Opinión

En el 1992, poco después de haber sido encarcelado por el gobierno oligárquico de Carlos Andrés Pérez, el entonces Teniente Coronel Hugo Chávez Frías recibió en la cárcel una versión del Padre Nuestro escrita por un caraqueño anónimo que se lee así.

Chávez nuestro que estás en la cárcel,
Santificado sea tu golpe,
Venga(vengar), a nosotros, tu pueblo.
Hágase tu voluntad,
La de Venezuela,
La de tu ejército,
Danos hoy la confianza ya perdida,
Y no perdones a los traidores.
Así como tampoco perdonaremos,
A los que te aprehendieron.
Sálvanos de tanta corrupción,
Y líbranos de Carlos Andrés Pérez.
Amén.

Esta expresión de la venezolanidad popular habla por sí misma. Exalta la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992, que tiene dos lecturas fundamentales 1. Fue el primer gran hecho histórico de la historia reciente de Venezuela y de América Latina y 2. Fue la primera gran rebelión contra el reinante neoliberalismo en la región. No era el típico golpe “gorila” de factura yanqui, a las cuales nos tenía acostumbrados el Imperio.

La rebelión chavista de 1992 era el resultado paciente de un pequeño grupo de oficiales hastiados de la corrupción y de los resultados de la política económica del gobierno neoliberal de Carlos Andrés Pérez. Ese mismo gobierno que el 27 de febrero de 1989 asesino en Caracas a más de 5,000 venezolanos pobres que protestaban contra las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Políticas que habían sumido en la miseria y la desesperación a millones de venezolanos y venezolanas.

Esos militares, aprovecharon el aniversario de la muerte de Simón Bolívar en 1982, para jurar en el Samán de Guere, realizar una profunda transformación de Venezuela. Imitaron al Libertador, que antes de liberar a Nuestra América, hizo un juramento similar en el Monte Sacro en Italia, frente a su ejemplar maestro Simón Rodríguez. Los integrantes del Movimiento Bolivariano Revolucionario cumplieron su promesa y el 4 de febrero de 1992 aceleraron el motor de la Segunda Independencia Latinoamericana que había encendido un 26 de julio de 1953 el Comandante Fidel Castro.

El brillante teórico marxista ruso Jorge Plejanov, al analizar el papel del individuo en la historia escribió “Un gran hombre lo es no porque sus particularidades individuales impriman una fisonomía individual a los grandes acontecimientos históricos, sino porque está dotado de particularidades que le convierten en el individuo más capaz de servir a las grandes necesidades sociales de su época”. El Presidente Hugo Chávez Frías estaba dotado de excelentes condiciones y humanas para ser el líder que fue y sigue siendo.

Examinemos sus aportes. Su valentía no solo fue física y personal. También fue teórica y política. Cuando nadie se atrevía a hablar de socialismo pues el neoliberalismo parecía haber ganado la batalla ideológica, el Presidente Hugo Chávez inserto el socialismo en la agenda mundial. Eso suponía resucitar categorías “gastadas’ como imperialismo o revolución. Despolvo de las bibliotecas apolilladas de la oligarquía venezolana, el pensamiento de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y del General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora. La feliz conjunción de la herencia histórica venezolana con lo mejor del pensamiento socialista pario el socialismo bolivariano.

“Amo mi patria… profundamente. Porque como dice Ali Primera “la patria es el hombre”. Debemos conectar el presente con el pasado. Nuestra historia es nuestra identidad. El que la ignora no sabe quién es. Solo la historia le da a un pueblo la entera conciencia de sí mismo” dijo el Comandante Eterno.

El imperio no podía creer que Venezuela se desgajara de su “patio trasero”. De pronto, un Teniente Coronel, con sangre indígena y negra, se atrevía a cuestionar su dominio en la Patria del Libertador. Para ellos, era un “lunático” que se había atrevido a rescatar a Bolívar y que encontraba en las raíces de su pensamiento, inspiración para la lucha, animación para no errar y si crear.

