés y español, de la obra del conocido consultor alemán Clemens Sanetra: Enfrentando el Desafío Global de la Calidad: Una Infraestructura Nacional de la Calidad, escrito en colaboración con Rocío Marbán, especialista centroamericana en temas vinculados a los contenidos del libro. Luego de este encuentro, el intercambio de correos con Schiel fue permanente y muy esclarecedor desde el punto de vista de los conceptos implicados.
Nuevamente llegó a mi memoria el recuerdo de Hugo Rivera. El libro de Sanetra contribuyó a profundizar aquella visión que Hugo había motivado en mí con tanto entusiasmo y convicción, y que terminó por convencerme de la necesidad de dedicar a ese proyecto todas mis energías.
El libro de Sanetra y Marbán me aclaró muchos conceptos no solamente respecto al enfoque entonces incipiente y básico que tenía de estas infraestructuras, sino también, y fundamentalmente, en relación al marco institucional y los principios bajo los cuales estos sistemas deben operar.
Contando con la diligente intervención de Reinhard y de otros funcionarios del PTB, se coordinó la primera visita de Sanetra a Santo Domingo (agosto de 2008) con el fin exclusivo de tratar ampliamente la cuestión de la infraestructura de la calidad, tópico que, como se ha indicado, despertó tanto interés (y después pasión) en el autor de estas líneas.
Reinhard quedó sorprendido cuando le confié que mi intención era tener un documento listo, una especie de ley marco (imperfecta) sobre la IC para República Dominicana, antes de que esa primera visita del experto Sanetra se produjera.
De acuerdo con esa promesa, procedí a seleccionar de inmediato a un grupo de técnicos de la DIGENOR encomendándole la tarea de que organizara en un plazo razonable todos los antecedentes existentes, nacionales y regionales, sobre el tema, con el compromiso de presentar un resumen de los contenidos fundamentales de lo que sería el futuro proyecto de ley.
Dada la lentitud con que el grupo designado asumió la tarea encomendada y vista la falta de claridad conceptual que sus miembros evidenciaban tener sobre el tema, terminé asumiendo personalmente la responsabilidad de la investigación de antecedentes, la elaboración del marco lógico, y finalmente la redacción de un texto con la suficiente calidad como para que pudiera ser discutido con los técnicos alemanes en el más breve plazo posible.
Entonces inicié un intenso intercambio de pareceres técnicos, vía correo electrónico, con el experto Sanetra y otros especialistas de la región (esa correspondencia la conservo celosamente). En cada caso, pacientemente, Sanetra hacía sus correcciones, sus aportes y enmiendas, sin apartarse del enfoque sistémico del tema, desarrollado básicamente por él, ni cediendo un miligramo en los principios rectores que guían la funcionalidad de una infraestructura de la calidad.
Durante esa visita, luego de una semana de trabajo en las oficinas de la DIGENOR, aprobó el primer borrador, recomendándonos salvaguardar la integridad e independencia de los institutos. Posteriormente, con el mayor interés, desprendimiento y entusiasmo, Sanetra ofreció charlas y conferencias en el país sobre el tema en los más diversos escenarios empresariales y académicos.
Para mi mayor satisfacción, y, sin dudas, mediando las recomendaciones del personal que había conocido del PTB, y con el fin de “aterrizar” mis incipientes conocimientos sobre los sistemas de referencia, se organizó mi visita a sus instalaciones localizadas en la ciudad de Braunschweig. Se planificó una parada en París para conocer las oficinas y algunos laboratorios del Buró Internacional de Pesas y Medidas (BIPM), experiencia que enriqueció mis conocimientos sobre las competencias de esta formidable institución, rectora de las mediciones mundiales.
El PTB elaboró para la ocasión un programa de actividades dentro y fuera de la institución (PTB), estrictamente alemán, sin dejar fuera a una sola de las instituciones que componen la IC de ese impresionante país, sin omitir la visita a las instalaciones del Servicio Alemán de Calibración (DKD) y también al formidable laboratorio de calibración de una de las más modernas fábricas de automóviles del mundo, la Volkswagen, en su sede en Wolfsburg, Alemania.
Quizás esta extraordinaria y aleccionadora experiencia influyó en la presentación de una primera versión del proyecto muy clásica, al estilo de los países desarrollados. Sin embargo, no importa tanto el modelo como el respeto a los principios que mueven la poderosa lógica subyacente en estos sistemas.
Visita a los laboratorios del BIPM en París, Francia. A mano izquierda figura Héctor Martínez, a la sazón subdirector técnico de la DIGENOR.
Con el interés de seguir consolidando mis conocimientos, viajé también a Francia, invitado por Carrefour, con el fin de examinar cómo funcionaban los procesos relacionados con la infraestructura de la calidad.
Estas experiencias se completaron cuando el Instituto Costarricense de Normas Técnicas (INTECO), componente exitoso y fundamental de uno de los modelos más funcionales de IC de la región, y el Instituto Colombiano de Normas Técnicas (ICONTEC), me recibieron para que examinara tanto los logros como las imperfecciones o “sesgos” que no deberían repetirse en otras nuevas experiencias regionales. La visita a Chile y Brasil quedó truncada por mi remoción del cargo a medianos de 2011.
Los intercambios con los expertos que nos visitaron en esos años, en especial con Félix Gutiérrez, en ese momento consultor asociado a IDOM Consulting, motivaron y sustentaron nuevas correcciones y enmiendas decididamente enriquecedoras y útiles.
Los sabios consejos de Carlos Rodríguez, en ese tiempo director del Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (INTECO), fueron realmente de un valor inestimable. El resto de la historia, ya narrado en el capítulo precedente, no amerita de más explicaciones.