Opinión

La movilidad social de América Latina está igual a «cuando se bate una botella de agua sodada, las burbujas se mueven de abajo hacia arriba y en todas direcciones». La apreciación era del profesor Bosch, quién lo dijo más de una vez, en conversaciones privadas.

Obviamente, se refería al momento en que nuestros paises iniciaban un proceso de desarrollo. Era cuando las fuerzas sociales iban transformándose de oligarquías, típicamente precapitalistas, a grupos económicos con el vigor del capitalismo.

Traer a cuenta el comentario de Bosch es oportuno a propósito de el artículo de Eliane Brum «La Nada y el Odio», publicado en su columna del periódico español El País, el pasado miércoles 8 de marzo. Se refiere a la tragedia de María de Lourdes y Marisa, primera y segunda esposa de Lula respectivamente. Explica la profunda desigualdad social en Brasil y el conflicto que ha creado dejar atrás el dominio oligárquico.

La primera esposa con 22 años y su hijo, murieron en un parto mal atendido en un hospital para los pobres. Hace unos pocos meses murió Marisa, la segunda esposa, atendida con cierto despreció social, en una clínica privada.

Es evidente, movilidad económica provoca movilidad social, y crea nuevos conflictos culturales e ideológicos. Se trata de fricciones de una parte de la población que va saliendo de la pobreza y de segmentos de la clase media que alcanza estándares de vida que se reservaba a las familias de primera.

Se les llamaba gente de primera y aún viven adultos envejecientes. El mandato familiar era «hacer relaciones» entre los jóvenes en centros sociales, la iglesia, cines, restaurantes y lugares públicos, como el Malecón, donde se sentaban separados, y todas esas actividades era en lugares distintos. Hoy hay colegios caros y baratos, escuelas de mala calidad, restaurantes caros y baratos, se alimentaba con la misma comida. Ahora se rompen las distancia con dinero. La queja soterrada es que «no sabemos con quienes se juntan nuestros hijos» no importa lo caro del lugar.

Como no tenían qué hacer, el chisme viene desde entonces; se descalificaba a los sectores socialmente bajos, como «gente fea o chusma» o «los de la parte alta», etc. Esas diferencias sociales, típicamente oligárquicas, eran consecuencia de las relaciones precapitalistas y mercantilistas. Todo empezó a cambiar con las transformaciones económicas; a partir de encauzarse el país al desarrollo; es a partir de ese momento que en la sociedad dominicana se produce una gran movilidad.

En Latinoamérica se generaliza en las últimas dos décadas. Cifras de la CEPAL, procesadas en 2014: Del 2005 al 2012 Brasil bajo la pobreza de 36.4% a 18.6% (36.8 millones sacados de la pobreza); Argentina, igual período de 24.8% a 4.3% (8.9 millones sacados); RD de 47.5% a 41.2% (895 mil). Igual ocurrió en Bolivia, Venezuela, Ecuador y otros.

En nuestro país grupos típicamente oligárquicos precapitalistas, pasaron a convertirse en sólidos grupos capitalistas; surgieron otros nuevos. Se organizaban en el Consejo de Hombres de Empresas; luego cambio su nombre como cambio su naturaleza por Consejo Nacional de Empresas Privadas (CONEP).

La gran movilidad viene dándose, pero es necesario superar exclusiones. Para lograr igualdad de oportunidades no basta salir de la pobreza material, se necesita la superación de la discriminacion por orígenes sociales distintos.

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