Opinión

Con respecto al tema del aborto, se hace necesario deslindar el asunto religioso de la Fe Cristiana. ¿Por qué? Es que la religión es una creación del Hombre para organizar socialmente su creencia, es por ello que la religión sólo puede existir en la persona que se cuestiona a sí misma sobre lo que ella se cree ser, en las discusiones cotidianas del día a día. En cambio la Fe Cristiana es otra cosa. Se trata de una convicción profunda nacida de interrogaciones intrínsecas muy personales, en las que el hombre se decide a creer en lo que no se puede mirar con el simple ojo humano, pero que se siente y se ve interiormente cuando se aprende a buscar en el interior de la increíble “máquina” humana.

En momentos de su vida, el individuo humano se cuestiona sobre la vida, sobre la muerte, sobre el dolor, sobre la incertidumbre que trae consigo ansias y carencias que le alejan de la felicidad, es ahí donde nace la Fe, es decir, cuando el ser humano va más allá de las posibilidades del hombre y su “ver y tocar para creer”, trascendiendo lo demostrable. Es en ese momento cuando aparece el misterio la Fe Cristiana. Es algo totalmente diferente a la creación del Hombre llamada religión y sobre esa institución socializadora del orden y el status quo, podemos discutir y rediscutir, para reconocer sus yerros históricos. Pero la Fe Cristiana es una acción trascendental, en la que entra la ideología del Cristianismo, no importa a la Iglesia a la que pertenezcas, porque la Iglesia busca defender al Ser Humano en lo corpóreo y durante viva su vida material. Las iglesias son instrumentos que el hombre se ha dado para calmar el dolor humano, para adorar a Dios, para ayudar al prójimo en su tránsito por la tierra, ofreciéndole cosas materiales que le mitiguen sus carencias y mostrándole el camino de salvación de acuerdo a su Fe.

Con la cuestión del aborto nos adentramos a una polémica en la que debe primar la inteligencia emocional, para poder dilucidar coherentemente la problemática, colocarse en contra o a favor por entrar en la palestra pública o ponerse simpático con un sector equis puede costarle mucho a la sociedad dominicana. Debemos dejar el sofisma. Nosotros no estamos empecinados ni queremos imponerle pautas a nadie, de lo que se trata es de respetar la vida humana de quienes son tan indefensos y tiernos en la génesis misma del milagro de la concepción, que no tienen ni siquiera el derecho de elegir la madre ni el padre que le sirvan de vía para arribar y gozar del Planeta Tierra, como lo haces tú o como lo hago yo. Impedirles nacer es un crimen que no se puede eliminar con ningún derecho humano, si la madre está en condiciones de darle la oportunidad de vivir, como se la dieron a ella.

En este asunto no cabe el tema de la Constitucion Dominicana inspirada en el laicismo, porque no estamos contradiciéndola, lo que estamos haciendo es defendiendo el estado social de derecho que enarbola la Ley de leyes. Hicieron bien los constituyentes del año 2010 y hacen bien las Iglesias no Catolices que están apoyando, no al Episcopado sino el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte. Todos los cristianos congregados deben militar en ese tenor, porque preserva la esencia de nuestra Fe, aunque busquemos al mismo Dios por vías distintas. Cuando Martin Lutero anuncio la doctrina de los dos reinos, el del Cielo y el de la Tierra, no estaba renunciado al amor al prójimo que enarbola la Fe Cristiana, lo que estaba haciendo respondía a otros intereses fundamentados en lo ideológico, fundamentado en sus diferencias de forma nunca de fondo en cuanto a la Fe en Jesucristo.

Por último, este tema no tiene nada que ver con los principios establecidos por algunas naciones del globo, que rezan sobre neutralidad del Estado, acerca de la libertad religiosa y la relación de los poderes públicos con la Iglesia Cristiana en sentido general; el problema del aborto es un problema humano, que sustenta en el pensamiento preclaro del respeto a la vida, la que es esencia del sentido social del Estado.

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