El 26 salen hacia Inglaterra: Sánchez, Mella, Pina y otros. Duarte saldrá más tarde, el 10 de septiembre hacia Hamburgo. Comienza así un largo calvario para los próceres de febrero. Duarte regresa enfermo y solitario, veinte años después. La nave que lleva a Sánchez y Mella naufraga en las costas de Irlanda y los sobrevivientes, entre ellos los dos dominicanos, llegan a Dublin. En diciembre de ese año se trasladan a territorio de los Estados Unidos y luego a Curazao. Permanecen cuatro años fuera del país hasta que en septiembre de 1848, fuera Santana del poder, el Presidente Manuel Jimenes decreta una amnistía general que comprende en primer lugar a Duarte, Sánchez y Mella, así como a Pedro Alejandrino Pina y Juan Isidro Pérez. Sánchez regresa al país el 8 de noviembre y Jimenes lo nombra Comandante de Armas, o sea, jefe militar de la ciudad de Santo Domingo. Comienza entonces la vida política partidista del prócer de febrero. En ella participará hasta el momento de su muerte ocupando importantes posiciones en los gobiernos de Jimenes, Santana y Buenaventura Báez. Nombrado Fiscal ante el tribunal de Apelación de Santo Domingo será quien lleve la acusación contra Antonio Duvergé en el primer juicio que le hizo Pedro Santana. Duvergé fue absuelto.
Se hará a partir de entonces Defensor Público y recibirá licencia de la Suprema Corte de Justicia para ejercer. Autodidacta, aprenderá francés y latín. Adquirió apreciable cultura y sus defensas como abogado fueron notables. Era músico y escribía con holgura y brillantez. Desterrado en abril de 1855, regresó al país en agosto de 1856. La vida política de Sánchez es intensa y como humano comete errores, pero nunca estos envuelven intención dañina al pueblo dominicano o a la patria que dignamente representó la noche del 27 de febrero. Las intrigas anexionistas marchan aceleradamente. Sánchez expresa su oposición a las gestiones de Santana. Reducido a prisión en agosto de 1859 es desterrado de nuevo, por tercera vez, en septiembre de ese año. Se traslada a Saint Thomas y desde allí comienza, sin recursos económicos, su lucha contra la traición y venta de la patria. Reclama la unidad de todos los dominicanos y viaja hacia Haití en busca de ayuda del presidente Geffrard. Frente a este dice; “Presidente, yo fuí el instrumento de que se valió la providencia en 1844 para sacudir la dominación haitiana y crear una república independiente”.
“Mas, no lo hice por odio, algún sentimiento innoble o debido a ideas de preocupación social, sino porque creí que constituíamos dos pueblos con caracteres diferentes en todos los órdenes, que somos dos pueblos distintos que podemos formar Estados separados, y que la isla es bastante grande y hermosa para compartirla ente ambos, dividiéndonos el dominio de ella. Además, yo en cierto modo consolido con mi acción la independencia de Haití, pues una vez conseguido el éxito de nuestra causa, celebraríamos un tratado que garantizara nuestra mutua vida independiente. No sería así, cuando a España, potencia de primer orden, posea la parte Este de la isla con peligro para ustedes. Santana va anexar Santo Domingo a España y yo vengo a impedir ese crimen, impidiéndolo, afirmo mi obra y garantizo la de ustedes. Por eso he venido a pedirles pase por las fronteras y recursos con que impedir la anexión que se piensa llevar a cabo”. Más adelante afirma con admirable sentido político que, el mantenimiento de la independencia dominicana es la garantía de la independencia de Haití. Geffrard vacila y bajo presión española, ordena que Sánchez y otros dominicanos salgan de territorio haitiano, pero después, frente a la evidencia de los hechos, autoriza su regreso y le promete a Sánchez ayuda. Continuaremos.