Por: Asiaraf Serulle | Señor Mazara, con relación a las palabras expresadas en su carta y la referencia a “Al maestro con cariño”. Como bien enseña esa obra, el respeto no se demuestra callando ante la distorsión, sino defendiendo la verdad con serenidad y firmeza. Del mismo modo, la película “El Show de Truman” nos recuerda que no basta con percibir una realidad parcial o manipulada: solo al confrontar los hechos con claridad y objetividad se reconoce la verdad.
Hablar de los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, y en particular del presidente Danilo Medina, es referirse a una etapa de progreso, estabilidad y transformación sin precedentes en la historia contemporánea de la República Dominicana. Esos años no se definen por consignas ni por retórica política, sino por resultados concretos: Más de 25 mil aulas nuevas y la tanda extendida, que revolucionaron la educación pública. El Sistema 9-1-1, República Digital, Visitas Sorpresa, estancias infantiles y Quisqueya Aprende Contigo, que acercaron el Estado a cada rincón del país. La pobreza se redujo de un 39% a menos de un 21%, y la clase media creció más de un 30%. La economía se duplicó, manteniendo estabilidad, inversión y confianza, reconocida por organismos internacionales. Infraestructura moderna, conectividad, hospitales, viviendas y programas sociales que impactaron positivamente la vida de millones de ciudadanos.
En esos años, el país creció con orden, con políticas públicas sostenibles, planificación estratégica y una visión de Estado centrada en la gente. Nunca se gobernó desde el odio ni desde la revancha, sino desde la construcción, el diálogo y la responsabilidad.
Hoy, quienes buscan desacreditar esa obra se encuentran con una realidad que no pueden borrar: los indicadores sociales y económicos del PLD siguen siendo la referencia con la que inevitablemente se comparan los resultados actuales. La historia no se reescribe; se constata con hechos. Por eso, cuando se habla del legado del PLD, no puede omitirse que fue el partido que más avanzó en educación, salud, infraestructura, conectividad, vivienda y bienestar social. Un legado que se mide en escuelas, hospitales, carreteras, empleos y oportunidades, no en consignas partidistas ni en acusaciones pasajeras.
Con relación a los casos actualmente en la justicia, es indispensable subrayar que corresponde a un sistema judicial “independiente” investigar, probar y, finalmente, determinar la culpabilidad o inocencia de quienes sean imputados. La justicia solo cumple su función cuando opera con imparcialidad y apego estricto a la ley. No obstante, los cerca de más de 200 casos mencionados por la Dirección de Ética aún no han tenido resolución concreta, lo que evidencia una preocupante falta de efectividad y pone en entredicho la igualdad ante la ley. Situaciones como la del SENASA reflejan que, en la práctica, la justicia no siempre se aplica de manera uniforme, dejando claro que la independencia judicial sigue siendo un desafío pendiente para nuestro país.
Mientras tanto, los ciudadanos observan que, a pesar de la retórica, la actual gestión no ha replicado los niveles de cobertura educativa, reducción de pobreza, estabilidad económica ni la creación de programas sociales sostenibles que caracterizaron los gobiernos del PLD. Los resultados verificables de aquellos años contrastan con promesas actuales que aún no se traducen en beneficios tangibles y generalizados para la población.
El respeto no consiste en evadir el debate, sino en sostenerlo con verdad. Y la verdad es que, bajo los gobiernos del PLD, la República Dominicana vivió sus mayores años de crecimiento, estabilidad y esperanza. Esa es la historia que el tiempo confirmará, porque la grandeza no se improvisa: se construye con resultados.