Franklin Rodríguez
La cuadragésimo sexta Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en nuestro país los días 13,14 y 15 del presente mes, resultó ser una ocasión ideal en vista del escenario protagónico del que disponíamos para proyectar nuestro liderazgo regional en el Caribe, toda vez que el mismo nos planteaba una oportunidad propicia para hacer un llamado a la necesidad de sanar heridas del pasado enmendando los excesos y desatinos históricos de los que otrora fue víctima nuestro país. Al juzgar por la naturaleza hemisférica de la OEA, cuyo origen y cede administrativa han sido motivo de incesantes cuestionamientos por parte de las naciones latinoamericanas a lo largo de décadas, es perceptible, que al igual que sucede con la emblemática ONU, éste organismo se ve compelido a emprender una verdadera revisión de su rol para con la realidad actual de sus países miembros.
Es quizás en su afán por brindar una nueva imagen a la organización, en la que se le perciba como un ente conciliador, democrático y respetuoso de la libre determinación de los pueblos, que su Secretario General, Luís Almagro, ha tratado de romper con el pasado oscuro de la misma, llegando a tomar la iniciativa de pedir personalmente excusas por excesos cometidos en pasadas décadas por el pleno de la OEA desde su sede en Washington. Sin embargo, tal iniciativa resultó insuficiente, debido a que en el ámbito internacional, la expresión individual del regente de una organización de carácter regional no es vinculante a la voluntad expresa de la totalidad de sus miembros, por lo que resultaba imperante aprovechar la celebración de una Asamblea para ventilar tan necesaria discusión.
No obstante los aprestos reivindicativos del Secretario General, las acciones tendentes a reformular la organización, aun dejan mucho que desear. Bastaría tomar como ejemplo la falta de confianza de la que hoy es objeto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), órgano apéndice de la OEA, el cual en palabras del presidente de nuestro partido, Dr. Leonel Fernández, ¨ha emitido decisiones desafortunadas, en la que se percibe falta de imparcialidad, inocultable prejuicio, desconocimiento elemental de los hechos y extralimitación en sus decisiones¨. De ahí que la Organización de Estados Americanos enviara a nuestro país el 10 de julio del año pasado, una misión de observadores con el objetivo de monitorear el alcance del plan de regularización.
De vuelta en el tema que nos ocupa, la necesidad de un desagravio formal por parte de la OEA ha sido un tema pendiente para la República Dominicana desde que, en Abril del 1965, dicho organismo pretendió justificar la invasión estadounidense de manera ilegal, dando paso a la creación de la llamada ¨Fuerza Interamericana de Paz¨. La intención trasfondo de la OEA al evitar la libre determinación del pueblo dominicano, el cual luchaba por reencauzar a la nación hacia su efímero orden constitucional por medio de la reposición del gobierno democrático del profesor Juan Bosch, quedó patente cuando para legitimar su decisión habilitó el voto inexistente del Triunvirato (derrocado la mañana del 25 de abril), completando los 14 votos requeridos en la Asamblea General para aprobar la resolución.
Desde entonces ha sido una tarea pendiente del Partido de la Liberación Dominicana el esperar la ocasión propicia (la celebración de una Asamblea de la OEA en tierra dominicana), para reclamar el debido reparo de tan nefasta decisión, que contribuyó a lacerar los esfuerzos de restituir el primer ensayo democrático en 31 años, dejando una especie de arritmia histórica que afectó para siempre a nuestro país.
La 46 Asamblea General de la OEA nos brindó esa anhelada oportunidad de concretar la tarea pendiente, y el PLD por intermedio del compañero Danilo Medina la ha aprovechado. Es así como, en su calidad de presidente de la República, éste solicitó formalmente la emisión de una declaración de desagravio a favor del pueblo dominicano, reclamo que contó con el visto bueno y aprobación de la mayoría de los Estados miembros, emitiéndose la tan esperada nota de desagravio bajo el número AG/CG/ 7/16.
Hoy podemos decir una vez más, que el PLD ha actuado a la altura de su rol histórico, impulsando desde sus gobiernos las reivindicaciones que por años ha merecido la nación dominicana. Desde la aprobación de la constitución más avanzada e incluyente votada en el 2010, que se inspiró en el carácter visionario de la del 1963, hasta el reclamo de tan justa disculpa formal por los desatinos de una OEA prejuiciada en abril del 1965, podemos estar seguros de que estando a la vista el próximo 30 junio, hemos honrado debidamente el legado, y festejado con ello el natalicio del Profesor Juan Bosch.