Aprendimos con nuestro Maestro Juan Bosch que los revolucionarios debemos ser pedagogos populares. Nos enseno a pensar “contra-corriente”. Y en vida, vimos a un Chávez pedagógico, ensenándole a su pueblo su propio pasado, hablando de Bolívar, de Simón Rodríguez, de Maisanta, de Fabricio Ojeda. Pero también hablando de otros revolucionarios como Ernesto Guevara, Lenin, Rosa Luxemburgo, León Trostky, Jesucristo… sus comentarios en Alo Presidente disparaban las lecturas de los libros que el recomendaba y de esa manera, educación política más el látigo de la contrarrevolución, que trato de derrocarlo en abril del 2002, que desato el paro petrolero, y que desencadena en la actualidad guerras económicas y desabastecimiento contra el querido compañero Nicolás Maduro, educo a su pueblo humilde a amar y defender su Revolución Socialista que es también nuestra.

Actuar y pensar contra-corriente era luchar contra el fundamentalismo de mercado, la globalización y el llamado Consenso de Washington, la “biblia” del neoliberalismo a partir de los cuales se sembró la privatización, la eliminación de las políticas sociales, el pago oneroso de la deuda y el desmantelamiento del Estado Nacional Latinoamericano y Caribeño en aras de las ganancias sacrosantas de las trasnacionales del Imperio. Hambre, miseria y desamparo para nuestra gente y ganancias supe millonarias para los monopolios, esa era la ecuación a las que no querían someter.

Pero en eso llego Hugo Chávez y mando a parar… Eso supuso en la práctica que desde Venezuela se impulsaran medidas propuestas encaminadas, por ejemplo a rediseñar a la Organización de Países Exportadores del Petróleo, lo que conllevo la recuperación del precio del crudo para los países petroleros, algo que hasta ese momento se consideraba como herético, porque supuestamente los precios de las materias primas no podrían subir porque así lo determinaba “el mercado”. En la medida en que el proyecto bolivariano en Venezuela planteaba una recuperación de la soberanía nacional y energética y proponía políticas redistributivas de tipo interno, inmediatamente los intereses coaligados de las clases dominantes locales y del Imperio norteamericano entraron a operar para impedir la consolidación de ese proyecto.

Con sus políticas redistributivas, Chávez volvió a situar el Estado como eje fundamental de la organización social. Se impulso el gasto público en dirección de las mayorías sociales, en momentos en que, los países europeos y los Estados Unidos, en donde tanto se presumía de haber construido “sociedades de bienestar” más o menos igualitarias, asumen a fondo el proyecto neoliberal y aumentan las desigualdades, al tiempo que privatizan la salud y la educación.

Chávez rechazaba las privatizaciones; de hecho, volvió a nacionalizar las industrias clave relacionadas con el petróleo, socializo cientos de empresas capitalistas y desarrollo un extenso programa de reforma agraria incluyendo la distribución de tierras a 300,000 familias. Fomento las organizaciones sindicales y el control obrero de las fábricas, en oposición incluso a administradores públicos y a su propio gabinete de ministros. Inicio las llamadas Misiones que fortalecieron la salud, la educación y la alimentación. Rompiendo con el esquema rentista petrolero fomentado por el imperialismo norteamericano y la oligarquía, impulso la modernización de la agricultura y la soberanía alimentaria de la República Bolivariana de Venezuela. El país emprendió una revolución educativa que en la actualidad permite que cientos de miles de estudiantes pobres puedan estudiar y avanza una revolución tecnológica que le ha permitido a la Patria de Bolívar hasta enviar al espacio sideral un satélite que precisamente tiene el nombre del Libertador. Podríamos hablar hasta el cansancio de los logros sociales inducidos por este genial comandante revolucionario.

Permítanme, sin embargo, hablar de su visión de unidad continental. La aversión profunda y su oposición eficaz al imperialismo norteamericano y europeo y al colonialismo brutal israelí estaban hondamente arraigadas en su interpretación de los escritos y la historia de Simón Bolívar. Las ideas bolivarianas sobre liberación nacional fueron muy anteriores a cualquier contacto con escritos de Marx, Lenin o de otros autores antiimperialistas más contemporáneos. Su fuerte e inquebrantable defensa de la integración regional y del internacionalismo estaban muy influidas por los Estados Unidos Latinoamericanos propuestos por Simón Bolívar y por su actividad internacionalista en apoyo a los movimientos anticoloniales.

