Opinión

Muchos Productos y Pocos Simpatizantes

Por: Osiris Mota | En los últimos años hemos visto un deterioro paulatino de los partidos políticos, provocado más por la falta de contenido y visión que por las propias coyunturas externas. Esa carencia está desconectando a las dirigencias de las masas.

Al mismo tiempo, el mercado impone la cultura del consumismo y la racionalidad y conciencia de los pueblos se vuelve cada vez más escasa. El bombardeo de la publicidad y la manipulación mediática terminan idiotizando a nuestra gente, especialmente a los jóvenes, que hoy centran sus energías en discutir cuál es el mejor automóvil, qué ropa es más costosa, quién baila con mayor sensualidad o quién comete las mayores estupideces en las redes sociales.

La conducta de nuestros gobernantes y de la cúpula partidaria no resulta atractiva para los jóvenes más talentosos de la sociedad. Nos estamos devorando en una carrera desenfrenada por las posesiones y el poder individual o de grupo, reduciendo cada vez más el interés colectivo por resolver los verdaderos problemas que aquejan a nuestros pueblos.

Una gran mayoría de militantes anda en busca de quien le ofrezca seguridad para acercarse a los beneficios del poder y las riquezas, antes que comprometerse con la construcción de instituciones sólidas que puedan guiar a las naciones hacia sociedades menos desiguales, con oportunidades para todos, empeñadas en la creación de riqueza productiva, bienestar, paz y felicidad compartida.

Juan Bosch solía decir que la pequeña burguesía prefería ser cabeza de ratón antes que cola de león. Ese afán se ha convertido en la cotidianidad de los partidos: quienes no logran fundar su propio grupito, se suman a otro donde esperan obtener protagonismo, y los que permanecen dentro de las organizaciones lo hacen agrupándose en torno a las figuras más visibles del mercado político.

Estos vicios están carcomiendo a los partidos —al nuestro también— y no contribuyen en nada a fortalecer la institucionalidad ni la unidad necesarias para preservarnos en las grandes luchas y transformaciones sociales. Muchos compañeros están más atentos a las candidaturas y a las posibilidades inmediatas de conquistar el poder, olvidando que solo la organización, cohesionada y con visión, tiene la capacidad de impulsar los cambios sociales urgentes para desarrollar este país que se nos va desgranando con cada mala decisión de sus líderes.

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