El mundo cada vez se torna complejo y se incorporan elementos que resultan incontrolables, fruto de los cambios bruscos e inesperados que a diario se producen, los cuales impactan en la dinámica económica y cotidiana. Para interpretar, medir y mitigar la dimensión de la volatilidad que generan esos cambios, se ha prestado una atención especial a lo que se denomina riesgo país, esto es, la exposición a una perdida a consecuencia de razones inherentes a la soberanía y a la situación económica de un país.
En el tratamiento del riesgo país se consideran como relevantes el riesgo político y el riesgo económico o de transferencia, los cuales permiten medir la realidad prevaleciente y las consecuencias de las decisiones que adoptan las autoridades económicas y las decisiones políticas de los gobiernos. En efecto, en cuanto al riesgo político, como su nombre lo indica, es netamente político y es en el que incurren prestamistas e inversores por la posibilidad de que se le apliquen restricciones a la repatriación de capital, dividendos e intereses; y en relación al riesgo económico este depende de la situación económica del país por la imposibilidad de repatriación como resultado de la carencia de divisas en el momento de ejecutarla.
Hay que poner de relieve que para desarrollar y ponderar el análisis riesgo país se requiere de una evaluación previa del país, donde se pueden identificar los posibles riesgos políticos y económicos que se presentan en el mismo para poder generar las proyecciones futuras esperadas de un país. Pero en el marco del análisis de riesgo país ha de tenerse en cuenta los contextos ideológicos, políticos, el respeto a las normas constitucionales y las leyes que sirven de plataforma en las decisiones del gobierno, las políticas seguidas por los mismos para cumplir sus objetivos en materia económica, así como los resultados económicos obtenidos y posibles tendencias futuras.
También como herramienta indispensable para evaluar y analizar el riesgo país está lo que concierne a la balanza de pagos, esto es, como ha sido su evolución y composición durante un periodo promedio de cinco años. Por igual, el perfil de la deuda pública ha de ser considerada desde la balanza de pagos, es decir; se debe conocer sobre el tamaño de la deuda pública con respecto a la posibilidad que presenta el país de pagarla; pues la capacidad de pago viene dada en función de su producto interno bruto (PIB), la balanza de pagos y las reservas de las que dispone el País.
En ese contexto, se puede ponderar la capacidad de liquidez de un país para ejecutar acciones de pago frente a la deuda, la cual se lleva a cabo en la moneda extranjera que se haya pactado, generalmente en dólares. Ahora bien, la realidad empírica cada vez demuestra que es importante ponderar el nivel de depreciación de la moneda local frente a la moneda extranjera, debido a que si se presenta una devaluación, el país deberá incrementar sus exportaciones para aumentar la cantidad de divisas y poder hacer frente a la deuda.
Las consecuencias de una devaluación de la moneda son relevantes al considerar el riesgo país ya que la misma afecta el cuerpo dinámico de la economía e impacta en la estabilidad macroeconómica y política de un país. Tal situación se produce porque la depreciación de la moneda local está muy vinculada con el comportamiento de la inflación, la balanza de pagos, las fortalezas del gobierno frente a presiones para devaluarla y de la política económica del Gobierno.
En base a lo anterior, se puede llegar a la conclusión de que el comportamiento del riesgo país de América Latina, en los últimos años, está predominado por una situación de vulnerabilidad en orden ascendiente. Tal situación está inducida por las tensiones geopolíticas globales, las guerras comerciales que aún no cesan, en particular, EE.UU-China, pero también se reproduce en Europa ante la crisis ha generado problemas económicos internos y contagio en las economías, el cual se agudiza con la incertidumbre derivada del futuro del Brexit, pues cada vez más aleja el optimismo de un escenario económico favorable en la zona y que repercute en el riesgo país a escala global.
En el contexto de América Latina, el aumento de las tensiones a nivel interno con repercusiones regional, ha deteriorado el riesgo país, en el cual ha incidido el riesgo político fruto de que muchos gobernantes están actuando sin límites en el ejercicio del poder. En efecto, la región transita con violaciones inconcebibles a las normas constitucionales, con extensiones de los periodos gubernamentales y abusos de poder, acompañado de actos de corrupción repudiables para lograr sus propósitos, los cuales generan un ambiente de ilegitimación del ejercicio gubernamental.
Las retaliaciones políticas y la judicialización de la política se han puesto en marcha en América Latina con el único propósito de usurpar el poder, lo que en la práctica ha ido lacerando la estabilidad macroeconómica y el crecimiento del PIB. Las consecuencias de este patrón de actuación han impulsado un incremento del riesgo país sin precedentes, deteriorando las fuentes vitales de la institucionalidad, la seguridad jurídica para la inversión extranjera directa, lo que en la práctica destruye la economía y frustra las acciones orientadas a combatir y frenar la expansión de la pobreza y la desigualdad.