Opinión

Constituye un comportamiento temerario del Colegio Médico Dominicano paralizar los hospitales públicos por dos o tres días en todo el territorio nacional. Como también es un crimen de lesa humanidad someter a la población más pobre de este país al calvario del desamparo cuando lo que indica la lógica más elemental es el restablecimiento del diálogo y la concertación.

Esta escena desagradable de confrontación llevada a cabo entre liderazgo del CMD y las actuales autoridades del sector salud en los últimos días, dígase, Sistema Nacional de Salud y el Ministerio de Salud Pública, es lo que podría calificarse de una pugna innecesaria que solo afecta a los ciudadanos y ciudadanas más pobre de esta media isla.

Es horrible y desgarrador observar las imágenes y reportes de la prensa escrita y televisada de la más reciente paralización de los hospitales públicos donde con frecuencia se exhibían las más lastimosas penurias y humillaciones que puede sufrir un ser humano.

¿Dónde está el compromiso de los facultativos que integran el Colegio Médico Dominicano con el juramento hipocrático?, ¿a donde fue a parar el artículo constitucional que indica tácitamente que todos los dominicanos tienen el derecho y acceso a una salud de calidad? ¿Dónde está?.

La verdad señores que como dijo el poeta nacional don Pedro Mir, en su obra de excepción de gran contenido social “Hay un país en el mundo”, este es un país, que no merece el nombre de país.

Ese pueblo que asiste a esos establecimientos de salud a buscar mitigar alguna patología grave o sencilla no me merece ser ignorado y maltratado por la terquedad y falta de sensibilidad de una clase médica gremial que solo sabe hacer huelgas al sector público.

Como tampoco es aceptable que lo que gestionan la rectoría del sistema de salud permanezcan con discursos e intervenciones mediáticas justificativas, ante el alarido desesperado de los pobres de solemnidad que no tienen con que caerse muertos y mucho menos pagar los servicios médicos en el sector privado.

Que bajen los egos de una y otra parte y que se interponga la racionalidad y la humildad entre los actores en conflicto a los fines de que vuelva la normalidad en ese sector tan fundamental para el desarrollo de este pueblo.

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