Opinión

Hemos estado trabajando sobre el nuevo modelo de profesor universitario que necesitamos y en esta tercera parte vamos a continuar respondiendo la batería de preguntas que nos hemos estado auto formulando y respondiendo en forma explícita, pero en esta entrega quiero hacer un breve paréntesis para profundizar en algunos propósitos claves, como por ejemplo, en la función de gestor de la construcción del conocimiento como fuente básica para poder aprender a hacer, es decir, para poder adquirir las competencias que nos exige el mercado en sentido general. En ese mismo orden, puntualizar el rol de profesor como facilitador de los aprendizajes que deben aprehender los alumnos hacia un grado de sapiencia cada vez más elevado, entendiendo el término sapiencia como la combinación de conocer y saber hacer en una práctica exitosa, en donde la implicación y la autonomía concurren en modo concreto, es decir, evaluable.

Es necesario lograr la integración de las competencias en la propia disciplina que se enseña, con los conocimientos didácticos, pedagógicos y tecnológicos que puedan fundamentar el tipo de comportamiento durante los procesos de aprender y enseñar en una forma integral, porque se aprende enseñando y se enseña aprendiendo. Todo profesor aprende enseñando, porque rediseña la caja de herramientas que utiliza, aunque no se percate del afinamiento adquirido.

Un profesor implicado en la formación integral de sus alumnos, es lo que necesitamos, para que traspase sus conocimientos y su práctica, con todas sus destrezas y habilidades. Éstas deben ser transmitidas con el objeto particular de no llevarse su experiencia a la tumba, pero advirtiendo que la experiencia de cada uno debe ser auténtica y que la de otros solo sirve como referencia a replicar si es pertinente. Esa implicación, tanto desde el punto de vista personal como social, en cualquier etapa educativa y en sus diferentes contextos sociales y culturales, requiere una sólida formación sociológica y psicopedagógica, necesita un buen dominio de destrezas sociales y de interacción, de igual forma, una idónea competencia de comunicación.

El educador perteneciente a una comunidad educativa o a una respectiva área de conocimiento, que se integra a un equipo de trabajo, con plena competencia en el ámbito de las relaciones humanas y de la organización, se implica en el diseño y desarrollo de los proyectos educativos y curriculares de los centros. Por lo antes dicho, el profesor tiene la necesidad de formarse en la didáctica y la psicopedagogía especifica. Esa es una garantía de trabajo enfocado, de esta manera, difícilmente no llegue a la eficiencia y la eficacia requeridas por la sociedad a la que sirve como docente.

A demás de todo eso, necesitamos que el profesor sea un profesional reflexivo de su propia práctica, porque ese modelo de educador posee un estilo docente, que es capaz de reconocer la importancia de organizar los contenidos y las actividades que se desarrollarán como tareas áulicas. Ese tipo de profesor es capaz de reconocer la necesidad de analizar las dinámicas complejas de grupos diversos de alumnos; por esa vía de acción tendrá la capacidad de convertirse en seleccionador de los mejores recursos a utilizar en cada momento de la jornada de clases. Puedo asegurar, que ese modelo de profesor será capaz de emplearse en su labor de facilitador-acompañante, para conseguir climas adecuados para la convivencia y el trabajo, tanto del aula, las asignaciones particulares o grupales, como del laboratorio. Todo este proceso, deberá lograrse en una interacción constante, entre los conocimientos y la acción educativa, como principio de su práctica profesional.

Luego de toda esa introducción, me pregunto: ¿Por qué algunos profesores creemos que el objetivo central de un docente universitario, es ser maestro de humanidad? Y me respondo considerando, que es porque a través de las asignaturas que impartimos, que se recupera y se transmite el sentido de la sabiduría que hemos diseñado a través de nuestra experiencia, rescatándose para servir a nuestros alumnos de una forma especial. Y esto se da de esa manera, porque de entre los vericuetos de la ciencia, la técnica, la tecnología y la cultura, se traspasa el sentido de lo fundamental, es decir nuestra experiencia, permitiéndoles un mejor entendimiento de sí mismos y agenciarse explicaciones sobre el mundo que les rodea.

El maestro ayuda al alumno a comprender el mundo que le rodea y le encamina en la creación de sus propias formas para arribar con éxito a los aprendizajes significativos sobre los cuales puede practicar, en un proceso de verificación de su propio saber. De esa forma se auto fomenta en una especie de desarrollo visionario de analítica global sobre los problemas sociales, culturales y ambientales del tiempo que le ha tocado vivir junto a todo el contexto humano.

Entonces me pregunto: ¿Por qué se dice que la tarea básica del docente es recuperar las preguntas, las inquietudes, el proceso de búsqueda que desarrollan los individuos en la elaboración de conocimientos? Y me respondo, porque en el mundo es común que entremos en el confort de la rutina y olvidemos las preguntas claves, las inquietudes necesarias para alcanzar nuestras metas y entonces es necesario sacudir al individuo para que entre en la búsqueda acuciosa y necesaria para arribar a las respuestas satisfactorias y que él necesita como ente social. Picar la curiosidad, despertar criticidad y tratar de despertar la curiosidad y descubrirse sobre nuevas necesidades, esa es la tarea básica del profesional docente en su doble función de profesor y maestro. Es ahí donde radica la vivencia de su mundo ético.

No olvidemos, que el individuo tiene un conjunto de informaciones almacenadas mediante la experiencia y cuando adquiere un conocimiento nuevo, busca un equilibrio entre el nuevo aprendizaje y el aprendizaje anterior, pero necesita tener necesidades perentorias para entrar en la inquietud que necesita para motorizar su avance hacia el cambio.

De esa forma arribamos a la pregunta: ¿Qué piensas de la frase aquella que dice, “el maestro enseña y aprende en cada jornada”? Creo que el profesor y el alumno van por el mismo camino, entrelazando sus saberes y van retroalimentándose en forma armónica e integral. El profesor reflexiona los conocimientos del alumno, los adapta a sus ideas y los devuelve cualificados en una interacción analística incomparable e irrepetible en cada jornada. De una forma mágica el profesor aprende en proporción al aprendizaje del alumno.

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