Opinión

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Los lazos que unen al arte y a las palabras y las imágenes en movimiento son tan cercanos como llenos de contradicciones y desengaños tanto como lo pueden ser entre una vieja dama indigna, la literatura, parafraseando el título de la película dirigida por René Allio, y un desenfadado arte joven como es el cine.

La Literatura aportaba el prestigio de su larga data a un arte joven como el cinematógrafo que se auxiliaba de ella para darle una pátina de responsabilidad a un espectáculo que era considerado diversión para las clases más bajas y menos instruidas.

Se partía y aún existen cineastas con ese pensamiento, de una supuesta fidelidad al texto, lo que significa transcribir letra por letra lo dicho en un libro hacia un guion y de ahí a la pantalla, una receta segura hacia el desastre, porque se obvian las especificidades de cada medio.

Adaptar un texto literario siempre ha sido un acto riesgoso como caminar en una soga a gran altura y sin red debajo. Son muchos los directores atraídos por los valores de un libro que han fracasado de manera vergonzosa al querer transformarlo en obra fílmica.

En América Latina contamos con varias adaptaciones exitosas, pero dos de ellas merecen nuestra atención: La Ceguera, basada en la novela de José Saramago; y La Ciudad y los Perros, que parte de la obra de Mario Vargas Llosa.

La Ciudad y los Perros (1985), es una producción peruana dirigida por Francisco Lombardi con base en la novela homónima de Mario Vargas Llosa que narra la vida de los cadetes en el Colegio Militar Leoncio Prado, en medio de duras condiciones, caldo de cultivo para traiciones y lealtades en donde solo triunfan el machismo y la brutalidad del sistema.

Con una variedad de personajes, la película se centra en las acciones de Alberto Fernández, “El Poeta”, diestro fabulador de novelitas pornográficas y cartas, con una manifiesta incapacidad para las refriegas; “El Jaguar” que procede de los más bajos estratos de la sociedad, ganándose el respeto a golpes y mostrando dotes de liderazgo para rebelarse ante un sistema que considera injusto; “El Esclavo”, que como su nombre lo dice, es víctima de los abusos de sus compañeros y “El Teniente Gamboa”, un militar correcto que cree en los valores del ejécito como son el honor, la disciplina y el respeto.

Adaptación modélica de la novela al cine, sobresale por mantener los elementos esenciales de la obra literaria, con un cuidadoso trabajo guionistico de José Watanabe, en una de las mejores aproximaciones entre estas dos artes que se hayan visto en este continente.

Lombardi se ha destacado por utilizar otras novelas como Pantaleón y Las Visitadoras del mismo Vargas Llosa , además de Crimen y Castigo de Fedor Dostoievski.

Enfocada en el aprendizaje de estos jóvenes y su travesía vital para convertirse en hombres pasando por los círculos de este infierno dantesco del sistema empleado en el colegio militar, muestra un microcosmo de la sociedad peruana.

La Ciudad y los Perros le significó a Francisco Lombardi el premio al Mejor Director en el Festival de San Sebastián, además de un reconocimiento mundial de cara al público y la crítica.

Conocida en español como Ceguera o A Ciegas (Blindness- 2008) es una adaptación de la novela Ensayo Sobre La Ceguera de José Saramago, trata sobre una epidemia de ceguera que súbitamente se extiende por todo el planeta provocando el derrumbe de todas las estructuras sociales y extrayendo las peores cualidades de los seres humanos.

Todo lo que no debe hacerse para adaptar una obra literaria al cine se implementó en la realización de Ceguera, con una lamentable influencia de Saramago en el guión y la edición, resultando en un calco descafeinado de la novela en cuestión.

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Meirelles naufragó directoralmente en una película carente del ritmo, atmosfera y la profundidad de los personajes novelescos, en esta obra donde pareció desconocerse así mismo. Julianne More, Mark Ruffalo, Gael García Bernal, Danny Glover y los demás actores se dedican a decir sus parlamentos sin ningún atisbo de actuación, caso extraño en profesionales de esta calidad. El mexicano García Bernal, deambula de escena en escena, extraviado en este universo absurdo en una película para olvidar.

A pesar de que Saramago se declaró satisfecho con la adaptación, este filme fue estrenado en Cannes con una tibia recepción del público y de los críticos. En Estados Unidos la revista Variety la criticó duramente señalando su ambigüedad, entre otros defectos.

Lo desafortunado de Ceguera es la fidelidad perruna que le guarda la película a la novela, un pecado capital que no debe cometerse nunca cuando queremos transferir universos de un arte a otro.

Está visto que la transferencia de universos de la literatura al cine comporta unas reglas de juego que deben ser respetadas si se quieren obtener los resultados deseados, y entre ellas, la de tomar en cuenta la especificidad de cada uno, de no transferir literalmente , para evitar películas fallidas que no complacen a nadie.

Adaptar una obra literaria al cine es realizar un proceso convergente, analítico y reductivo, que integre ambos discursos artísticos para producir una película con la identidad propia de su arte.

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