Opinión

Se acabó, las mismas mentiras se agotan

El animador de la fiesta lo repetía y en la multitud predominaba el silencio, pese a tratarse de un ambiente festivo.

Cada vez que el locutor recordaba que el festejo contaba con el patrocinio del presidente Luis Abinader, los espectadores o bailadores que se congregaron frente al monumento a los Héroes de la Restauración en Santiago, entraban en silencio, otros abuchearon.

Lo que describo lo presencie por televisión, por cierto, en una transmisión de pobre calidad visual, que me hizo recordar las imágenes del formato VHS, en la fiesta en espera del año nuevo en Santiago.

Aquello fue una encuesta en vivo, tipo plebiscito, muy diferente a las mediciones de sastrería que ha contratado el gobierno y que ha asignado a cadenas de radio y televisión y medios digitales que sustentan un personal y hacen negocios con la publicidad.

Les ha ido muy bien a esos empresarios y a los periodistas, también empresarios, que están regenteando medios, que quien suscribe, con casi 45 años de ejercicio continuo en medios de comunicación, desconoce cómo hicieron fortuna, aunque tengo la certeza de cómo sucedió.

Ese silencio en medio de la fiesta es lo que se ve a diario en los colmados, supermercados, tiendas, farmacias, ferreterías, carnicerías o en las ventas ambulantes, cada vez que un cliente pregunta por los precios de los productos que se proponen adquirir.

Según el productor de la fiesta, el presidente Luis Abinador, al enterarse de que no se realizaría un concierto popular en el monumento de Santiago para recibir el año, dio instrucciones para que los cibaeños recibieran un gran espectáculo, incluyendo un show de fuegos artificiales, que sirvió para confirmar el amplio rechazo de una población, que agradece la transformación de la ciudad que ha generado la alcaldía dirigida por Abel Martínez.

El esquema del Gobierno de sustituir un evento o acontecimiento desfavorable por otro que entiendan sería favorecido por la población en la fiesta de Santiago falló. Los pocos que asistieron bailaron, pero al llegar al momento de la verdad, no se dejaron seducir por los elogios a una gestión que le ha cambiado la vida a las y los dominicanos. Una balada conocida en en la voz del boricua Chucho Armando Avellanet, explica lo ocurrido la noche del 31 de diciembre en el primer Santiago de América, copiamos su primera estrofa: Se acabó, mi amor lo mataste, Se acabó, no quiero escucharte, Ya me agotan las mismas mentiras Que a diario repites. Me enfureces, me enloqueces, Es mejor evitar que después lamentar Lo que pueda pasar

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