Opinión

Porque fallaron las encuestas estadounidenses

Los estudios a través de encuestas son herramientas científicas maravillosas que nos permiten medir percepciones, expectativas, preocupaciones y comportamientos de las personas, para posteriormente, en base a sus resultados, tomar mejores decisiones en los ámbitos económico y político, y por que no, en el plano social y recreativo también.

Sin embargo, cuando los seres humanos vemos que una herramienta aparenta fallar en más de una ocasión tendemos a desarrollar desconfianza respecto a la misma, y precisamente ese es un tema de debate del momento con el fracaso de una gran cantidad de encuestas que predecían una victoria holgada del candidato demócrata Joe Biden, sobre su rival republicano Donald Trump.

Pero alguien podría decirme que en nuestro país también sucede algo parecido, a propósito de las elecciones celebras este año, pero seamos francos, tenemos que admitir que aquí no tenemos aún una cultura de respeto a los fundamentos científicos que ameritan estos estudios, los cuales terminan muchas veces siendo usados como meros instrumentos de marketing para posicionar candidatos.

Así que por lo pronto, permítanme enfocarme en el caso norteamericano, donde si tienen una mayor tradición histórica de uso y respeto por el método científico. De hecho, da gusto ver los análisis de Nathan Silver, fundador y editor jefe de FiveThirtyEight, un experto que a través de las estadísticas hace proyecciones convincentes, y la mayoría de las veces certeras, sobre política, deportes, ciencia, economía, etc.

Pero cuidado, las estadísticas no son matemática pura, por tanto no son exactas, se basan en mediciones sobre las que posteriormente podemos proyectar futuros probables. Es más, las estadísticas son un tipo de matemática especial que tuvimos que inventar los humanos para poder hacer proyecciones futuras en sistemas tan complejos como las sociedades humanas, es decir, sistemas caóticos complejos donde el simple mismo hecho de medirlos provoca cambios en ellos.

Pero ¿por qué una herramienta científica que ha sido tradicionalmente tan útil aparenta haber fallado épicamente en su predicciones? Y no solo para las actuales elecciones estadounidense, sino también para las ocurridas en el año 2016. La respuesta no es tan sencilla, pero pretendo cometer el atrevimiento de exponer algunas ideas que se han paseado por mi cabeza desde hace algún tiempo.

El primer escenario que expondré lo baso en estudios de Steven Levitt, economista autor de “Freakonomics”, obra donde expone un fenómeno que se da precisamente en encuestas electorales, donde los resultados difieren bastante de lo proyectado, específicamente con candidatos que plantean públicamente prejuicios que los marcan a ellos y a sus seguidores como racistas, misóginos, xenófobos u otros antivalores.

Resulta que la evidencia indica que muchas personas se identifican con antivalores como el racismo o la xenofobia, pero consciente o inconscientemente no los manifiestan púbicamente o a terceros, ya sea directa o indirectamente, por tanto contestarán cualquier encuesta en base a como quieren ser percibidos por los demás, no como realmente piensan.

Como ejemplo Levitt expone como en sitios en línea para gestionar citas, a pesar de que una gran cantidad de personas blancas pone en sus perfiles que para ellos el color de piel no es importante a la hora de escoger con quien salir, las estadísticas muestran que si lo es, y mucho, puesto que más del 90% de las solicitudes de citas de estos perfiles era a otros usuarios de piel blanca.

En ese mismo sentido, en Estados Unidos sucede que candidatos al congreso que emiten juicios racistas sin pudor han ganado elecciones en contra de lo que decían las encuestas, precisamente porque existe una masa de votantes que nunca se reflejará en ellas, pero que en la privacidad de la caseta electoral pueden ser ellos mismos sin temor a ser etiquetados con los mismo antivalores de por quien votan.

Ahora bien, hasta ahora solo expuse uno de los fenómeno de tantos que pueden influir en reducir la precisión de las encuestas electorales, y con un candidato como Donald Trump que justamente se ajusta al caso en cuestión, pero existen otras variables a considerar, sobre todo en una sociedad tan influenciada por las redes sociales, últimas tan utilizadas para potenciar la peligrosa epidemia de desinformación.

Evidentemente no me alcanza un solo artículo para explorar todo lo que pienso sobre este tema, pero me sentiré satisfecho con generar la inquietud de que, en vez de acusar a la herramienta de inútil, mejor nos replantemos otras preguntas, como por ejemplo ¿qué está pasando en la sociedad que en determinadas coyunturas, sobre todo convulsas, se hace impredecible el comportamiento de las personas?

“The Associated Press” hizo un análisis el jueves pasado que refleja que los 376 condados con mayor cantidad de nuevos casos de infectados por COVID-19 per cápita fueron ganados por Trump abrumadoramente. El republicano ganó el 93% de estas demarcaciones, donde la mayoría eran zonas rurales, pero ¿por qué vemos estos resultados para un mandatario aspirando a reelegirse que ha sido brutalmente criticado por su manejo de la pandemia?

Más aún, cuando se analizan los datos socio-demográficos de los simpatizantes de Trump te encuentras con una base fuerte de blancos norteamericanos no educados. Considere también como influye en el comportamiento de la gente al bombardeo constante de fake-news (noticas falsas), algunas en forma de teorías de conspiración como QAnon, que han derivado en delitos, violencia y hasta muertes en EE.UU.

Además, como si todo esto fuera poco, resulta que Marjorie Taylor Greene, una estadounidense criticada enormemente por racismo y otros pronunciamientos prejuiciosos, sin mencionar que cree y apoya la ridícula y falsa teoría de conspiración acerca de que supuestamente Trump lucha en secreto contra una mafia de traficantes de niños dirigida por los demócratas, ha sido ahora escogida como congresista en Georgia.

Así es que ¿por qué fallaron las encuestas en EE.UU.? no puedo contestarlo a ciencia cierta, pero tengo una mejor pregunta ¿por qué parece estar fallando la sociedad norteamericana? Y otra mejor, ¿qué podemos aprender de ello?.

últimas Noticias
Noticias Relacionadas