Procurando disminuir la intensidad de los vientos producidos por la tormenta dejada por la publicación de un desafortunado comunicado, la titular de la Procuraduría General de la República se reunió con directores de medios de comunicación y otros directivos, que ahora llaman líderes de opinión.
Trascendió de ese encuentro que la magistrada Miriam Germán Brito explicó a los contertulios que “no es la mujer maravilla” y no se puede pretender que ella tenga todo el control del Ministerio Público.
Esta simple frase deja establecida la sorpresa que ha generado en la comunidad jurídica la publicación por la Procuraduría General de la República de un comunicado intolerante y amenazante a un derecho fundamental como lo es el de la libertad de expresión.
Al pretender defender los acuerdos de culpabilidad de imputados en casos que se ventilan en los tribunales, el Ministerio Público amenaza a los profesionales de la comunicación, quienes han denunciado los acuerdos, con adoptar “medidas cautelares para evitar que se sigan utilizando recursos para obstruir los procesos”.
Atribuyen las críticas a lo acordado con imputados a campañas que tienen todas las características de no ser financiadas con recursos de patrimonio lícito, una grave acusación.
Al día siguiente de la errática comunicación, en tono agresivo y amenazante, la procuraduría General de la República explica a un medio de comunicación que las medidas cautelares que está dispuesta a adoptar para evitar la obstrucción de la justicia se refieren exclusivamente a los imputados, no a los medios de comunicación ni a los periodistas.
El intento de desmentido complica las cosas al dejar en evidencia que el contenido de lo publicado en la víspera no fue sopesado mínimamente, tal y como lo dejó establecida la titular del Ministerio Público.
Los partidos políticos, la comunidad jurídica y el Colegio de Periodistas coinciden en ver las amenazas, con estas publicaciones, a la libertad de expresión y al libre ejercicio de la profesión del periodismo.
La soberbia ha quedado implícita en estas posiciones del mal llamado Ministerio Público Independiente, que con este y otros casos ventilados ha dejado ver el refajo, debajo de las faldas, como se decía antes.