Daris Javier Cuevas

Las teorías del desarrollo económico, en particular, la teoría de la dependencia, establecen que los países subdesarrollados, o de economía emergente, son los que no tienen un nivel mínimo de bienestar para su población y que no controlan sus recursos naturales, donde existen bajos ingresos por habitante equivalente a dos dólares al mes. También estas economías se caracterizan por un desarrollo industrial escaso, dependen de la inversión del exterior y está basado en la mano de obra barata.
Pero es que en las economías emergentes los recursos naturales están destinados a la exportación, dependencia del exterior en tecnología, comercio y créditos, reducido nivel de vida, servicios salud de baja calidad e inaccesibles, deficientes infraestructuras, elevado índice de analfabetismo, elevado crecimiento demográfico y desigualdad social. Por siglos, estos países han sufrido tal situación, razón por la cual el economista Thomas Malthus, para 1798, sostenía que la capacidad de crecimiento de la población es superior a la capacidad de crecimiento de la producción de alimentos lo que lo condena a la pobreza.
Pero resulta que tal realidad solo se puede revertir con una transformación económica profunda que mitigue la pobreza y promueva el desarrollo sostenible, mejorando los medios de subsistencia, aprovechar la innovación tecnológica. Porque más economías diversificadas, con igualdad de oportunidades, pueden impulsar la inclusión social y fomentar el respeto hacia el medioambiente, es así como la migración irregular puede reducirse de manera significativa y evitar problemas migratorios y económicos, ya que tal situación es fruto de una dinámica política, económica y social que favorece la segmentación y niega a ciertos grupos el acceso a recursos, oportunidades y servicios de calidad a través de las cuales articularse y participar.
Desde mediados del siglo XX han nacido más seres humanos que en toda la historia de la humanidad, pero es que 1200 millones de personas de los más de 6,000 millones que habitan el planeta consumen más de lo que necesitan mientras que una cantidad idéntica padece, literalmente, hambre, y carece de condiciones higiénicas, de atención médica y de educación. En contraste, el 15% de la humanidad posee el 85% de la riqueza, situación esta que explica en una alta proporción las grandes migraciones internacionales.
En los países subdesarrollados viven 1300 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, más de 100 millones de personas viven en estas condiciones en los países industrializados, y 120 millones en Europa Oriental y Asia Central. En América Latina el número de personas pobres llega a 200 millones, lo que provoca que miles de estos en el mundo hagan innumerables acciones para salir de la miseria, siendo este un estimulante de peso en los movimientos migratorios internacionales, máxime si se espera que este escenario pesimista se mantenga, y que en el caso de la pobreza extrema en América Latina y el Caribe podría aumentar en 140 millones de personas de cara al 2050.
A la luz de la razón, es que se encuentra una explicación objetiva al fenómeno de la migración irregular que supera los 220 millones en el mundo, la cual se da cuando una persona ingresa, o vive, en un país del cual no es ciudadano o ciudadana, violando sus leyes y regulaciones de inmigración. Sin embargo, una enorme proporción de estos, entran a un país legalmente, pero se tornan irregulares al quedarse más de lo permitido o al trabajar sin permiso.
La migración irregular ocurre en la mayoría de las regiones del mundo, pero en las últimas décadas ésta ha alcanzado una alta politización, ya que en el ámbito nacional aparecen dos sectores contrapuestos: los empresarios que desean aumentar su competitividad contratando mano de obra barata, proveniente de países con más bajos niveles de vida, en condiciones de ilegalidad, que aceptan trabajar en situaciones que algunos nacionales no aceptarían, en oposición, los estados se centran más en los efectos de la migración en las políticas de empleo y los indicadores socioeconómicos. Una mirada al costo-beneficio de las migraciones, sea económico, político y social, permite considerar el impacto de esta en el crecimiento de la población, servicios sociales, seguridad, medio ambiente y relaciones internacionales.
Un aspecto interesante es la relación entre migración irregular y lo que se ha dado en llamar la “economía criminal”, es decir, una compraventa que tiene como epicentro el tráfico de seres humanos, donde el mecanismo de traslado para el migrante indocumentado implica pagar un determinado precio a bandas organizadas que operan al margen del Estado y de las leyes migratorias. En el caso de la migración irregular en la Rep. Dominicana esta es la única en el mundo que no recibe deportaciones atropellante ni discriminatoria, como ocurre en los grandes países, por lo que es válido resaltar lo sostenido por el expresidente de Uruguay, José María Sanguinetti, de que “lo que no puede admitirse es que Haití, escudado en su pobreza, se abrogue el derecho de lanzar a miles de ciudadanos por encima de sus fronteras y luego exigirle a su vecino que se haga cargo”. Irresponsabilidad de los grupos gobernantes y las élites económicas haitianas.