Opinión

Ayer participé en la actividad de cierre de campaña del Partido de la Liberación Dominicana. Desde 2004 no había sentido tanto entusiasmo masivo ni observado tanta determinación popular de reelegir a un presidente. Banderas de todos los colores, mulatos de todas las variedades, el rápido ritmo de Kinito Méndez manteniendo piernas, caderas y manos en graciosos movimientos, verdaderas manifestaciones de júbilo popular al pasar los candidatos y líderes, bulliciosos y apasionados análisis políticos en los colmados y lugares de diversión adyacentes a la larga ruta trazada por la dirección del Partido y drones sobrevolando las multitudes para tomar fotos y grabar las escenas más impresionantes de la marcha. ¡Una verdadera fiesta de la democracia!

Luego de la última Gallup, esta fue otra contundente última encuesta empírica-con la actuación viva de los actores- a solo tres días del certamen electoral. Estas mismas características (enormes ríos humanos, entusiasmo palpitante, cero incidentes violentos) se pudieron observar en todo el país, especialmente en las cinco provincias que concentran el mayor número de electores, como son Santo Domingo (20.65%); Distrito Nacional (10.84%); Santiago (10.34%); San Cristóbal (5.52%) y La Vega (4.21%).

También en el extranjero la actividad política ha sido intensa y bien enfocada. Considerando la importancia del voto en esa especial demarcación electoral, que concentra aproximadamente 5.7% de los electores, o lo que es lo mismo unas 384,526 personas, los líderes del PLD realizaron una formidable y efectiva campaña de motivación y persuasión que contó con la destacada participación personal del Presidente del Partido, doctor Leonel Fernández.

Ninguna de las tretas utilizadas por el PRM ha dado resultado. Apostaron al quiebre de la unidad del Partido, no lo lograron.

Apostaron al desprestigio de la obra de gobierno del Presidente Medina, no lo lograron.

Se presentaron como “modernos” y ha resultado que siguen los mismos métodos y las mismas estrategias fallidas de sus ancestros políticos situados en las últimas tres décadas del siglo pasado.

Hicieron muchas promesas y apuntaron con ellas a las clases más vulnerables, obteniendo como resultado una bandera morada de esperanza en paredes y ventanas.

Uno de los más increíbles fallos de la campaña de Luis Abinader y Fulcar fue asumir el programa de Gobierno del Presidente Medina como propio, prometiendo duplicar y triplicar los montos presupuestarios en ellos implicados. Una tremenda evidencia de falta de capacidad innovadora y diferenciadora, originalidad y buen juicio político.

Definieron la reelección como el mayor sacrilegio del Presidente Medina pero todas las encuestas serias terminaron confirmando, en una especie de convincente plebiscito popular ex post reiterativo, que la reelección es buena si cuenta con el apoyo de la gente y si ella, en su aplastante mayoría, entiende que la ruta gubernamental es correcta y que los buenos gobiernos no se definen por sus discursos, sino por sus promesas cumplidas, su acercamiento a los problemas reales, su determinación medible y concreta de solucionar los problemas estructurales de vieja data y por sus claras y modernas perspectivas del futuro de la nación.

Como conocen ya los resultados para nada favorables del domingo 15 de mayo, apuestan a desestabilizar el trabajo de la JCE y hasta han sido capaces de someter ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) una demanda de impugnación a las tres últimas resoluciones de la Junta Central Electoral (JCE), incluyendo el conteo de voto automatizado.

Aunque finalmente complacidos con el anuncio hecho en la noche del jueves 12 por la Junta Central Electoral de que el conteo de votos será electrónico y manual en los tres consabidos niveles, luego de celebradas las elecciones del próximo domingo, siguen insistiendo en que el conteo sea solamente manual porque no quieren que, con mucha certeza y en poco tiempo, los resultados de su fracaso sean anunciados a la población antes de la medianoche del día 15, tal y como había prometido el organismo electoral rector.

Siguen inconformes con que, una vez concluido el escrutinio electrónico, la JCE proceda con el conteo manual del 100% de los votos del nivel municipal y congresual. Esta fórmula (aplicar los dos procedimientos), como bien señala el Presidente de la Junta, “va a generar dificultades de horario y tiene, además, complicaciones logísticas para la Junta Central Electoral que ahora tiene que hacer un nuevo proceso de educación y de ajuste”. Precisamente esto es lo que pretende el PRM: que la planificación previa de la Junta, informada oportunamente a todos los partidos, se quiebre, falle, colapse e introduzca un ambiente de incertidumbre, desasosiego y desconfianza entre los electores. En este sentido, han logrado que la Junta vuelva sobre sus pasos y no pueda cumplir con su promesa de ofrecer resultados fidedignos antes de la medianoche del día de las elecciones. Obviamente, por culpa de los “modernos”.

Junto a ciertos comunicadores que nada tienen que ver con su función primaria de informar, orientar y educar, se está articulando un complot para desestabilizar el proceso electoral. Ya han logrado un sustantivo retroceso al imponer el conteo manual y seguirán el guion elaborado hasta sus últimas líneas: producir una especie de desmoronamiento moral entre los electores sobre la base del descrédito de la JCE. Ellos no dicen de vez en cuando la verdad para que en algún momento podamos creerle. Su norte fijo es la mentira, la tergiversación de los hechos y el descrédito de lo que todo el mundo entiende correcto, efectivo, confiable y avanzado.

¡A votar sin perderlos de vista!

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