¿Me pregunto, puede haber en el horizonte político latinoamericano, un líder que haya tenido más influencia que Hugo Chávez Frías en la recomposición política del mundo actual? Los pensadores de los más reputados” think tanks” del Imperio han tenido que reconocer que el líder bolivariano cambio profundamente la correlación de fuerzas políticas a nivel mundial. Del mundo unipolar del nuevo Orden Mundial de Mr. George Bush hemos pasado al mundo de los BRICS que reúne a las potencias emergentes de Brasil, Rusia, India, China y África del Sur. A una América Latina conectada firmemente con ese bloque, pero también una región que ha desarrollado nuevos mecanismos de integración que ni siquiera se sonaban en 1999.

Chávez resucito pues, la espada libertaria de Bolívar. Hoy, ni siquiera el más cínico de los politiqueros o el mas inquisidor de los pensadores del Imperio, puede dejar de reconocer que tenemos una América Latina unida a través de la Comunidad Económica de América Latina y el Caribe, CELAC, institución de la cual seremos Presidente Pro Tempore el próximo 2016. Y qué decir del fortalecimiento de la UNASUR como institución sudamericana que fomenta la cooperación económica, política y cultural entre nuestros pueblos? ¿Acaso no fue el Presidente Chávez que le propuso al Comandante Fidel Castro la creación de la Alternativa Bolivariana de los Pueblos conocida como el ALBA a la que el Presidente Evo Morales le agrega el Tratado de Comercio de los Pueblos? Nuestro pueblo, el pueblo dominicano, se ha beneficiado enormemente con el Acuerdo de la Zona Económica de Petrocaribe que ha supuesto más de 179 millones de dólares para programas sociales y de producción en la República Dominicana, programas dirigidos a las familias pobres pero también a los estudiantes pobres. Poca gente lo sabe, pero como ha dicho el Presidente Medina el nombre de la solidaridad se llama Hugo Chávez.

“La felicidad es el objetivo supremo de la política. Tenemos que hacer que en el Reino de los Cielos sea realidad en la Tierra, dijo una vez el Comandante Supremo. Y alguien le pregunto una vez a Fidel como había logrado hacer tanto en el área de la educación, de la salud, de la soberanía. Y Fidel contesto “con mucho amor”. En vida, el Comandante Chávez fue sometido a gigantescas campañas de difamación, las matrices de comunicación del Imperio intentaron ocultar su luz, su luz revolucionaria, su amor a la gente, pero no lo lograron. Su amor por los humildes del mundo fundio las cadenas del egoísmo imperial.

Como decía en su obra El Socialismo y el Hombre en Cuba, el Comandante Ernesto Che Guevara, adalid de la Nueva Independencia Latinoamericana Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero esta guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario autentico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; este debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un musculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita”.

Un 4 de febrero de 1992 el Teniente Coronel Hugo Chávez tomo el espacio de la gloria por asalto. El “por ahora” se convirtió en el “Hasta la Victoria Siempre”. Un 4 de febrero de 1962! feliz coincidencia histórica! el pueblo de Cuba daba a conocer La Segunda Declaración de la Habana cuyo carácter premonitorio no podía soñar ni el más audaz de los profetas. Decía Fidel refiriéndose al porvenir latinoamericano.

Pero la hora de su reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la viene señalando, con precisión, ahora, también de un extremo a otro del continente. Ahora, esta masa anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el Continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir. Porque ahora, por los campos y las montanas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y selvas, entre la soledad o en el trafico de las ciudades o en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de razones, con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros. Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido a empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia. Ya se les ve por los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los “olimpos” gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, de un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, fincando su garfios en la tierra que les pertenece y defiendola con su vida; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas, sus consignas; haciéndolas correr en el viento por entre las montanas o a a lo largo de los llanos. Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parara mas. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despierta del largo sueño embrutecedor a que los sometieron. Porque esta gran humanidad ha dicho Basta! Y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que mueran, como los héroes constitucionalistas de Abril de 1965, como los soldados bolivarianos de Chávez, morirán como los héroes sandinistas, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia.

¡Viva la Revolución Socialista Venezolana!

¡Viva el Pueblo Venezolano!

¡Honor y Gloria al Comandante Eterno, Hugo Chávez!

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