Félix Bautista

Las cumbres sobre el cambio climático iniciaron a raíz los estudios del científico estadounidense Charles David Keeling (1928-2005), quien hizo las primeras mediciones de dióxido de carbono (CO2) en 1958 desde el Observatorio Astronómico Mauna Loa, ubicado en Hawai. Este investigador fue el primero en dar la voz de alerta del efecto del calentamiento del planeta y la presencia de gases que provocan el conocido efecto invernadero, que no es más que el cúmulo del calor en la atmosfera.
Posteriormente la comunidad mundial puso su atención en estos fenómenos y fue celebrada en el año 1972, la Primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, o Conferencia de Estocolmo, celebrada en Suecia. Como resultado de esta Conferencia se articula la Declaración de principios de las Naciones Unidas sobre el medio humano, siendo el primero de éstos, el reconocimiento de que “… El hombre tiene derecho fundamental a la libertad, la igualdad y el disfrute de condiciones de vida adecuadas en un medio de calidad tal que le permita llevar una vida digna y gozar de bienestar, y tiene la solemne obligación de proteger y mejorar el medio para las generaciones presentes y futuras”.
Ya en el año 1979 se celebra la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima, en Ginebra, Suiza. En esta Conferencia, las naciones entienden que el cambio climático es una amenaza real para el planeta, y se adopta una declaración convocando a los gobiernos del mundo a “controlar y prever potenciales cambios en el clima provocados por el hombre que pudiesen resultar adversos al bienestar de la humanidad”.
Otro hito en la lucha por proteger el medio ambiente data de 1992, cuando el 9 de mayo fue adoptada en New York, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). En esta Convención se establece reglas internacionales encaminadas a abordar el problema del cambio climático.
A raíz de la Tercera Conferencia de las Partes, se adopta en Kioto, Japón, el 11 diciembre de 1997, el Protocolo de Kioto, donde los países industrializados se comprometieron a enfrentar los efectos del cambio climático y el calentamiento global.
Recientemente se celebró en Le Bourget, Francia, la versión 21 de la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre cambio climático, conocida como la Conferencia de las Partes 21 (Conference of Parties -COP21-) o la Cumbre del Clima de París.
El evento mundial tuvo lugar desde el 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2015, y culminó con la redacción de un acuerdo histórico y ambicioso sobre el cambio climático. Las 195 naciones reunidas en Francia, incluida la República Dominicana, esperan entre en vigor a principios del año 2016, y reemplazar, a su vez, el Protocolo de Kioto, ya con fecha de caducidad al 2020.
La meta fijada para este encuentro de Francia, consistió en la adopción de un pacto de descarbonización mundial para que la temperatura global no supere los dos grados centígrados (2°C), en el año 2100. Para lograrlo, se pretende establecer el inicio del fin del uso de combustibles fósiles, así como la movilización de 100 mil millones de dólares anuales a partir del año 2020, para la financiación de proyectos que permitan a los países adaptarse a los cambios climáticos, que se manifiestan en elevación del nivel del agua, sequía, inundaciones y deforestación, así como y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
El borrador del texto final del Acuerdo fue presentado por el Ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, quien además presidió este año la COP21, quien expresó: “A partir de ahora tenemos verdaderas bases, ecológicas, para salvar nuestro planeta con este acuerdo que era necesario para el mundo entero”.
El Acuerdo Ambiental de París, como ya se le llama, establece igualmente la revisión periódica de las acciones individuales para lograr las metas establecidas, exigiendo a cada país que, a partir de 2020, revise quinquenalmente sus emisiones, instando a cada Estado a mejorar progresivamente.
Otro de los aspectos que se resalta es que, una vez entre en vigencia, tendrá efectos vinculantes y consecuencias jurídicas para los países que están comprometidos con el pacto del COP21; el cual reconoce, además, que en el tema climático la responsabilidad de los países se comparte, pero se diferencia en proporción a la emisión de gases de efecto invernadero y el nivel de riqueza de cada nación en particular.
El Acuerdo de París se abrirá a la firma de los países el 22 de abril del año 2016, en Nueva York.
En el caso de República Dominicana, previo a la celebración de este importante encuentro mundial, el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismos de Desarrollo Limpio (CNCCMDL), comunicó en mayo de este año, que el país logró reducir la emisión de gases de efecto invernadero de 3.13 toneladas por habitantes/CO2 a 2.9, desde el 2000 hasta la fecha. Con estos niveles, nos colocamos dentro de las 23 naciones que menos emiten gases que afectan el cambio climático.
Los datos son importantes, especialmente en cuanto al compromiso nacional planteado por la Ley 1-12, que establece la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 (END) referentes al cambio climático, la cual plantea que, para el año 2030, las emisiones de dióxido de carbono se reducirán a 2.8 toneladas métricas por habitante.
Además, la END establece como una de sus líneas de acción el impulso de la generación eléctrica confiable, eficiente y ambientalmente sostenible, con énfasis en la explotación de fuentes renovables y de menor impacto ambiental, como solar y eólica. Para lograr esto, se dispuso la necesidad de que, en un plazo no mayor de un año, se arribe a un pacto para solucionar la crisis estructural del sector eléctrico. Actualmente el pacto se encuentra en la fase de discusión de las propuestas recibidas en las consultas por parte de los actores participantes.
El sector eléctrico y su reestructuración es una parte importante de la lucha contra el cambio climático, pero es solo una parte de la ecuación. El problema ambiental es multidisciplinario y requiere el esfuerzo integrado de toda la sociedad en la construcción de una “conciencia verde” que marque el camino hacia una economía sustentable.
La firma del Acuerdo de París abrirá nuevos caminos y posibilidades en esta dirección.