Opinión

Históricamente la República Dominicana ha ocupado una posición líder en el desarrollo del régimen de Zona Franca en el continente americano y a nivel mundial. A finales de la década de los años sesenta se promulga la Ley 299 de Incentivo y Protección Industrial, estableciendo tres categorías de actividades productivas a ser acogidas en las normativas y beneficios de la citada legislación.

Mediante la “Clasificación A”, se creó el régimen para las empresas de exportación al amparo del modelo de zonas francas, lo que fue complementado con una serie de legislaciones existentes que establecían regulaciones para el funcionamiento de las zonas francas, el sistema cambiario, laboral y de seguridad social, así como otros decretos y disposiciones relativas a la operación de zonas francas.

El proceso de desarrollo de las zonas francas en República Dominicana se inicia con la fase de incubación a finales de la década de los años 50 y principio de la década de los años 60, teniendo una breve discontinuidad por las convulsiones políticas y sociales que se sucedieron en ese período. A partir de 1969 al amparo de la Ley 299, el sector de zonas francas inicia la fase de desarrollo y expansión, gozando de exención arancelaria y fiscal, que permitieron su involución en la economía dominicana, estimulando los espíritus animales de los empresarios extranjeros y locales (Dani Rodrik, 1999). La fase de crecimiento de las zonas francas, especialmente del sector textil, se consolida en la década de los 80, adquiriendo mayor dinamismo y convirtiéndose en uno de los puntales de la economía nacional. Este crecimiento de relativa estabilidad se mantiene hasta finales de 1998, cuando externalidades complejas incidieron negativamente en la dinámica del sector, destacándose la fase expansiva de la economía norteamericana y la gran crisis financiera mundial. A partir de 1999 se registra una desaceleración en el ritmo de crecimiento, evidenciándose una caída en las exportaciones y empleos; disminuyendo la demanda de los productos y servicios ofertados por las zonas francas, debido a la recesión en la economía norteamericana (2001-2004). Esta última fase es considerada de reconversión y reposicionamiento (R.Kaplinsky, 2003), por los retos que infiere el proceso de globalización al sector, el tratado de libre comercio con Estados Unidos y los nuevos escenarios en la economía mundial en materia de incentivos de la Organización Mundial del Comercio.

En el año de 1969 se construye la primera zona franca en la ciudad de La Romana, en el marco de una legislación especial, otorgándole a una corporación privada extranjera el desarrollo y administración de una Zona Franca de Exportación. En el año de 1973 entró en operación el parque de Zona Franca Industrial en la ciudad de San Pedro de Macorís, población que dependía básicamente de la actividad agrícola – cañera. En el año de 1974 inició sus operaciones la Corporación de Zona Franca Industrial de Santiago, centro industrial que recibe un gran apoyo de inversionistas extranjeros y especialmente de grupos de empresarios dominicanos que con el devenir del tiempo lo convierte en el eje de la producción de textiles de exportación, colocando a la República Dominicana en una posición líder en el desarrollo del régimen de Zona Franca a nivel hemisférico, y uno de los principales suplidores al mercado norteamericano. A partir de este acontecimiento las empresas textiles de zonas francas, se han esparcido en todo el territorio nacional, micro localizándose en unas 18 provincias.

La implementación de un instrumento de política económica sectorial a través de la Ley 8-90 de “Fomento al Establecimiento de Nuevas Zonas Francas y el Crecimiento de las Existentes”, dinamizó la construcción de infraestructura y oferta de servicios de calidad mundial acoplada a la promoción y canalización de proyectos de inversión, contribuyendo al establecimiento de más de 50 parques industriales de exportación y 550 empresas de capital extranjero y nacional, proporcionando un mercado laboral de 189,853 empleos directos, al año 2006, especialmente en la actividad textil.

Sin embargo, el nuevo entorno del comercio internacional, junto a la falta de actualización interna del país en lo referente a disposiciones legales, regulaciones y procedimientos, así como los niveles de competitividad alcanzados por los países de la región y de otras partes del mundo, presentan un gran desafío para el presente y futuro de las empresas textiles establecidas en las zonas francas dominicanas (J. Bair, 2007).

El análisis contenido en este trabajo de investigación muestra informaciones que reflejan la situación de la industria textil de exportación en los últimos años, en la República Dominicana. Esto infiere que la ciencia se construye a partir de la superación gradual de sus ensayos, por lo tanto, primero tienes que aprender las reglas del juego y después jugar mejor que nadie (A. Einstein, 1950).

En la actualidad, los cambios son sorprendentes, pero tienen su lógica. El Presidente Donald Trump retira a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica TPP, (por sus siglas en inglés). El TPP constituye el mayor bloque económico del mundo, firmado por 12 países. En América Latina sólo Chile, Perú y México son signatarios de este Acuerdo.

El TPP representa acceso barato a mercancías del Sureste de Asía, sobre todo de Vietnam y China, representando esto un peligro para las economías de la región, y entre los más perjudicados, está el sector de la industria textil, sector al que la República Dominicana ha dedicado más de 50 años de trabajo, a través de los parques de zonas francas industriales y de los que somos pioneros en el mundo.

La dirección de los vientos nos abren nuevas posibilidades en el mercado de los Estados Unidos e invitan a rediseñar nuevas estrategias y negociaciones, corregir nuestras debilidades y fortalecer nuestras fortalezas, y en la industria textil tenemos un gran aliado para la competencia global.

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