Opinión

El rol de la víctima en violencia

¿Entre la violencia que vivimos diariamente, reconocemos los términos más relevantes? ¿Víctima, victimización, victimología? ¿Los diferenciamos, los comprendemos, reconocemos su importancia?

Uno de los titulares de la portada del New York Times de la edición del 27 de marzo de 1964 daba la noticia del trágico asesinato de Kitty Genovese. El artículo del periodista Martin Gansberg, publicado dos semanas después, destacaba cómo durante media hora, treinta y ocho ciudadanos habían presenciado tres ataques perpetrados por la misma persona contra Genovese en el barrio de New Gardens, en el distrito de Queens de la ciudad de Nueva York.

Esto dio lugar a una investigación psicológica de este fenómeno que se denominó efecto espectador o Síndrome Genovese, que sería definido como un fenómeno psicológico en el que los individuos testigos de una situación de emergencia que afecta a personas ajenas a ellos, se sienten menos motivados a ayudar cuanto mayor es el número de personas presentes capaces de prestar asistencia, ya que asumen que los otros se ocuparan de ello.

En este caso, las luces y los gritos de los vecinos hicieron que el asesino interrumpiera su ataque hasta dos veces. En cada uno de ellos llegó a apuñalar a su víctima, hasta que en el tercero de ellos acabó con su vida. La noticia no solamente relataba el suceso, sino que a su vez se preguntaba cómo nadie de esos treinta y ocho testigos llamó a la policía ni una sola vez, bien durante o después de los ataques.

La noticia de la muerte de Kitty Genovese, aunque puesta en duda posteriormente en
determinados aspectos por varios académicos, ha sido un caso clave de la Victimología,
así como en otras disciplinas.

De este caso se desprende una de las definiciones de Victimología, como el estudio científico de las víctimas. Busca entender cómo una persona se convierte en víctima, cuáles son las dimensiones de la victimización, cómo prevenir y reducir la misma, o entre muchos otros aspectos, cómo reparamos y reintegramos socialmente a la víctima. Pero el caso de Genovese fue particularmente «curioso» el comportamiento tanto del perpetrador como de los testigos, ¿que los llevo a tener esa actitud?

Si hablásemos de victimas en el marco de violencia intrafamiliar o de pareja, por ejemplo, podríamos investigar cuestiones como las siguientes: cómo experimenta la victima sus heridas físicas o emocionales, cómo ha cambiado su vida y su comportamiento el evento del delito, si están siendo asistidas y rehabilitadas adecuadamente. Sí se sienten arropadas o abandonadas por el sistema. El objetivo básico de estas preguntas es por supuesto ayudar a la víctima.

La aparición del término “victimología” data de la década de los años cuarenta del siglo pasado. Cuando aparecen las obras de Benjamin Mendelsohn y Hans Von Hentig. El primero publicó en el año 1937 sus ideas sobre la dinámica entre el violador y su víctima, y en el año 1947 utiliza por primera vez el término Victimología. El segundo escribe en 1941 su idea de interacción entre criminales y victimas. En la actualidad continua existiendo un gran debate sobre quién debería ser considerado el padre de la disciplina. Hasta entonces la víctima era el personaje olvidado, solo se velaba por los derechos y garantías del acusado.

Posteriormente el Sistema Penal de diferentes países comenzó a reconocerla como parte activa del proceso, entendiendo que no es un objeto ni un elemento pasivo, contribuyendo de una forma decisiva en el proceso de criminalización.

Otra acepción de Victimologia es la forense, que la define como el proceso de reconstruir los últimos eventos de una víctima de homicidio o asesinato, así como obtener la mayor información posible sobre la víctima, para aumentar las posibilidades de solucionar el caso, detener y juzgar al sospechoso.

Víctima, por otro lado, el término que hoy en día utilizamos proviene del latín “victima” y está asociado al concepto de sacrificio, puesto que desde los inicios de las diferentes civilizaciones, muchas de ellas utilizaban personas o animales en ceremonias y rituales dirigidos a obtener alguna compensación o reacción por parte de un poder sobrenatural, como por ejemplo una deidad. En la actualidad, “víctima” hace referencia a las personas que sufren pérdidas, accidentes o dificultades por cualquier motivo.

Una persona puede ser víctima de un accidente, de un desastre natural, una enfermedad, o incluso de problemas sociales como una guerra, discriminación, problemas políticos e igualmente de hechos delictivos.

Distinguimos entre dos tipos de victimas: directas, o primarias, que son las que experimentan el acto delictivo y sus consecuencias de forma personal; e indirectas, o secundarias, que son las que no se hallan directamente involucradas pero que igualmente pueden ser afectadas, por ejemplo padres de hijos asesinados, personas que repetidamente se dedican al socorro de ciudadanos, de manera que la exposición a las emergencias y al trauma de forma periódica pueden requerir de soporte emocional externo.

En cuanto al término “victimización” hace referencia a una relación interpersonal que está caracterizada por su asimetría, lo cual hace que la misma sea abusiva, destructiva, dolorosa, parasítica o injusta. Este término puede incluir desde relaciones que son fruto de una actividad delictiva (y en este sentido, es interesante ver cómo determinadas conductas permitidas en siglos pasados se han convertido en ilegales, como la violación o la estafa) a conductas que, aún siendo dañinas, no se hallan prohibidas por la ley.

Evidentemente, la intensidad varía entre unas y otras. El delincuente obliga temporalmente a la víctima a adoptar un rol que sigue una dinámica reminiscente de depredador y presa, amo y esclavo…Pero por otro lado, no hay que olvidar que la victimización puede hacer referencia a una relación asimétrica en la que un tercero establezca un precio para un determinado producto que sea mucho más elevado que en otros lugares, aunque sea de primera necesidad.

Por último definiremos Victimario, como la persona que produce el daño a la víctima. Etimológicamente, es una palabra que proviene del latín “victimarius” con la que se identificaba a los antiguos sacerdotes gentiles que encendían el fuego, ataban a las víctimas al ara y las sujetaban en el acto del sacrificio.

Para tratar de lograr una comprensión mayor y poder trabajar de una forma adecuada en la erradicación de los actos violentos que se producen a diario en el país y en el exterior es necesario conocer algunos de los conceptos más relevantes, su historia y su significado, sus causas y consecuencias, lo que nos permite acercarnos a este fenómeno y reaccionar de forma más asertiva en posibles situaciones que puedan presentársenos.

La violencia no es lineal, es ascendente, es injustificable desde cualquier óptica, la violencia no se cura con violencia, las personas que ejercen violencia pueden modificar sus conductas, no cambian por sí solas, ni de un día para otro; es necesario una intervención profesional y un compromiso por todas las partes implicadas.

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